Las condiciones climáticas han sido un elemento clave a la hora de explicar la evolución del ser humano. La península ibérica siempre ha sido un enclave privilegiado desde el punto de vista climático, ya que las condiciones que se dan en nuestra región son totalmente distintas a las del resto del continente europeo.
Durante el Último Máximo Glacial, la época de máxima extensión de las capas de hielo de la Edad de Hielo, que tuvo lugar hace unos 20.000 años, los grupos de cazadores recolectores tuvieron que desplazarse de las zonas más céntricas del continente por la imposibilidad de vivir en esas regiones.
Hasta ahora, la reconstrucción de las migraciones de estos Homo Sapiens era algo complicado para los investigadores, ya que no existían muchos restos fósiles en el centro de Europa y menos aún en el sur, pero eso ha cambiado desde la investigación publicada este miércoles.
Nuevos hallazgos de hace 23.000 años en Granada
Dos investigaciones, basadas en el estudio del genoma de más de 356 cazadores-recolectores de Europa occidental y central hace entre 35.000 y 5.000 años, ha permitido reconstruir sus movimientos y reescribir la historia genética de nuestros antepasados.
En un artículo publicado este miércoles en Nature Ecology & Evolution, liderado por Carles Lalueza-Fox, genetista del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), se presentan los datos genómicos de dieciséis individuos del sur de España, entre los que se encuentra un varón que hace 23.000 años vivió en la Cueva del Malalmuerzo (Granada) durante el máximo glacial y del que hasta ahora no había datos genómicos.
La Península fue el refugio de Europa
Este genoma prueba la persistencia de algunos linajes en la península ibérica y demuestra que este lugar fue "el único sitio de Europa donde las poblaciones aguantaron el máximo glacial. La Península fue su refugio", comenta a Efe Lalueza-Fox.
El artículo de LaLueza-Fox se refuerza gracias a una investigación publicada en Nature, que guarda mucha relación y la lidera Cosimo Costh, de la Universidad de Tübingen (Alemania), donde se revisan 30.000 años de historia genética europea, desde el Paleolítico Superior, con el desarrollo de las primeras culturas de Homo Sapiens en el continente; hasta el inicio del Neolítico y la llegada la agricultura, donde concluye que la evolución humana fue más compleja de lo que se pensaba.
Heterogeneidad dentro de las culturas
Durante el Paleolítico Superior, Europa fue habitada por cuatro culturas diferenciadas por su industria lítica: Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense.
Hasta ahora se creía que unos grupos fueron reemplazando a otros pero el estudio concluye que hubo heterogeneidades dentro de un mismo complejo o cultura, como el Gravetiense, que contaba con dos poblaciones en Europa que compartían industria pero que eran genéticamente distintas. Una vivió en el oeste y sur del continente (actuales Francia y península ibérica) y otra en el centro y sur de Europa (actuales República Checa e Italia).
La península ibérica, un refugio climático
Además, el linaje genético de las poblaciones gravetienses de Europa occidental se mantuvo durante al menos 20.000 años y sus descendientes, que evolucionaron a la cultura solutrense, permanecieron en el suroeste de Europa durante el periodo más frío de la última Edad de Hielo; después volvieron a expandirse al resto de Europa diseminando la cultura Magdaleniense.
"Con estos hallazgos, podemos apoyar por primera vez la hipótesis de que durante el último máximo glaciar los humanos se refugiaron en la región climáticamente más favorable del continente, el suroeste de Europa", sostiene Costh.
Pero la estabilidad genética encontrada en los individuos del oeste y sur del continente difiere del panorama genético en centro Europa: "El periodo más frío de la Edad de Hielo se correlaciona con grandes desplazamientos y reemplazamientos de poblaciones en Europa central, pero este no parece ser el caso de la península ibérica", apunta a Efe la investigadora del Max Plank de Antropología Evolutiva de Leipzig y coautora del estudio, Vanessa Villalba-Mouco.
Además, el estudio de Lalueza-Fox no ha encontrado conexiones genéticas con el norte de África a través del Estrecho de Gibraltar. "Pese a que durante el Último Máximo Glacial el nivel del mar llegó a bajar 160 metros en el Estrecho, no vemos que haya paso de gente del norte de África a Europa o al revés, lo que da una idea de la magnitud de la barrera geográfica que supuso el Estrecho para la evolución humana", añade el paleogenetista.
Fin de la Edad Glacial, repoblación de Europa
Por último, respecto al final de la era glacial, hace unos 14.000 años, el estudio explica que las condiciones climáticas empezaron a mejorar, lo que produjo un nuevo reemplazo de la población en centroeuropa, probablemente de una población procedente de los Balcanes que avanzó primero por Italia y se expandió después por el resto de Europa sustituyendo el acervo genético de los magdalenienses.
Los investigadores creen que esta sustitución genética a gran escala pudo deberse al rápido calentamiento del clima que extendió los bosques por todo el continente y permitió que muchas poblaciones regresaran al norte recolonizando Europa al final del último máximo glacial.
"Sin embargo, de nuevo, la península ibérica se ve menos influenciada por estas nuevas olas migratorias y vemos cómo sus habitantes siguen conservando unos rasgos genéticos más similares a aquellas poblaciones que alcanzaron la península Ibérica durante el Paleolítico superior", apunta Villalba-Mouco.
Para la investigadora estos estudios demuestran "que la historia de la humanidad está llena de éxitos y fracasos evolutivos, y que muchos de ellos dependieron directamente de las condiciones climáticas del momento y la capacidad en la que los humanos se adaptaron al medio".