Un accidente aéreo siempre es mala publicidad para el avión implicado y para su fabricante. Sin embargo, no siempre es su responsabilidad ni siempre equivale a su hundimiento. En un accidente pueden influir incontables factores. Incluso más: rara vez se puede atribuir un accidente exclusivamente a un factor.
Este domingo, un Sukhoi Superjet 100 tuvo un grave siniestro en Moscú, causando más de 40 muertos. Es importante recordar que el avión es nuevo, que está en pleno proceso de comercialización en Occidente y que era la esperanza de futuro de la industria de la aviación rusa.
Como es sabido, Rusia dispone de una historia muy rica en conocimientos aeronáuticos. Sus aviones siempre fueron buenos, fiables, sólidos. Nunca han sido punteros en tecnología, pero sí muy fiables. Por lo tanto, el intento de retornar a los mercados mundiales era lógico y merecía ser atendido.
Pero el accidente del domingo supondrá probablemente el final del Suhkoi y de su proyecto. Pero no tanto por la tecnología sino por el modo de hacer, por su estilo chapucero.
En este accidente, por ejemplo, las versiones sobre las causas son incontables: para unos, fue un rayo; para otros, un fallo eléctrico; la aerolínea descartó el problema con los rayos; la autoridad rusa también fue ambigua. Cualquiera que haya visto las imágenes comprueba que el avión no venía en llamas, que la historia del rayo es manifiestamente mentira. No hablamos de las versiones de la calle sino de los agentes implicados, de los responsables. Una cosa es no informar hasta que se sepa con certeza qué ha ocurrido y la otra es organizar esta confusión. Muy ruso.
El Sukhoi viene de padecer problemas comerciales serios. Tres cuartas partes de la flota de aviones vendidos a Interjet, en México, están en tierra porque faltan repuestos. En el caso de Brussels Airlines, los aviones fueron devueltos porque no estaban los manuales en inglés, porque no había manera de conseguir que el fabricante respondiera a las dudas, porque fallan los detalles.
En general, la industria de la aviación rusa tiene un problema de fiabilidad pero no derivado de su tecnología sino de su servicio, no de su fundamento sino de su aplicación, no de su solvencia sino de la calidad de sus prestaciones posteriores.
Por eso, el accidente de este domingo puede haber supuesto la puntilla para este avión, la esperanza rusa para volver a los mercados. Todo depende de su capacidad para responder a las preguntas que se formula el mercado y para hacerlo de forma creíble y no chapucera. Un accidente así o peor no tiene por qué suponer el hundimiento de un producto, pero la mala gestión, la incapacidad para contestar, las contradicciones pueden hacerlo.
Vamos, que Sukhoi no debería comportarse como Boeing con sus dos accidentes pasados.
https://www.preferente.com/opinion/jaime-amador/sukhoi-puede-ser-el-fin-288050.html