A menudo se dice que las guerras civiles son las peores de todas las guerras, porque en ellas se matan los hermanos, se rompen para siempre las familias, se odian los que antes compartían el mismo sol.
El clima de odio aparentemente irreconciliable que se respira ahora mismo entre España y Cataluña, las muestras de desprecio profundo al bando contrario o la exaltación repentina de todos los símbolos propios, ¿creéis que nos ponen en la piel de esos antepasados recientes que creíamos chiflados por querer (y conseguir) matarse entre ellos?