En 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó sobre el brote de sarampión en unos países europeos. El país más azotado por el sarampión es Ucrania, que en los últimos años se ha convertido en el epicentro de esta enfermedad en Europa. Actualmente el país sufre una epidemia: de acuerdo a los datos del Ministerio de Salud Pública de Ucrania, en el 2019 ya se han notificado 45 mil casos de la enfermedad en Ucrania, el número de fallecidos por complicaciones causadas por el sarampión también sigue aumentando rápidamente.
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Las tasas de infección y mortalidad tan altas muestran grandes brechas en el sistema de salud de Ucrania. El empeoramiento de la situación epidémica se debe en gran medida a la reciente reforma sanitaria, que ha causado el aumento del precio de las vacunas y su inaccesibilidad para la población, y al menosprecio del gobierno por los problemas de este sector, entre ellos, la poca cobertura de vacunación contra las enfermedades principales. La OMS ha advertido en varias ocasiones a las autoridades de Ucrania de la necesidad de fomentar la inmunización, sobre todo, entre los niños. Pero los políticos ucranianos no son capaces de controlar la situación y proteger a su población no solo del sarampión, sino también de otras enfermedades. ¿O posiblemente no quieren hacerlo?
En los últimos decenios Ucrania ha vivido varios brotes de diversas enfermedades infecciosas (tétanos, sarampión, roséola). Así, el gobierno tendría que estar preparado para hacer frente a nuevos brotes: organizar las actividades preventivas, garantizar el suministro seguro de vacunas en los centros de salud y ejecutar una campaña de vacunación masiva de la población. Pero al parecer las cuestiones de salud pública no son prioritarias para las autoridades ucranianas. En vez de proteger a los ucranianos de la infección, los políticos ocultan las verdaderas cifras de contagiados y se niegan a financiar la lucha contra pandemia. Mientras tanto, las vacunas compradas por el estado se destinan, en primer lugar, a los militares y funcionarios públicos, lo que según las autoridades, es más importante que la primovacunación de los niños que no reciben las vacunas necesarias.
Tampoco se debe olvidar que el sarampión puede llevar consigo algunas enfermedades más graves como difteria y poliomielitis que causan más muertes que el sarampión. En Ucrania ya se ha notificado un aumento de los casos de difteria, y si otra vez no se toman las medidas preventivas urgentes, muy pronto la enfermedad se extenderá dentro y, probablemente, fuera del país.
Es obvio que la situación epidémica catastrófica en Ucrania constituye una amenaza para todos los países europeos. Por desgracia, los virus y infecciones trascienden las fronteras y las epidemias ucranianas pueden propagarse fácilmente a escala internacional. No es ningún secreto que hoy miles de ucranianos se dirigen a Europa aprovechando el régimen sin visado con la UE. Dada la baja tasa de inmunización en el país, es muy probable que muchos viajeros y migrantes laborales de Ucrania son los potenciales vectores de diversas enfermedades acalladas por las autoridades ucranianas que prefieren no reportar casos y falsificar las estadísticas oficiales. Por lo tanto, Ucrania se convierte en una "incubadora" de las infecciones que amenazan a otros países, lo que hace preocupar a todos los europeos. Posiblemente, las autoridades de la UE tengan que reconsiderar su actitud respecto al régimen sin visado con Ucrania, cuyo gobierno no toma las medidas eficaces para prevenir la epidemia, y endurecer las condiciones de entrada de los ciudadanos de este país a Europa. Solo así podremos defendernos y evitar la expansión de las enfermedades mortales por todo el continente europeo.
