La Balada del Trono de Hierro
Érase que se era en un tiempo remoto,
Siete Reinos dominados por un solo trono
Un Trono de Hierro, que muchos ansiaban
Y por sentar sus nalgas en él, conspiraban y conspiraban...
Se conquistó antaño con sangre y valor
Para derrocar al loco y cruel rey dragón
En su demencia quería ver el mundo arder
En recompensa, un león le apuñaló al amanecer
Ahora un soberano ciervo ocupa su puesto
Ciego de vino, de putas y añorando el tiempo
De cuando sus puños blandían el acero
En lugar de engordar, asido a un cetro
Su Mano derecha ha fallecido misteriosamente
Ha de reemplazarse, ¡inmediatamente!
Por alguien insigne en quien pueda confiar
Y el enigma de su predecesor quizás desvelar...
Señor de Invernalia, noble, justo y lleno de honor
¿Será lo bastante sagaz para descubrir el complot?
En una corte de sombras, traidores y leones voraces
¿Cómo, por los Siete Dioses, resistir tales lances?
Mientras, los últimos dragones se alían a diario
Con guerreros jinetes, salvajes y temerarios
Para recuperar lo que era suyo por herencia
Y volver a coronarse entre sueños de grandeza
Pero no era todo esto lo más grave que pasaba
Sino que tras el Muro, fuerzas ocultas despertaban
Una horda inmortal que arrasa toda vida a su paso
Y convertirá los Siete Reinos en un cementerio helado
Lobos y leones, ciervos, caballos y dragones
Enanos, tullidos, guerreros, bastardos o señores
Putas, reinas, esposas, madres, amantes
No hay diferencia cuando el acero rompe la carne
¿Quién entre todos se alzará en el Trono de Hierro?
Tras la batalla, ¿Quién quedará vivo para verlo?
¿Y qué importará, en verdad, todo esto?
Si al final, el único que reina es el Invierno.