Mi primer italiano.
Hicimos match a finales de julio, pero él justo se iba a pasar el agosto con su familia en Italia. Igualmente, pese a no habernos visto, estuvimos hablando de vez en cuando durante todo el mes. Supongo que me llamó la atención porque parecía atractivo y porque venía de una trieja (relación poliamorosa a tres) con dos chicas. También su energía y su dedicación con el BDSM. Incluso se había fabricado con madera su propio potro. Quizá la conversación online no fluyó taaanto como otras pequeñas revoluciones que he tenido, pero ea, paciencia.
Esta semana por fin nos hemos visto. Nos encontramos, lo abrazo y huele genial. Al quitarse la mascarilla, veo que es mucho más guapo que en fotos. La cita transcurre bien, habla español mejor que muchos. Descubro su interés por los idiomas, la etimología, física, fotografía... Me cuenta algunos detalles curiosos de estos campos como si fueran un cuento y le devuelvo el favor contándole curiosidades que aprendo yo con Joe Rogan. Le cuento también de qué va una de mis películas favoritas y saca el móvil para apuntársela y verla al día siguiente. Ay.
Con un par de birras ya me noto con el rollito risueño que me gusta potenciar para zorrear. Se levanta para ir al baño y descubro que me encanta su culo. Y claro, con la confianza ya generada tal cual vuelve se lo digo y se ríe. Llegados a este punto, por cómo iba la cita yo ya sabía que estaba todo hecho y que él me encantaba.
Terminamos besándonos y le digo de ir a su casa, pero allí no me folló a mí. Se folló a mi ego. Que tengo un cuerpo precioso, que nunca ha estado tan cómodo con una chica así de entrada, que es de puro 10 cómo se la comía. Me planteé si era de esas personas que exageran un poco estas cosas para hacer sentir bien al otro, pero el tío realmente irradiaba la sensación de estar flipando conmigo. Y claro, frente a esa devoción pues me vine arriba, follamos por toda la casa, bebimos limoncello, le comí el culo bien agusto y al final terminó siendo uno de los mejores polvos del año. Total, que tengo el ego bien bonito ahora, ojalá siempre así. Ah, y me regaló un pote del ragú de su abuela italiana. Ahora no sé qué regalarle de comida cuando venga a la mía.