Es posible que dentro de veinte años se estrelle un asteroide de 270 m. de diámetro en Europa meridional. Su efecto sería similar al del que chocó en la actual Yucatán y liquidó buena parte de la vida terrestre y marina en el jurásico
Las buenas condiciones ópticas en la cumbre del volcán hawaiano de Mauna Kea han permitido obtener las primeras imágenes en tres años del asteroide Apofis, cuando emergía de detrás del Sol, en su órbita elíptica alrededor de la estrella. Este pequeño objeto celeste, de 270 metros de diámetro, se hizo famoso en 2004 cuando se calculó que había una probabilidad de 1 sobre 37 de que chocara con la Tierra en 2029. Los cálculos posteriores anularon prácticamente esta posibilidad, pero sí dejan la puerta abierta a un choque posterior. De ahí el interés de los astrónomos en seguir observando el asteroide para refinar los cálculos.
El equipo de David Tholen, de la Universidad de Hawai, consiguió las imágenes el 31 de enero pasado, cuando el asteroide estaba a solo 44 grados de distancia del Sol y era un débil puntito. Serán necesarias nuevas y periódicas observaciones para llegar a refinar la órbita. Además, en 2013 Apofis ya se acercará bastante a la Tierra, por lo que se podrá observar su trayectoria con gran precisión a través del radar.
La razón del riesgo de colisión es que Apofis se acercará mucho a la Tierra el 13 de abril de 2029, cuando se cree que pasará a menos distancia de la que hay a la órbita geosíncrona (casi 36.000 kilómetros de altura), donde están muchos grandes satélites de comunicaciones. Entonces será visible en el cielo nocturno como un pequeño punto en rápido movimiento.
Se espera que en este encuentro tan cercano la influencia gravitatoria terrestre cambie la órbita del asteroide, lo que podría desembocar en una colisión con la Tierra en 2036 o 2068. Para que aumentara la pequeñísima probabilidad de que esto suceda el asteroide tendría que pasar en 2029 justo por una región concreta del espacio, muy poco mayor que el propio asteroide, lo que en sí es poco probable.
"La probabilidad de que el asteroide pase por esa región es minúscula", señala Don Yeomans, director de la Oficina de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA. Este experto afirma que, en todo caso, la NASA enviaría una misión después de 2029 para desviar el asteroide con una misión similar a la de la Deep Impact, que bombardeó el cometa Tempel 1 en 2005. Sin embargo, otros expertos piensan en una misión preventiva. Así lo anunció en febrero la agencia espacial rusa, y el astronauta español Pedro Duque reclamó recientemente una misión de prueba, que tendría una alta relación coste -beneficio.
Nuevos cálculos de astrónomos rusos insisten en la posible colisión, que se produciría el 13 de abril de 2036, según Leonid Solokov, de la Universidad de San Petersburgo. La probabilidad, ahora fijada en 1 en 250.000, sería muy baja, reconoce Solokov, y además es más probable que el asteroide se parta en trozos al pasar cerca de la Tierra en 2029, con lo cual habría que rehacer todos los cálculos para detectar posibles colisiones posteriores con alguno de los trozos.
Fuente: www.elpais.com