#228 pues no sé qué decirte, yo lo veo como algo normal. Ni mejor ni peor. Muchas veces me pregunto acerca del sentido de la vida, y de por qué la de un drogadicto debiera tener un valor inferior a la de un alto ejecutivo, por ejemplo. He escogido este camino, podría haber sido otro. ¿Sería más o menos feliz?, en cualquier instancia, ¿importa eso? Oh, sí, claro, el reconocimiento social: pantomimas cuando se acerca el nicho. Ya sabes, como esos nonagenarios quienes, viendo la guadaña, pierden toda vergüenza. Cosas así.
#229 He tomado. Si no me confundo, solo el psiquiatra y no el psicólogo puede prescribirlos. Ocurre que, en mi caso (y esto es subjetivo y propio de mi experiencia, no necesariamente extensible a otros) me sentía otro, no era yo. Llegué a la conclusión de que prefería ser yo estando mal que otro de sonrisa fabricada. Esto fue después de aquel verano de mezcla explosiva, cuando el médico me recetó el doble de dosis y nada de alcohol, claro. Así que hice otra cosa más que no debía: dejarlos de golpe. Ya se me desdibuja la memoria, pero creo que fue al terminar ese verano cuando me fui de casa de mis padres, o el siguiente. Dejarlos de golpe, mal, tan mal como me sienta el bajón de MDMA, dioses, no quiero ni pensarlo, me entra mal cuerpo (por eso no consumo). Como digo, esto es mi experiencia. Quizás en ti sea diferente. Conste que a mi manera, en mi historia, sí me ayudaron de alguna forma.
Me alegra haber sido quien te diera a conocer a ese gran escritor, Pessoa. Me estremezco con solo recordar lo que me llegó a hacer sentir su Libro del desasosiego. Ah...