Su forma recuerda vagamente a la de un cometa, solo que de proporciones gigantescas. En realidad, se trata de una inmensa nube de hidrógeno que se precipita hacia nosotros a más de 240 km. por segundo y que chocará sin remedio contra nuestra galaxia, la Vía Láctea, dentro de unos 40 millones de años. Cuando el objeto haga impacto, su enorme energía creará de golpe decenas de miles de estrellas supermasivas, muchas de las cuales estallarán como supernovas. Si aún quedan humanos en la Tierra para entonces, nuestros descendientes asistirán a uno de los "fuegos estelares" más increíbles que nadie haya visto jamás.
"Los bordes exteriores de la nube están interactuando ya con el gas de nuestra galaxia", asegura Felix J. Lockman, del National Radio Astronomy Observatory (NRAO), que ha utilizado el telescopio de Green Bank para estudiar el objeto. "Su forma, parecida a la de un cometa, indica que ya está lanzando gas hacia las afueras de nuestra galaxia. El objeto, además, ya está experimentando las fuerzas de marea de la Vía Láctea y en un periodo de entre 20 y 40 millones de años el núcleo de la nube se estrellará contra el plano galáctico".
El monstruo, llamado "la nube de Smith" en honor del astrónomo alemán que lo descubrió en 1963, tiene unas medidas realmente colosales: 11.000 años luz de largo por 2.500 de ancho. Es decir, unas diez veces menor que su objetivo, la Vía Láctea, cuyo diámetro es de unos 100.000 años luz. Actualmente, el objeto se encuentra a "solo" 8.000 años luz del plano de nuestra galaxia, al que se acerca a gran velocidad (algo más de 240 km. por segundo) y contra el que chocará en un ángulo de unos 45 grados.
Un año nuevo celeste
Cuando la nube de Smith fue descubierta, y en las décadas siguientes, las imágenes disponibles no tenían la suficiente resolución para saber si el objeto formaba parte de nuestra propia galaxia o era, por el contrario, algo que estaba cayendo en ella. Tampoco se podía decir mucho sobre su masa, distancia, velocidad y dirección de su movimiento. Hubo que esperar a la llegada de los modernos radiotelescopios, gracias a los que es posible observar con todo detalle objetos fríos y poco luminosos.
Gracias a ellos, durante las últimas décadas los astrónomos se han dado cuenta de que hay muchas nubes de hidrógeno alrededor de la Vía Láctea. Y la más cercana de todas es, precisamente, la nube de Smith, cuya forma alargada ha llamado poderosamente la atención de los investigadores.
"Lo más probable -asegura Lockman- es que se trate de una nube de gas que sobró tras la formación de la Vía Láctea, aunque también podría ser gas robado a una galaxia vecina. Cuando choque, causará una tremenda llamarada de formación de estrellas. Muchas de esas estrellas serán muy masivas, vivirán sus vidas muy rápidamente y explotarán como supernovas. Durante unos pocos millones de años, parecerá que se está celebrando una especie de Año Nuevo celeste, con enormes petardos estallando en esa parte de la galaxia".
Si pudiéramos ver la nube de Smith con nuestros propios ojos, sería algo realmente impresionante, una mancha sin estrellas que tendría en el cielo unas treinta veces el diámetro de la luna llena. "De extremo a extremo -explica Lockman- ocuparía por lo menos lo mismo que toda la constelación de Orión".
Fuente: ABC.es
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Si algo aprendemos con todas las noticias que nos llegan día a día sobre sucesos que observamos y prevemos del Universo, es que hay situaciones poco comunes de lo más impresionantes. Esta en especial,creo que sería uno de los sucesos más interesantes que observar en una galaxia: ver como absorbe una gran cantidad de gas interestelar, que se adhiere a sus estrellas y aumenta su masa peligrosamente, y en los huecos vacíos, nacen nuevas estrellas gigantes.
Un caldo masivo de bombas de relojería que en un tiempo no mayor a 1000 millones de años, explotará a gran velocidad en forma de una fiesta de supernovas.
Nunca dejaremos de sorprendernos.