Las intervenciones policiales de este estilo en las que se actúa en defensa de la vida o integridad física propia o de terceros se incardinan en la legítima defensa, para que el tribunal pueda aplicar esta circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal se tienen que dar una serie de requisitos que son los siguientes:
-Se debe partir de una agresión ilegítima que comprometa a la persona o bienes.
-Que dicha agresión no haya sido provocada por la víctima.
-Que el medio empleado sea racionalmente necesario (ojo, no proporcional necesariamente).
Sobre los dos primeros puntos no hay debate alguno, el problema viene en el punto tercero y es tema de debate largo y tendido en general en toda la comunidad policial.
Voy a explicar la base de la que parte un policía medio y lo ejemplifico en lo que yo he vivido:
En nuestra sociedad tenemos la fortuna de gozar de un estilo de vida en general alejado de la violencia, la familiaridad que tenemos de las armas el común de los mortales viene delimitada por lo que vemos en películas(gente de +50 años) y en videojuegos (los más jóvenes), hemos naturalizado ciertas características de las armas de fuego que son absolutamente ficticias así como el comportamiento de las personas en situaciones reales de vida o muerte y las modificaciones que sufre nuestro cuerpo en esas circunstancias. De esta manera la sociedad se ha creado una imagen distorsionada sobre las implicaciones y consecuencias de una situación violenta con armas de fuego. Esto a priori no debería de suponer inconveniente alguno, pero sí tiene graves consecuencias en el proceso lógico de toma de decisiones, concretamente en el caso de la toma de decisiones de un tribunal. Acciones como disparar al suelo o al cielo o apuntar a “zonas no vitales” son expresiones que solamente utilizará una persona ignorante en el campo de la ciencia policial y es que hasta los jueces pecan de este defecto.
Uno de los grandes problemas que tiene la justicia a la hora de dictaminar sentencia sobre acciones humanas, es que solo se tiene en cuenta de manera estricta la acción cometida desde la creencia de que la toma de decisiones objetiva es indiferente a la situación física y anímica del sujeto. Lo que yo suelo denominar como teorizar sobre la realidad, lanzar tesis razonadas desde la calma que otorga el tiempo sobre la corrección o no de una acción decidida de manera instintiva, que junto a los prejuicios sobre la violencia y las armas que comenté antes crean una situación de indefensión jurídica para los agentes que están a merced del escrutinio de jueces que no tienen los conocimientos de campo necesarios para poder juzgar con competencia si una actuación policial es correcta o no. El resumen de lo que acabo de decir es que los jueces saben de lo suyo, que es normativa y como esta se aplica, pero en lo que fallan es en acomodar la acción real a esa normativa.
En general los agentes que hacen uso del arma de fuego correctamente acaban absueltos (luego pondré alguna sentencia en que no), pero lo importante no es solamente el final del camino sino el camino en sí, el hecho de usar el arma de fuego y que alguien muera implica automáticamente tu encausamiento como imputado, lo que tiene consecuencias severas para tu vida personal y familiar durante años, además sufrirás muy a menudo el rechazo absoluto y directo de los mandos policiales (que tampoco han pisado la calle en su vida) sintiendo un abandono por la institución, habrá muchísimos compañeros que te apoyaran pero también los habrá que te criticarán, te verás envuelto en un proceso judicial largo y tedioso mientras te encuentras suspendido de empleo y sueldo (no puedes trabajar en nada, imaginad lo que impacta eso en la economía de una familia) y con la espada de Damocles encima de sí tras esos años de juicios finalmente acabarás expulsado de la policía y con tus huesos en la cárcel, es psicológicamente un camino de espinas por el que nadie quiere pasar. Pero es que además vas a salir en telediarios y tu imagen será reconocida en donde vivas, lo que va a impactar en tu pareja y en tus hijos de manera directa.
Como ejemplo paradigmático tenemos esta sentencia:
https://www.poderjudicial.es/search/AN/openDocument/bd9cbd15eee01945/20090625
En la que en 2007 sucede el hecho, persecución hasta que el delincuente se estampa con el coche, el policía actúa solo y le encañona, le manda salir del coche, el delincuente sale del coche de espaldas a menos de dos metros de distancia, hace un movimiento brusco y el policía cree ver algo brillante, este dispara un tiro, según el policía tenía un serrucho en la mano que él dice dejar a los pies del asiento del conductor, el serrucho efectivamente está ahí, resultado le condenan por tentativa de homicidio en 2010, tras tres años.
Otro ejemplo:
https://www.poderjudicial.es/search/AN/openDocument/a2be4cb3dcc608f3/20140804
Sucede en 2009, sentencia en 2014, 5 años después. Persona ebria, es sancionada, se va a su casa y le sigue la guardia civil para notificarle la sanción, este saca una pala serrada del cobertizo y agrede al policía golpeándolo en el pecho, este lo abate ante el temor de que vuelva a golpearle con la pala. Condenado por homicidio.
Hay unas cuantas más por ahí
¿Alguien querría pasar por semejante calvario?
Yo desde luego no.
Por otro lado, tenemos la formación que se da a los agentes en la escuela de policía, la primera frase que nos dijo el tutor de la clase con respecto a las armas de fuego es que no disparásemos hasta que nos disparasen, literalmente nos llevamos todos las manos a la cabeza. Esto te lo dice un tío que no ha pisado la calle en su vida y toda su carrera policial es dar clases, esta gente son los que hacen los protocolos, partiendo una vez más desde la teorización de la realidad y no desde la experiencia.
Luego tenemos los protocolos policiales, el de actuación con arma de fuego (que es de 1983, 40 añazos) está absolutamente desfasado y es inoperante. La formación sobre el uso del arma de fuego es muy limitada y la práctica en su uso es monstruosamente deficiente, los ejercicios del plan nacional de tiro constan de 25 disparos cada tres meses, los disparos son en blancos inmóviles y el policía desde posición estática, esto es una vez más teorizar sobre la realidad, puesto que ninguno de estos ejercicios sirve para nada en una intervención en la calle.
Todo este conglomerado unido crea en la cabeza del policía una sensación de inseguridad que le hace dudar. En España afortunadamente el 80% de las intervenciones policiales se solucionan tirando de psicología, el 19.99% se solucionan con intervención violenta y el 0.01% con arma de fuego (los porcentajes son inventados, ya entendéis a qué me refiero). Es tan poco común la necesidad de usar el arma de fuego (hablamos de disparar), que tendemos a creer en lo más profundo que no nos va a tocar a nosotros, que a nosotros no nos va a hacer falta disparar porque seguro que lo podemos solucionar sin llegar a ese extremo que acarrea esas consecuencias indeseadas. Se da una especie de “efecto protagonista”, en el que nosotros, como protagonistas de nuestra vida creemos que al final todo saldrá bien como le pasa a los protagonistas de los cuentos y películas. Es un poco lo mismo que cuando la gente conduce ebria o con un alto exceso de velocidad, se ponen en peligro en la creencia de que las desgracias y accidentes no les va a pasar a ellos, un pensamiento muy humano que nos afecta a todos.
Esto, unido a los pensamientos sobre las posibles y las certeras consecuencias del uso del arma y la nula y a veces incorrecta formación es lo que ha llevado al compañero a sacar la extensible y cambiar el arma de fuego de mano.
Yo mismo me he visto en una situación similar a la del compañero del video un par de veces (persona que viene hacia ti con un cuchillo) y no disparé y salió bien, pero podría haber salido mal y haber muerto yo, o podría haber acabado condenado por homicidio.