Atentos a la retard esta, que he buscado su nombre por las risas y me ha salido este artículo sobre "machismo" y las experiencias "machistas que ha sufrido" Leedlo, no tiene desperdicio
mi primera experiencia machista se produjo cuando me invitaron a ver las fiestas de Moros y Cristianos en mi pueblo. Estaba en la tribuna con otras figuras locales. Me sentaron al lado del alcalde de Elda, el pueblo de al lado. A mitad del desfile se acercó un periodista que, a pesar de que debía conocer qué invitados había, se dirigió al alcalde y, mirándome, le dijo: "¿Qué es, tu prometida?". El alcalde, visiblemente incómodo al ver cómo se mezclaban en mi cara el color pálido por el shock y el color rojo por el cabreo, dijo: "No, no, ella es diputada nacional, manda más que yo". Independientemente de que esto último fuera discutible, yo no pude reaccionar ni concentrarme en el desfile porque seguía reflexionando. ¿Por qué acaba de tener lugar una conversación entre dos hombres sobre mí, conmigo presente, sin que nadie se me dirija directamente? ¿Por qué ese hombre ha dado por supuesto que mi presencia solo era en función de florero acompañante? ¿Por qué siguen actuando como si las mujeres existiéramos solo en el aspecto relacional respecto a un hombre?
Mi segunda experiencia se produjo cuando fui como diputada electa a la sesión constitutiva de Les Corts Valencianes. A pesar de haber hecho bien toda la gestión para estar en la tribuna de invitados viendo a mis diputados autonómicos prometer la Constitución, un señor de Protocolo me dijo que no podía pasar, alegaba que los diputados estatales todavía no habíamos jurado o prometido y, por tanto, no éramos autoridad de pleno derecho. Vale. Acepté su argumento y fui a seguir la sesión por la pantalla de la sala del grupo parlamentario, pero ¿cuál fue mi sorpresa al mirar la televisión? Que el señor Ortega Smith, de Vox, sí estaba en la tribuna de invitados. ¿Por qué él sí y yo no, si estábamos en la misma situación? Él tampoco había jurado su cargo, pero nadie se atrevía a decirle que no podía entrar. Porque él es hombre y yo solo una chica de 25 años poco imponente.
La tercera fue quizás la más sutil porque no duró más de 30 segundos, pero la que más me asombró. En el hemiciclo del Congreso, en la sesión constitutiva, no estaban asignados los escaños y la práctica viene siendo ir temprano a ocupar sitios para cada grupo parlamentario. Yo me situé en el extremo de una fila y un compañero mío en el otro extremo. Mi sorpresa viene cuando un diputado de Ciudadanos, un hombre de mediana edad, se acerca a mi escaño y empuja la silla, conmigo sentada. Le miro y le digo: "¿Qué hace?", a lo que con actitud chulesca y provocadora me responde casi sin mirarme a la cara: "Voy a pasar ahí". Intento mantener la serenidad y le vuelvo a decir: "Perdone pero están ocupados", a lo que me responde, esta vez sí mirándome con ojos despreciativos: "Estarán ocupados cuando haya alguien sentado y voy a ser yo". Mientras sigue empujando físicamente mi silla conmigo sentada intentando impedir que pase, miro a mi compañero al otro lado de la fila pidiéndole ayuda. Él, desde lejos, le dice al diputado de Ciudadanos: "Están ocupadas". Tras eso, sin mediar más palabra y desistiendo en su empeño por provocar, su señoría se da media vuelta y se va hacia otra bancada. Yo me quedo pensando: ¿Por qué a él, diciéndole exactamente lo mismo que yo, sí le ha hecho caso y a mí no? Por lo mismo que en las anteriores experiencias, porque él es hombre y yo solo una chica de 25 años poco imponente.
Pobrecita, menudas experiencias machistas que ha sufrido cobrando 6000 € al mes por tocarse ahí abajo.
#52 Si eres mujer y estás en Podemos, se sabe que el requisito principal para calzarte un sueldazo es pasar repetidas veces al despacho de Pablo Iglesias, en privado.