Comencé a notarlo esta mañana.
Esa inconfundible sensación de total percepción del universo.
Sólo sucede durante periodos de lluvia. Cuando la presión atmosférica varía, las nubes se oscurecen, la temperatura desciende, el viento se humedece, las hojas amarillas levitan y el silencio es lo único que envuelve el entorno.
Lo que percibimos.
Comencé a notarlo esta mañana. Cuando se me erizó el pelo y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer sobre mi cazadora, haciendo:
-Plap, plap, plap...-.
Comencé a notar esa sensación de satisfacción espiritual poco después de percibir cómo las hojas de los árboles expulsaban cada molécula de oxígeno. Poco después de seguir con la mirada el recorrido que la savia realizaba en el interior de cada tronco. Poco después de sentir con los ojos cerrados cómo cada gota de lluvia se flitraba entre la tierra, las baldosas y el asfalto, para evaporarse y entrar por mi nariz al respirar el aire húmedo.
Poco después, mis ojos se pusieron en blanco y me desplomé de rodillas sobre el paso de peatones. Cuando salí de mi cuerpo y me ví desde fuera, ascendiendo con el aire caliente, con la polución, con la respiración de cada uno de nosotros, hasta llegar a ese punto que no está en ninguna parte, entre el azul del cielo y el negro de la nada, el otro lado de la línea roja, entonces comencé a comprender.
Esa sensación, en absoluto física, llegó. Cuando sentí que la realidad no necesariamente existe y que lo que existe no es necesariamente como lo percibimos. Y que la percepción sensorial es sólo una pequeña parte de todo lo que podemos llegar a captar. Que no somos nuestro cuerpo y que éste es tan sólo un lastre para el alma.
He vuelto a mi cuerpo, con un ATS presionándome el pecho con las dos manos, con un círculo de gente mirando, con luces amarillas giratorias que me ciegan cada segundo y el sonido de walkie-talkies hablando en código. He regresado y ya no soy capaz de ver el mundo con los mismos ojos.
Porque ahora todo carece absolutamente de sentido.
Porque no es real.
Porque la falta de oxígeno durante más de minuto y medio puede provocar lesiones irreparables.
Porque algo ha cambiado.
Y así seguirá mientras sienta cómo se forman los puentes de hidrógeno entre moléculas al beber agua, mientras vea a los árboles respirar, mientras crea que mi cuerpo es demasiado lento para ser verdad.
#2 los relatos de ficción suelen ser ficticios.
PD: Agradeceré críticas constructivas y comentarios a tal efecto...