Para que lo entandáis mejor, tienen el típico "simulador" de feria donde te puedes montar. Al principio te preguntas, ¿qué hace un cacharro de esos en un museo de cera? Pero después de ver figuras como la de los reyes Católicos o Carlos II dices, ¿y por qué no?
La cuestión es que la atracción no está muy bien del todo. Nos incrustaron a 12 personas dentro de ese cubículo y me tocó en la puerta donde ésta, por deficiencias técnicas, no se cerraba totalmente. Así pues, me pasé toda la película agarrándome fuertemente a la barandilla por si acaso aquella chatarra terminaba de colapsar, a la vez que comprobaba si mis lentillas se habían caído. Y no, no se habían caído, es que a esa pantalla no le habían pasado un trapo desde el pleistoceno.