Mi padre murió el 28 de marzo de este mismo año, con 52 años recién cumplidos, de cáncer con metástasis en huesos y demás órganos vitales.
Él vivía en Jaén, nos fuimos allí cuando yo tenía 8 años (tras la separación de mi madre, ahora tengo 27), ella se quedó en Barcelona, a los 14 años me vine con mi madre porque allí no había para comer y era una carga para él, desde entonces, siempre iba en verano y en navidad, no mucho tiempo la verdad, pero era caro el viaje y yo ya trabajaba con el tiempo, etc.
Él tuvo 2 hijos, mis dos hermanos, actualmente de 11 la niña y 12 el niño, se separó nuevamente de la madre de éstos, cuando tenían 2 y 3 años.
Hace 2 años y medio, en agosto de 2010, en Córdoba, le operaron de un tumor que le cogía un poco de estómago, un poco de hígado y el conducto biliar, era una operación muy delicada con bastante porcentaje de riesgo, salió muy bien, estuvo un par de días en la uvi y a planta, a los 20 días pudo ir a casa. Desde entonces vida normal, alcohol el justo, él siempre había tenido una vida saludable, era maestro de artes marciales en varias disciplinas, jugaba a fútbol, etc.
Desde noviembre de 2011 en una analítica de las que tenía que hacerse periódicamente vieron que algo volvía a ir mal y empezó con la quimioterapia, ésto le quitaba el hambre, la fuerza, perdía peso mientras su barriga se inflamaba, en marzo de 2012 le ingresan porque estaba amarillo, orinaba sangre, estaba bastante mal, le dolía mucho la cadera me decía por teléfono, "será de un golpe que me dí" vaticinaba él.
Pruebas y más pruebas en el hospital de Jaén, estaba totalmente consumido, pesaba apenas 60 kg. cuando el en estado normal pesaba 90 kg, estaba fuerte, tenia los brazos como los de un niño.
Me tocó bajar a Jaén desde Barcelona 4 fin de semana seguidos, yo hablaba con él por teléfono cada día varias veces, me decía que le había dicho la doctora que le iban a hacer un tratamiento especial y que se pondría fuerte de nuevo, que podría seguir entrenando y practicando artes marciales, pero lamentablemente, la doctora no le decía eso.
Salía de trabajar a las 6 de la tarde del viernes, cogía el coche con mi pareja y nos íbamos a Jaén zumbando llegaba apenas antes de media noche, le veía, dormía en la sala de espera, pasaba todo el sábado allí y el domingo a medio día me iba.
La última vez que fui antes de que falleciera fue el 23 de marzo, hasta el domingo 25, yo me quería quedar ahí porque estaba muy malito, pero en mi trabajo me ofrecieron coger las vacaciones de semana santa el día 30 de marzo, total, faltaban 5 días, le pedí por favor que fuera fuerte, que le llevaría a casa, que aguantase como fuera por mi, que quería volver a verle, me dijo que no podía más pero que lo intentaría.
Yo no pude dormir ni comer apenas durante esos días... no pude hablar por teléfono con él, ya que había perdido la cabeza, no tenía ni un solo momento de lucidez, llamaba a mi abuela que estaba allí con él (vivía con él) en la habitación, para oírle de fondo divagar, llamar a su padre (falleció cuando yo era pequeño), a mi, a mis hermanos pequeños, era desesperante.
La mañana del 28 de marzo, a las 9:12 me llamó al móvil mi abuela, yo estaba repartiendo con la furgoneta de mi trabajo en un pueblo del extrarradio de Barcelona, cuando vi la llamada me derrumbé, pero tuve que ser fuerte, lo cogí y mi abuela estaba llorando, le dije que no se preocupase de nada, que ahora mismo iba para allí, fui al trabajo, expliqué mis motivos (ya estaban al corriente), recogí a mi novia de la universidad y me fui para allí.
Lo primero que recuerdo cuando llegué, es entrar al tanatorio y, tras ese cristal frío, ver a mi padre, inmóvil, os prometo, que estoy llorando ahora mismo escribiendo esto, pienso que es la cosa más horrible que mi mente alcanza a entender ahora mismo, no hay cosa más fría, más dura, más terrible, que aceptar que se ha acabado; pero hay que hacerlo, aguanté el tipo, porque había mucha familia, mayores, jóvenes, y tras su pérdida, esperaban que su hijo fuera fuerte, y así lo fui, porque él nunca fue de llorar.
Los actos posteriores fueron más duros si cabe, en los pueblos, tienen la costumbre de hacer la misa para todo el pueblo, y tener que esperar en la puerta de la iglesia tras portar yo mismo el féretro de mi padre del coche a la misa y de la misa al coche, a que todo el pueblo te de las condolencias haciendo fila y aguantando estoicamente una masa abrumadora de personas que querían\conocían a mi padre.
Después de contar esto, que lo he hecho por que necesitaba hacerlo quizás, no lo había explicado hasta ahora a nadie, salvo a mi madre, que no estuvo. os diré lo que para mi, es más difícil desde entonces.
Pensar o hacer las cosas que le gustaban a él, o le gustaba hacer conmigo, el día que sea mi\su cumpleaños que va justo seguido de la navidad, su fiesta favorita, donde él, animaba a toda la familia a celebrarla por todo lo alto, hacer belenes, montar árbol de navidad, cantar villancicos, bailar.
A día de hoy, pienso, que es lo que he necesitado para paliar el dolor y veo que es el apoyo de mi pareja, de mi madre y pensar en los momentos felices que vivimos, machacarme pensando las cosas que tanto nos hacían reir o enfadar, y reírme recordando una y otra vez, hablar de él, de sus cosas, sus manías, lo bueno, lo malo, todo eso es lo que me hace recordarlo entrañablemente pero irremediablemente, aceptar que ya no está aquí.
Hay que ser fuerte y pensar que él se ha ido, pero cuando yo tenga mis hijos, les contaré como era su abuelo, y les enseñaré todo lo bueno que él me ha enseñado a mi, y aprenderán a quererle sin poder tocarle, estoy seguro.
Un abrazo!