Es el primer anime del género que veo. He disfrutado mucho películas como Kimi no wa, pero no soy muy dado a este tipo de temática, digamos que tengo que estar muy predispuesto a esto. Me decidí a verlo porque solo había oído maravillas de él, estaba en Netflix, y la música clásica como hilo conductor me parecía una idea muy atractiva.
En definitiva... vaya viaje. Podría comentar toda la serie, pero quiero hacer énfasis en el último capítulo, me ha dejado bastante tocado e incluso con mal cuerpo, debido a la inmensa tristeza que desprende. Que Kaori iba a morir, se deja entrever en los primeros capítulos, cuando hacen hincapié en su idea de ser recordada, de transmitir con la música y demás. Es cierto que hasta los últimos compases, el autor deja la puerta abierta a una posible recuperación, al menos temporal (ya que también se encargan de recalcar que la enfermedad es terminal), y bueno esto no deja de ser ficción y cabe la posibilidad de que nos concedan un último concierto.
La escena de la azotea, o de su última vez tocando juntos, son sublimes, pero lo que resulta totalmente demoledor es la carta. Puede ser tildado como recurso de sobreexposición, pero yo no lo veo así. No es tanto una explicación al lector explícita de que Kaori quiere a Kosei, sino que da a la propia Kaori una dimensión extra.
Me explico: el show da tantos momentos, y feels (y quizás por haberlo visto seguido también pueda influir), que al final lo que te hace asumir es que Kaori se enamora "progresivamente" de Kosei, y que su enfermedad es algo que estaba ahí de manera semidesconocida y se agrava según avanzan los capítulos. Por lo tanto, es cierto que Kaori puede resultar egoísta, y generar cierta frustración al espectador por no ser clara aceptando sus sentimientos y aprovechando los últimos momentos con la persona a quien ama. Sin embargo, cuando te muestran que ella (como otros personajes en la serie, por eso es tan importante el rol de Takeshi, su hermana y Emi), lleva desde su infancia admirándolo, y que a sabiendas de que va a morir decide dar el paso para tocar "un último vals", consigue que este personaje se vuelva muchísimo más profundo, si logras empatizar y sentir todo el dolor que ella experimenta detrás de esa fachada alegre y despreocupada. Y el que debe sentir, cuando finalmente ve que los sentimientos son correspondidos, pero no va a poder disfrutar de esa relación porque su vida se apaga y es demasiado tarde. Pese a todo, se embarca en una cirugía sin esperanza, con la excusa de tocar el violín (que si bien es un motivo muy fuerte, no es el principal), para acabar muriendo en esa cama del quirófano.
Es cierto que el personaje de Kosei es magnífico, y lleva al lector a empatizar y sentir lástima por él, pero al final, él aún tiene toda su vida por delante... y Kaori, que por fin se había liberado de sus miedos y cadenas, que brillaba como nunca, no lo hará más. Todos sentimos la tristeza por Kosei cuando lee ese "te quiero" final, pero ¿qué debió sentir ella al escribir esa carta?
Poco más que decir, esta obra me ha llegado, y solo se puede agradecer al autor y al estudio encargado de animarlo por hacer algo tan bello, tan triste, y con tantos matices.
P.D. El toque final con la foto de niños, me ha parecido precioso.