Con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento, traigo en homenaje este grandioso artículo de Daniel Marín que publicó en 2009 en su fenomenal blog Eureka. De su muerte hablaré después del artículo y colocaré otros enlaces, pero siempre me ha parecido mejor como homenaje a alguien recordar sus mejores acciones y la de este señor es enorme.
Gagarin
El 12 de octubre de 1959 amaneció sin una nube en el cielo sobre la base aérea de Murmansk, en el norte de Rusia. El frío era considerable pese a los cielos despejados, aunque los pilotos de la base estaban perfectamente acostumbrados a las gélidas condiciones climatológicas de la zona. Entre esos pilotos había doce jóvenes que habían sido seleccionados para someterse a una serie de misteriosas entrevistas. Las preguntas eran de todo tipo: desde la experiencia de vuelo de los candidatos a su grado de compromiso con los ideales soviéticos. Los elegidos desconocían el objetivo de las entrevistas, aunque suponían que los estaban probando de cara a una posible selección de pilotos para un nuevo tipo de avión. Por este motivo todos se habían declarado voluntarios para la nueva misión, fuese ésta la que fuese. Las entrevistas se sucedían continuamente y en cada ronda cada vez quedaban menos candidatos. Dos jóvenes tenientes en especial llamaron la atención del tribunal: sus nombres eran Georgi Shonin y Yuri Gagarin. Gagarin había sido nombrado piloto militar de forma oficial muy recientemente, el pasado siete de julio. En una de las últimas entrevistas un miembro del tribunal le preguntó a Shonin si le gustaría pilotar nuevos aviones, a lo que el joven respondió afirmativamente sin dudarlo. “¿Y si se tratase de pilotar un tipo completamente nuevo de aparato?”, quiso saber el entrevistador. Shonin temía que el “nuevo aparato” fuese un helicóptero, algo en lo que no estaba interesado, así que le dejó claro al tribunal que su interés eran los cazas a reacción. El entrevistador lo interrumpió: “no, no. No lo entiende. Hablo de vuelos de larga distancia, vuelos en cohete, alrededor del Mundo…”. Shonin palideció. Ese mes, Shonin y Gagarin, así como otros cuatro pilotos de Murmansk, pasaron las pruebas y fueron seleccionados para el incipiente programa espacial tripulado dirigido por la oficina de diseño OKB-1 del “ingeniero jefe” Serguéi Korolyov. Apenas dos años antes el Sputnik había abierto el camino a las estrellas. Gracias al éxito propagandístico logrado con las misiones espaciales, Nikita Jruschov había dado luz verde al sueño de Korolyov: poner un hombre en el espacio.
Decenas de pilotos llegaban a Moscú tras haber pasado con éxito entrevistas similares a lo largo y ancho de toda la Unión Soviética. Allí continuaría el proceso de selección de los futuros cosmonautas con pruebas médicas y psicológicas tremendamente exigentes. Los exámenes estaban dirigidos por el coronel de la fuerza aérea Yevgueni Kárpov. Al finalizar 1959 sólo quedaban veinte pilotos, conocidos como el Equipo 1 o Tema 6. A principios de 1960 el grupo recibió órdenes para dejar sus antiguas unidades y trasladarse a sus nuevos destinos. Ninguno sabía cuánto tiempo duraría esta nueva misión o dónde se llevaría a cabo. La existencia de un grupo de futuros cosmonautas era alto secreto. El lugar de entrenamiento estaría más cerca de lo que la mayoría pensaba, pues fueron trasladados al recién creado Centro de Entrenamiento de Cosmonautas (TsPK), dirigido por Kárpov y situado en los alrededores de Moscú. El teniente general Nikolái Petróvich Kamanin dirigiría todo el proceso de selección de cosmonautas. El TsPK sería bautizado en 1968 como Ciudad de las Estrellas (Zviozdni Gorodok/Звёздный Городок), un nombre mucho más apropiado para su función. Entre las muchas pruebas, los futuros cosmonautas pudieron experimentar por primera vez las condiciones de microgravedad gracias a los vuelos parabólicos en aviones Tupolev Tu-104 modificados que despegaban de la cercana base de Zhukovsky.
En el invierno de 1960, durante una visita a las oficinas de la OKB-1 en Moscú, los candidatos pudieron contemplar por primera vez el vehículo para el cual se estaban entrenando: la nave Vostok 3A. Podemos imaginar el entusiasmo de los jóvenes pilotos al ver con sus propios ojos el ingenio del que habían memorizado todos sus detalles y que se había convertido en el centro de sus vidas. Los ingenieros de la OKB-1 animaron a los pilotos a subirse a la nave. Sin dudarlo un instante, Gagarin se quitó sus zapatos y se introdujo en la cápsula esférica de la Vostok. Entre los ingenieros de la OKB-1 que contemplaban el encuentro de los pilotos con la Vostok se encontraba Serguéi Korolyov. Éste quedó impresionado por el ánimo y entusiasmo de Gagarin. Posteriormente, Korolyov decidió concertar más visitas de los futuros cosmonautas para que se familiarizasen de primera mano con los sistemas de la nave.
Durante una de estas visitas, mientras esperaban a la comisión examinadora que debía probar sus conocimientos sobre el vehículo, Gagarin se puso a recitar a sus compañeros los detalles técnicos de la nave para practicar. La comisión sorprendió al cosmonauta en pleno ejercicio y le pidió que prosiguiera, causándoles una excelente impresión. Desde entonces Korolyov no tendría ninguna duda: su favorito para convertirse en el primer hombre en el espacio sería este pequeño piloto -Gagarin medía 1,57 m- hijo de una modesta familia de granjeros koljosianos.
Gagarin y Korolyov
Pero el proceso de selección estaba en manos de la fuerza aérea, no de la OKB-1. En enero de 1961, Kamanin ya había seleccionado a seis candidatos para el primer vuelo tripulado, vuelo que debería llevarse a cabo en pocos meses. Los seis elegidos serían Valeri Bykovsky, Yuri Gagarin, Grigori Nelyubov, Andrián Nikoláyev, Pável Popóvich y Guerman Titov, conocidos como los Seis de Vanguardia. El 18 de enero finalizaron los exámenes de selección y según las notas obtenidas los candidatos fueron clasificados en el siguiente orden: Gagarin, Titov, Nelyubov, Nikoláyev, Bykovsky y Popóvich.
Por lo tanto, en vista de los resultados, Kamanin seleccionó a Gagarin, Titov y Nelyubov como los elegidos para la primera misión Vostok en el papel de tripulación principal, reserva y segundo reserva, respectivamente. Sin embargo, el orden no era en modo alguno definitivo y podía cambiarse en cualquier momento, dependiendo de los exámenes y pruebas médicas que seguían llevándose a cabo.
Para complicar aún más la vida de nuestro protagonista, el 7 de marzo nacía la segunda hija de Gagarin, Galina. Dos días después era lanzada una cápsula Vostok denominada Korabl-Sputnik 4 (KS-4), conocida en Occidente como Sputnik 9. A bordo viajaba la perra Chernushka (“negrita”), así como varios conejillos, ratones y otros especímenes biológicos. En el asiento eyectable de la cápsula el lugar del cosmonauta lo ocupaba un maniquí con el traje de presión naranja Sokol SK-1, apodado Iván Ivánovich por los ingenieros. La misión se realizó con éxito, validando los sistemas de la Vostok.
El tiempo apremiaba, pues en los EEUU continuaban los preparativos para el vuelo suborbital de Alan Shepard, que debía efectuarse a finales de abril. Aunque Korolyov no consideraba los lanzamientos suborbitales como verdaderos vuelos espaciales, era consciente de que la diferencia con una misión orbital como la que efectuaría la Vostok era imperceptible de cara a la opinión pública. Si los estadounidenses se adelantaban, la URSS habría perdido la oportunidad de lanzar la primera nave espacial tripulada. De este modo, el 17 de marzo los seis cosmonautas de vanguardia viajaron hasta el secreto cosmódromo de Baikonur para entrenarse con equipamiento real. El 23 de marzo la muerte en espantosas circunstancias de uno de los cosmonautas (Valentín Bondarenko) durante un entrenamiento en la Ciudad de las Estrellas causaría gran conmoción entre los seis candidatos. Estaba claro que esto no era un juego.
De acuerdo con los planes de Korolyov, todavía debía efectuarse un lanzamiento no tripulado adicional para verificar la idoneidad de la nave Vostok. La Korabl-Sputnik 5 llevaría como pasajera a otra perrita recogida de las calles de Moscú, Zvezdochka (“estrellita”), así como, una vez más, al viejo Iván Ivánovich. Cuenta la leyenda que sería el propio Gagarin el encargado en elegir un nombre para la perrita.
Mientras Zvezdochka esperaba su lanzamiento a bordo de la Vostok 3KA-2 desconocedora de su destino, Gagarin y Titov ensayaron los pasos de su futura misión enfundados en sus trajes de presión, incluido el traslado hasta la rampa. El 25 de marzo la SK-5 realizó con éxito su misión, aterrizando cerca del pueblo Bolshaya Sosnovka, en Perm, aunque debido a las adversas condiciones climatológicas el equipo de rescate no pudo acceder a la zona hasta el día siguiente. Nada más llegar intentaron realizar su trabajo en secreto, pero se encontraron con que los lugareños ya habían visto la figura del maniquí Iván Ivánovich y llegado a la conclusión de que se trataba de un piloto norteamericano abatido (el incidente de Gary Powers aún estaba muy reciente en la memoria colectiva). Los aldeanos montaron en cólera ante la aparente falta de preocupación hacia el aviador herido por parte del equipo de rescate, por lo que fue necesario demostrarles que se trataba simplemente de un maniquí, pese a lo secreto de la operación. Motines de aldeanos aparte, el éxito de la 3KA-2 abrió el camino a la primera misión espacial tripulada de la historia.
Pese a que Gagarin seguía siendo el favorito, había que elegir el tripulante de la Vostok 1 de manera formal, para lo cual se reunió una comisión estatal presidida por Konstantín Rudnev. Según un decreto secreto del Comité Central del PCUS, el primer lanzamiento debería llevarse a cabo entre el 10 y el 20 de abril, para poder adelantarse de esta forma a la NASA. A nadie se le escapaba el hecho de que si esta misión no era exitosa, los EEUU podrían ganar fácilmente esta carrera. Esta vez la URSS carecía de la ventaja que había tenido cuando lanzó al Sputnik 1.
El 5 de abril los tres candidatos a tripulante de la primera misión Vostok partieron de Moscú hacia Baikonur junto con Nikolái Kamanin. El viaje se realizó a bordo de tres aviones Ilyushin Il-4 para evitar de este modo que un accidente aéreo pudiese frustrar la misión. A la llegada, Korolyov informó a los expectantes cosmonautas que el cohete R-7 sería transportado a la rampa el día 8 de abril y el lanzamiento podría tener lugar a partir del día 10, como había ordenado la cúpula política del país. Se acercaba pues la fecha en la que la comisión debía elegir al primer cosmonauta de la historia. Aunque Gagarin seguía siendo el favorito para Korolyov, Kamanin había empezado a decantarse por Titov. Sólo recomendaría a Gagarin ante la comisión debido a que quería reservar a Titiov para el segundo vuelo, más largo y extenuante. No obstante era consciente de que sería el primer cosmonauta el que pasaría a la Historia y se llevaría el grueso de la fama, motivo por el cual meditó su decisión muy cuidadosamente. Al final la comisión estatal, de la que formaban parte Korolyov y Mstislav Keldysh, refrendaría la elección de Kamanin el 8 de abril: Gagarin sería el tripulante de la Vostok 1 y Titov el reserva, mientras que Nelyubov pasaría a ser el segundo reserva. Al día siguiente Kamanin comunicaría el fallo a Gagarin y a Titov en su despacho. Parece ser que el impetuoso Titov no se tomó nada bien la decisión, pues aunque era consciente de las simpatías que despertaba Gagarin entre altos cargos como Jruschov, Kárpov o Korolyov, en el fondo siempre había pensado que él era más adecuado para la misión. Ese mismo día la comisión estatal se volvió a reunir, esta vez con los cosmonautas presentes, para recrear el proceso de selección y poder filmar así tan histórico momento de cara a la posteridad.
A las 5 de la mañana del 11 de abril el cohete R-7 (8K72K) con su etapa superior y la nave 3KA fueron colocados en la plataforma de lanzamiento nº 1, destinada a convertirse en “la rampa de Gagarin”. A las 10 am Gagarin y Titov se reunieron con los ingenieros de la OKB-1 Konstantin Feoktistov (posteriormente seleccionado como cosmonauta) y Borís Raushenbaj para discutir el plan de vuelo. Tras un almuerzo con varios altos cargos, por la tarde los médicos colocaron a Gagarin electrodos para monitorizar sus constantes. A partir de las 6 de la tarde, los médicos recomendaron que los dos cosmonautas se retirasen a descansar a sus pequeñas cabañas para descansar. Allí intentaron relajarse jugando al billar. A las 9:30 pm Korolyov se acercó a las cabañas para desearles buenas noches y los dos hombres se fueron a dormir a las 9:50 pm. Korolyov, incapaz de pegar ojo, se trasladó de madrugada a la rampa de lanzamiento para seguir las operaciones de carga de combustible. A las 5:30 de la mañana del 12 de abril Kárpov fue el encargado de despertar suavemente a Gagarin, el cual dormía plácidamente. Un ramo de tulipanes sería el primer regalo que vería Gagarin al despertar, regalo que recibió de parte de la inquilina habitual de la casa. En realidad, ninguno de los dos comonautas había podido dormir, pero no habían dicho nada temerosos de que la comisión médica los descalificase para la misión. Tras desayunar, Titov y Gagarin pasaron un último examen médico y empezaron a vestirse con sus trajes Sokol SK-1. Ambos cosmonautas se sorprendieron al comprobar que alguien había pintado en los cascos las siglas “SSSR” (СССР en cirílico). Tras vestirse, recibieron una visita de Korolyov y se subieron a un pequeño minibús que les llevaría hasta la rampa. Dentro del vehículo también estaban los cosmonautas Nelyubov, segundo reserva, y Nikoláyev. La leyenda cuenta que Gagarin ordenó detener el autobús para orinar en una rueda, tradición que han continuado todos los cosmonautas después de él. Sin embargo, en los documentos cinematográficos de ese día, desvelados tras la caída de la URSS, no aparece por ningún lado la famosa micción. Es posible que la anécdota tuviese lugar durante algún entrenamiento, o que simplemente se trate de una leyenda más de las muchas que rodean la figura del primer cosmonauta. Sea como fuera, a las 6:50 am Gagarin descendió del autobús y se dirigió al jefe de la comisión estatal, Rudnev, quien formalmente le autorizó a subirse a la nave. Tras despedirse de sus colegas cosmonautas, se subió en el ascensor que lo llevaría hasta la cápsula. Allí, un equipo de ingenieros dirigidos por Oleg Ivanovsky se aseguraría de introducir a Gagarin correctamente en el asiento eyectable y cerrar la escotilla. Puesto que nadie sabía cómo afectaría la ingravidez a los sentidos humanos, el primer cosmonauta sería poco menos que un pasajero en esta misión. De hecho, los controles habían sido bloqueados y Gagarin sólo podría acceder a ellos introduciendo un código de emergencia. En el último momento, antes de cerrar la escotilla, Ivanovsky se acercó a Gagarin y le pidió que se bajase el visor del casco. “Yura, el código es 1-2-5″, le reveló. Sonriendo, Gagarin le respondió que ya lo sabía: Kamanin se lo había dicho poco antes. Encerrado en la cápsula, Gagarin pudo sentir como las torres de servicio del cohete se retiraban. Sólo en la cabina, sus únicos contactos a través de la radio eran Korolyov y Pável Popóvich, el cual actuaba como comunicador entre el control de la misión y el cosmonauta (capcom en la terminología de la NASA). Cuando quedaban quince minutos para el lanzamiento, Gagarin se puso sus guantes y cerró el visor del casco de forma hermética. A las 9:07 am el cohete Vostok con el primer cosmonauta de la historia despegaba desde Baikonur. Un eufórico Gagarin gritó: “Poyéjali!” (поехали!, ¡Allá vamos!). Unos minutos después la Vostok 1 estaba en órbita. El resto es historia.
http://danielmarin.naukas.com/2009/04/12/gagarin/
Respecto a su muerte, lo cierto es que da para un debate largo. Personalmente, creo que si tras la caída de la URSS no se han encontrado pruebas, difícilmente sabremos la verdad respecto a su misterioso accidente aéreo. Se la jugasen o no, lo cierto es que se había convertido en una figura tremendamente molesta para los dirigentes soviéticos, pues no dudó en aprovechar su virtual invulnerabilidad (era un ídolo, no podían hacerlo desaparecer fácilmente...o eso pensaba) para criticar cuestiones dentro del régimen soviético. Lo que nadie duda es que fue un hombre valiente, lo había de ser para ser el primero en hacer algo así. Fuera de toda ideología, siempre será el primero de nosotros, el primer ser humano, en lograr llegar al espacio.
Dejo este artículo del mismo blog respecto a su muerte, muy interesante también.
Y para terminar, BSO para acompañar el artículo: