He llegado de casualidad a un vídeo dónde se refleja el eterno discurso que pone en valor el costo real de lo que la sociedad, en este caso una parte muy pequeña de la sociedad, deja de aportar a la misma representando esto unas cuantías muy superiores al fraude cometido por el grueso de esta. En este caso en concreto se habla de una figura del fútbol, figura millonaria que ha defraudado una cantidad importante de dinero al Estado español.
En el vídeo se hace una comparativa en la equivalencia entre el importe defraudado por este tipo de personajes y su aplicación económica en el campo de la ciencia, poniendo en datos la cantidad de estudios, doctorados, institutos o investigaciones varias que hipotéticamente nos cuesta el fraude fiscal millonario en España. La persona que hace la “denuncia” y pone los datos sobre la mesa es Doctor en biomedicina por lo que no tenemos, a priori, que dudar de su palabra ni de su comparativa. Lo que sí podemos hacer es extrapolar su ejercicio a otros ámbitos, aunque pocos dan tanta rabia como este.
El vídeo surge de la necesidad de denunciar el hecho de que a la salida de los juzgados donde se ha juzgado a una persona condenada a prisión y a una cuantiosa multa, a esta persona en cuestión no le ha faltado arropo ni abrigo de sus enfervorecidos fans que le han permitido firmar tantos autógrafos ha querido.
El motivo de este hilo es la conclusión de dicho vídeo. Esta conclusión la podríamos poner en contraste con esa famosa frase que, seguro que aquí mucha gente conoce y si no vaya gamers de palomino, “ama el arte y no al artista”. También podríamos acudir al excedente cognitivo del que hablaba Clay Shirky en el 2010 poniendo de manifiesto la falta de uso que hace el ciudadano del mundo desarrollado de su tiempo libre y el superávit de conocimiento que ofrece la sociedad de la información.
La conclusión del vídeo y mi pregunta (y en parte la del autor) es: ¿Necesitamos una educación dirigida a un consumo responsable? ¿Un consumo cultural, o de ocio, responsable? El autor del vídeo lo compara con el consumo responsable que se pide para por ejemplo mantener un equilibrio en nuestro planeta que pasa por tener conciencia ecológica.
A mí me gustaría extender la cuestión para abarcar lo máximo posible:
¿Es necesaria una educación y campañas dirigidas a un consumo cultural o de ocio responsable?
¿Hacer eso es adoctrinar?
¿Es excluyente idolatrar a una figura o a un personaje, con juzgar debidamente sus actos?
Si esos actos, como queda de manifiesto, nos influyen tan directamente en nuestro presente y en nuestro futuro ¿Somos unos irresponsables?
Pongo por aquí el vídeo para que se lleve el rédito la debida persona.