La tradición lemming
Al inicio del reinado del mítico rey lemming, Robín; sus pequeños súbditos celebraban sus sabías decisiones. Sin embargo, cuando con el transcurrir del tiempo los inviernos se fueron haciendo más cruentos, pasaron a criticar su terquedad de negarse a migrar en busca de mejores climas, como lo hacían otras especies. Esto era porque el anticuado monarca no comulgaba con la idea popular de abandonar su tierra natal, pese a que era consciente que al no autorizarla acarreaba grandes sufrimientos a los suyos, quienes desfallecían por la escasez de alimentos.
Sintiendo que ya no tenía nada más que aportar al reino y que había vivido suficiente, el peludo soberano entendió que: era un estorbo para el progreso y debía dar un paso al costado afín de que alguien más óptimo ocupara su puesto e hiciera frente a esta crisis. Tras sopesar los pros y los contras; sin más, entregó su alma a Dios lanzándose al mar desde un acantilado; dejando así el camino libre a un sucesor.
Debido al impacto de su fatal decisión, que por serlo no dejó de ser acertada ya que permitió perpetuar a su pueblo, el suicidio ritual fue aceptado entre sus congéneres. Tanto que, las generaciones siguientes de los también denominados leminos, desarrollaron un instinto de autorregulación suicida, el cual se activaba, por ejemplo, en periodos de sobre-población seguidos por hambrunas. Por ende, para dar mayor oportunidad de sobrevivir a su prójimo, los más nobles de estos roedores que, a juicio propio, tenían menos capacidades para afrontar la vida, ignoraban su instinto de supervivencia y, en masa, se despeñaban como antaño hizo su amado líder. Es preciso indicar que la mayoría de estos eran los más: viejos, discapacitados y enfermos, así pues, si bien con este sacrificio servían a una causa superior a ellos, también buscaban librarse de sus achaques y cuitas.
Sin embargo, en la actualidad, esta tradición legendaria se ha distorsionado y ya cualquier tribulación, como el desamor o el aburrimiento, es pretexto para que los lemmings más débiles, emocionalmente hablando, aun siendo jóvenes y sanos, sin haberse ganado una muerte honorable, se apresuren en autoeliminarse para acabar con sus dizque miserables existencias.
¿Sabías que...?
El suicidio, para los religiosos es un acto contra la voluntad de Dios, pues él es el único que puede quitarnos la vida al habérnosla dado. Para otros en cambio, la vida es como una fiesta, y es de sabios reconocer el momento preciso para retirarse; el cual siempre será antes de que la misma empiece a “aguarse”, nunca antes.
¿Qué opinión les merece el mensaje de esta fábula?