El descenso a los avernos
El mito dice que un humano no puede bajar en un artefacto hasta el fondo del mar por la enorme presión del agua a esas profundidades. Bien conocido es, que muchos submarinos dan bajado a profundidades similares (Hablo de submarinos tripulados), pero hay algo todavía más brutal que se carga ese mito junto a otro más, y es el de que nunca nadie ha llegado al fondo de la fosa de las marianas.
El 23 de Enero de 1960, Auguste Piccard y Jacques Piccard (Padre e hijo), bajaron hacia la fosa con el Batiscafo Trieste (foto de arriba), inventado por el primero, y alcanzaron la parte más profunda de la fosa, el llamado Abismo Challenger, donde los instrumentos del aparato marcaban 11.034 metros de profundidad.
Y así volvemos a ver que la humanidad cuando se propone algo, lo consigue. Padre e hijo consiguieron alcanzar el punto más profundo de la corteza terrestre conocido con un invento familiar, soportando unas presiones de 110.000 kilopascales, lo cual vienen a ser 1072 atmósferas. Y eso sin utilizar robots pequeños con aeromodelismo perfecto y demás movidas, solo utilizando este imperfecto pero útil batiscafo:
redacción propia