A todo esto, un texto del blog que se comentó por aquí:
Salva a tu madre y salvarás el mundo
Casi tres millones de amas de casa consumen, por las tardes, una televisión que les está haciendo un daño irreparable en el cerebro.
Según una encuesta que hice yo mismo entre los vecinos de mi escalera —cualquiera de ustedes puede hacer una y los resultados serán idénticos— a la televisión vespertina la miran señoras (42%), niños en edad escolar (28%), homosexuales irónicos (24%), jóvenes que se drogan por la tarde (3%), heterosexuales en paro (2%) y turistas (1%).
Aquí en España, el programa de mayor audiencia en esta franja horaria (de 15 a 19 horas) se llama Aquí hay tomate, que es visto cada día por unas cinco millones de personas. La información que brinda la televisión de la tarde responde, en un 90%, a la pregunta de quién ha tenido relaciones sexuales con quién. Éste es el eje, el objetivo y el núcleo de toda la estructura argumental vespertina.
Para ello se convoca a conductores que brindan noticias desde un atril, se colocan periodistas veloces en las calles y los aeropuertos, se invita a tertulianos homo o bisexuales (o heteros que no lo parezcan mucho) y se utiliza a científicos que manipulan maquinarias de la verdad. Todo este engranaje responde a un único fin:
saber cómo es la fornicación de los otros
La presencia de niños tras la pantalla (un 28%, dijimos) obliga a que no se puedan especificar ciertas palabras ni dar cobertura explícita a determinadas prácticas, por lo que se utilizan algunos eufemismos, por ejemplo:
—¿Ha ejercido usted la profesión más antigua del mundo? —significa ¿es usted más puta que una gallina de la raza ponedora?
—¿Ha mantenido usted relaciones de tipo carnal con el mediapunta de un equipo de fútbol de esta capital? —quiere decir ¿se ha follado usted a Guti?
Etcétera.
A la sociedad le preocupan estos contenidos. Según la mayoría de la gente de bien, el problema de esta clase de televisión radica, fundamentalmente, en la presencia incontrolada de niños frente a la pantalla. A todo el mundo le parece escandaloso que se ventilen temáticas escabrosas y hasta pornográficas cuando hay pequeños.
Según mi encuesta, sin embargo, los niños y los adolescentes de hasta quince años son incrédulos frente a los contenidos de la televisión vespertina. Son hijos de internet, por lo que esta distracción les parece naïf, atolondrada y poco seria. Saben que se trata de un juego, intuyen que nada de lo que ven tiene sentido. Los homosexuales, drogadictos, turistas y heterosexuales en paro, también reconocen el contenido circense de la trama y así lo manifiestan. "A veces miramos telebasura porque nos da risa", argumentan.
Quienes consumen —dándole crédito— este producto audiovisual mediocre, son las señoras. Amas de casa que han sido bombardeadas desde jóvenes con revistas del corazón y que ahora sospechan que todo lo que se les narra es verídico y, lo que es peor, trascendente.
A este grupo social se les está practicando, a diario, una paulatina lobotomía de cerebro. La mujer mayor está en problemas en España —mucho más que el lince ibérico— y no lo sabemos ver. Estamos todos como estúpidos cuidando a los niños, que son espabilados y fuertes, mientras dejamos solas a las amas de casa (a nuestras madres y abuelas) frente a un televisor que les vacía la cabeza y las atonta.
Por ejemplo tú, lector, ¿sabes qué está haciendo tu madre, o tu abuela, en este momento? Lo más probable es que alguien le esté explicando que Nuria Bermúdez se ha cepillado a media plantilla del Madrid, o que tres imbéciles del Gran Hermano IV, devenidos tertulianos, discutan frente a tu madre (o tu abuela) sobre el tamaño de la polla de un concursante de La Casa de Tu Vida II.
No, amigos. No, señores del gobierno. No. No son los niños de corta edad los que están en problemas por las tardes. Ellos saben pasar de todo y encender la Wii. Ellos tienen el mundo por delante.
El problema lo tienen nuestras madres, y lo tienen nuestras abuelas. Son ellas las que están viviendo en un mundo irreal que les vende fornicación en la tele y espantosos libros de autoayuda en las góndolas del súper.
Estás a tiempo de hacer algo. Ve a casa de tu madre, y de tu abuela, y llévales algunas de las series que ves tú. No seas egoísta. Six feet under les puede gustar mucho. También Desperates Housewives, o la reciente y muy recomendable Brothers and Sisters. Explícales un poco la trama, conversa con ellas. Diles que hay una vida hermosa, llena de gente que no habla jamás de la fornicación ajena. Protégelas del amor enfermo, de los escarceos nocturnos debajo de un edredón, de la violencia doméstica pasiva y de la basura bochornosa que se emite en las tardes muertas.
Salva a tu madre, lector, y salvarás el mundo.
http://blogs.elpais.com/espoiler/2007/06/salva_a_tu_madr.html