Ayer, sin mucho que hacer, me puse a ver Cuarto Milenio y me topé con un debate sobre el amianto; un grupo de minerales del que no había oído hablar ni mucho menos de los problemas cancerígenos que éste puede atraer.
Indagando un poco me he dado cuenta de que yo mismo he jugado muchas veces de pequeño entre escombros con material que su inhalación es completamente peligrosa, por no hablar de tantas y tantas obras semidestruidas que contienen este material al aire libre hoy en día.
¿Qué es el amianto?
El amianto, también llamado asbesto, es un grupo de minerales metamórficos fibrosos. Está compuesto por fibras microscópicas que pueden permanecer en suspensión en el aire el tiempo suficiente para que representen un riesgo respiratorio.
Los minerales de amianto tienen fibras largas y resistentes que se pueden separar y son suficientemente flexibles como para ser entrelazadas y también resisten altas temperaturas.
Debido a sus especiales características ─ incombustibilidad, elevado aislamiento térmico y acústico, resistencia a altas temperaturas y al paso de electricidad ─ el amianto se ha usado para una gran variedad de productos manufacturados, principalmente en materiales de construcción (tejas para recubrimiento de tejados, baldosas y azulejos, productos de papel y productos de cemento con asbesto), productos de fricción (embrague de automóviles, frenos, componentes de la transmisión), materias textiles termo-resistentes, envases, paquetería y revestimientos, equipos de protección individual o pinturas.
Las autoridades médicas demostraron que los productos relacionados con el asbesto/amianto provocan cáncer con una elevada mortalidad desde los años 1980. A principios de la década de 2000 empezó a prohibirse en los países desarrollados y su uso quedó totalmente prohibido en la Unión Europea desde 2005, aunque se continúa utilizando en algunos países en vías de desarrollo (actualmente en más de 125 países sigue siendo legal su uso).
Restos de amianto abandonados en un descampado.
Riesgos del amianto
El simple hecho de estar en contacto con el amianto no supone apenas riesgo para la salud. La situación cambia cuando el contacto es prolongado y se manipula el material de manera que las fibras pasen al aire y sean fácilmente respirables. Esto sucede en derribos, trabajos como el corte, taladro, rotura o cuando el material está muy envejecido. Estas fibras pueden adherirse a la ropa por lo que el riesgo de pasar al aire respirado aumenta e incluso personas que no han estado cerca de ellas puedan inhalarlo más tarde.
Las enfermedades que puede provocar son enfermedades del aparato respiratorio. El cáncer de pulmón es la más mortal de las enfermedades que afectan a las personas expuestas al amianto. El amianto se considera un cocarcinógeno, es decir, un agente externo físico, químico o biológico capaz de producir cáncer, como es el tabaco.
Otra de las enfermedades es el mesotelioma maligno, otro tipo de cáncer pero que, en este caso, afecta a la pleura y al peritoneo. Suele darse en personas que han estado expuestas al amianto por motivos laborales, aunque los síntomas pueden no aparecer hasta 20 o 30 años después de la exposición. No existe cura para esta enfermedad y la esperanza media de vida una vez detectada la enfermedad es de nueve meses.
La asbestosis es una enfermedad asociada directamente a la exposición al amianto. Consiste en el desarrollo de una fibrosis pulmonar tras la inhalación de asbesto. Al igual que el mesotelioma maligno se desarrolla con el paso de los años y los síntomas son dificultad respiratoria que se va agravando a medida que progresa la enfermedad, tos seca y sensación de tirantez en el pecho.
Víctimas del amianto
El amianto es el principal cancerígeno laboral. Según la OMS, todos los años fallecen en el mundo más de 100.000 personas por cáncer de pulmón, mesoteliomas (cánceres de las membranas pulmonares) y asbestosis provocados por la exposición laboral a las fibras de amianto. La carga de enfermedad y muerte causada por la exposición al amianto seguirá aumentado en los próximos años incluso en países donde ha sido prohibido, dado el largo periodo de tiempo que trascurre entre la exposición y la aparición de estas enfermedades.
Según la UE, de aquí al año 2030 medio millón de personas morirán en Europa por cánceres ocasionados por exposiciones al amianto ocurridas en los años ochenta y noventa del siglo pasado. El número de fallecidos crecerá con fuerza en aquellos otros países donde sigue siendo legal su consumo.
Las estadísticas de mortalidad de la OMS reflejan que en Europa se han producido el 56% de todos los fallecimientos por mesotelioma y el 41% de las muertes por asbestosis registradas en el mundo, a pesar de que en ella sólo habita el 13% de la población mundial. Un doloroso legado consecuencia del consumo en nuestro continente de más del 55% de todo el asbesto comercializado a nivel mundial hasta la década de los ochenta del siglo pasado.
En el caso de España el amianto está prohibido desde 2002. Sin embargo, el número de muertes por causas relacionadas con el amianto seguirá creciendo hasta 2040. Entre los años 2016 y 2020 se estima que fallecerán 1.319 personas debido a este tipo de cáncer, según un estudio realizado por investigadores del Instituto de Salud Carlos III.
En nuestro país todavía existen multitud de restos del amianto. Su deterioro significa el aumento de riesgo de cáncer. Factores como los elevados precios de la retirada segura de estos materiales, que continúan agrietándose en hogares, descampados y vertederos de España, aumentan la posibilidad de que crezcan los afectados de las muerte blanca.
Stephan Schmidheiny
Stephan Schmidheiny es un personaje trágico del mundo contemporáneo. Para parte de la humanidad es un villano, para otra es un héroe
La familia Schmidheiny, una de las más ricas de Suiza, hizo fortuna explotando el amianto a partir del inicio del siglo XX. En 1969, a los 22 años, Stephan llegó a hacer prácticas en la fábrica de Eternit en Osasco (Grande São Paulo), periodo en el que conoció algunos de los obreros que acabarían muriendo por enfermedades causadas por la fibra. En 1976, a los 29 años, asumió la dirección de los negocios de Eternit y, según su versión, decidió acabar con la producción y vender la empresa al descubrir que el amianto causaba enfermedades graves, algunas de ellas fatales. Pero Eternit no dejó las manos de la familia hasta 1990. No fue cerrada, sino vendida, dejando para los nuevos dueños la lucrativa producción, así como el pasivo humano y ambiental.
Existen documentos que prueban que la industria tenía informaciones sobre la relación entre amianto y enfermedades mortales desde el inicio del siglo XX. En los años treinta ya había estudios importantes probando el potencial mortífero del asbesto al ser inhalado, causando enfermedades que tardaban años y hasta décadas en manifestarse.
En Brasil, empresas como Eternit normalizaron un procedimiento: cuando los obreros estaban cerca de la muerte, casi sin conseguir hablar, sus representantes aparecían en el hospital ofreciendo cuantías irrisorias y un documento listo para firmar, en el que eliminaban la posibilidad de cualquier futura reivindicación judicial por los familiares. Desesperados, con dolor, sin aire, muchas víctimas firmaron los papeles de la vergüenza.
En un primer momento, la industria del amianto negó el carácter tóxico de la fibra. Después, cuando se hizo imposible tapar el creciente número de enfermedades y de muertes de obreros, cambió el discurso y pasó a difundir la idea del “uso controlado del amianto”. Intentaba convencer que, con precauciones y protección, era posible continuar produciendo sin arriesgar la vida de los trabajadores. Gastó (y sigue gastando) millones de dólares para pagar a asesores, lobbies y científicos con la misión de hacer prevalecer esa idea.
Todo parecía ir muy bien para Stephan Schmidheiny, como había ocurrido para muchos antes de él en las áreas más diversas hasta el 13 de febrero de 2012. En esta fecha fue condenado por el Tribunal de Turín a 16 años de prisión y al pago de 100 millones de euros por la muerte de miles de personas por enfermedades relacionadas al amianto, contaminadas en plantas de Eternit en Italia. El crimen fue descrito como “desastre ambiental doloso permanente y omisión dolosa de medidas de seguridad para los obreros”. El 3 de junio de 2013, la sentencia no solo fue confirmada, sino que aumentó de 16 a 18 años de prisión.
No quiero dejar el tema sin antes decir que actualmente la condena de 18 años ha quedado anulada porque todos los delitos que se le imputan han prescrito.
noticia aquí.
Por cierto, sólo hace falta entrar a su página oficial para ver el lavado de imagen que tiene detrás Schmidlheiny.
http://espacioschmidheiny.net/
Por último pongo un vídeo en el que hablan varios afectados del Amianto aquí en España.
Linkeo también parte de programa de Cuarto Milenio que trató sobre este tema.
http://www.cuatro.com/cuarto-milenio/programas/temporada-11/programa-3/Jaime-Garrido-casas-construidas-amianto_2_2054355068.html
En este último vídeo se puede escuchar al arquitecto Jaime Garrido decir que no ha presenciado ni una sola vez el correcto uso de "desamiantado" y como policías y bomberos del 11S ahora se enfrentan al cáncer provocado por el amianto.
En el vídeo completo de Cuarto Milenio también se habla sobre Schmidheiny, por si a alguno le interesa un poquillo más el tema.
Fuente:
http://www.zoomnews.es/487050/actualidad/sociedad/las-muertes-amianto-siguen-creciendo-espana-trece-anos-despues-su-prohibi
http://sevilla.abc.es/sevilla/20140219/sevi-peligros-salud-amianto-201402180027.html
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/01/06/actualidad/1389007120_928954.html
La parte completa en el programa de Cuarto Milenio. Comienza sobre la hora justa, 1:00.
http://www.mitele.es/programas-tv/cuarto-milenio/temporada-11/programa-421/