Rocío Cortés dio a luz el domingo 20 de agosto de 2017. Fue un parto sin problemas: trajo al mundo a una niña lustrosa y morena a la que puso Triana. Pero horas después, cuando un celador la trasladaba en camilla hasta su habitación, el ascensor en el que la introducía se accionó de forma automática sin que se cerrasen las puertas. El artefacto comenzó a subir y Rocío sufrió un “traumatismo craneal severo” que acabó matándola.
Según la autopsia posterior, el forense concluyó que el cráneo de la joven padeció un "aplastamiento" entre el suelo y el dintel de la cabina del ascensor. La mujer, de 25 años, dejó huérfanas a la niña recién nacida y a otras dos pequeñas más, de cuatro y cinco años.
"Fallo humano"
La magistrada que investigaba los hechos tenía en su poder un informe de la Policía Nacional que apuntaba a “un fallo humano” como “única hipótesis factible” del siniestro. Sin embargo, un año y medio después de los hechos, este mismo Cuerpo Policial envió al juzgado un informe explicando que no había conseguido recuperar los datos de la memoria.