Enric Sala (Gerona, 1968) es buceador, biólogo y explorador para la National Geographic Society, la misma de los documentales y las revistas de tapas amarillas. Con ellos, Sala se ha embarcado en una batalla sin tregua para denunciar el agotamiento de los océanos por parte del hombre. «El mar es como una cuenta corriente donde todos sacan, pero donde nadie hace ingresos. Casi la totalidad de los grandes depredadores, como el atún, el pez espada o los tiburones, han desaparecido ya. Y un tercio de las pesquerías del planeta están colapsadas», alerta Sala desde su despacho en Washington.
«Hay demasiados pesqueros en el mar», reflexiona el ecólogo catalán. «Si seguimos a este ritmo, todos los recursos marinos que aprovecha el hombre podrían colapsarse antes de 2050. Y sin pesca, desaparecerán miles de puestos de trabajo», subraya. ¿Hay alguna solución? Sala habla de crear, de modo urgente, reservas marinas por todo el planeta. «En estas reservas, la vida se recupera de forma espectacular. En las Medas, en la Costa Brava, un área protegida desde 1983, hay entre 5 y 10 veces más peces que en cualquier otra parte de la costa catalana».
Los buceadores -y son miles los que se zambullen cada año en el entorno del Tascó Gros y la Meda Petita- saben bien de qué habla Sala. En Medas hay meros enormes, ejemplares únicos en un Mediterráneo cada vez más empobrecido, grandes bancos de otros pescados menudos y hasta coral rojo, una joya de las profundidades arrasada por la barra italiana, un destructivo arte de pesca que consiste en arrastrar lingotes de hierro y cuerdas deshilachadas por el fondo marino. «La reserva sólo ocupa un kilómetro cuadrado, pero genera seis millones de euros en turismo al año. Veinte veces más que la pesca. Y, además, crea muchos puestos de trabajo», dice.
Más sardinas, menos atún
Para cambiar las cosas Sala propone destinar una parte de los subsidios que hoy se emplean para mantener las flotas industriales de los principales países pesqueros (al menos 2.500 millones de euros al año) para «crear áreas protegidas en zonas críticas». Menos del uno por ciento de toda la superficie del mar está hoy protegida contra las actividades pesqueras.
«Cada año sacamos del mar 90 millones de toneladas de pescado. Si a eso sumamos los descartes, lo que se tira de nuevo al agua porque no tiene valor comercial, llegamos a más de 100 millones de toneladas. El planeta no puede aguantar más ese ritmo», advierte Sala. El biólogo de National Geographic pone un ejemplo: para el cuerpo humano, 100 gramos de atún rojo proporcionan casi los mismos nutrientes que 100 gramos de las más humildes (y baratas) sardinas. Sin embargo, para el planeta la captura de esos 100 gramos de atún representa 100 veces más daños que si se pescaran sardinas. «Si queremos que las próximas generaciones sigan comiendo pescado, deberíamos dejar de consumir esos grandes depredadores, como los atunes. Los tiburones, que son un indicador de la salud del ecosistema, están desapareciendo de todos nuestros mares», resalta Sala, que se define como un «realista enfadado».
¿Qué elegir? Está claro: presas en vez de grandes cazadores. Sardinas, anchoas, sepias, calamares, mejillones o berberechos... «¿Y por qué no? - alecciona Enric Sala- deberíamos comer más verduras, que también son muy saludables y no tienen tanto impacto sobre el medio ambiente. No hay tiempo. En los mares apenas queda ya el 10% de la abundancia original de cada especie. Volver a estar como antes es imposible, pero debemos dar a conocer esta situación de sobrepesca. Las flotas buscan nuevos caladeros, cada vez más lejos y las poblaciones de peces no se reponen. Es que ya no les queda ni espacio en el mar para crecer», se lamenta.
En un estudio que Sala ha elaborado en colaboración con Daniel Paluy, de la universidad norteamericana de British Columbia, España encabezaría el listado de países con mayor consumo de pescado de Europa, sólo superada por Rusia. Nuestro país ocupa el puesto undécimo en el ránking mundial con una ingesta media diaria de casi 100 gramos. Los dos biólogos han acuñado la expresión 'huella de pesca' para precisar el impacto ambiental que comporta para la Naturaleza el consumo de las distintas especies.
Así, la captura de una libra de atún, explica el informe, tendría una 'huella de pesca' 100 veces mayor que una libra de sardinas. Los atunes, unos depredadores insaciables que nunca paran de nadar y de alimentarse, deben comer el equivalente a su peso corporal cada diez días para seguir con vida. En la práctica, esto supone que un atún, una máquina pesquera supereficiente, puede ingerir 15.000 pescaditos o calamares al año para continuar con su existencia. «El consumidor no sabe todavía que extraer del mar un kilo de atún tiene un mayor impacto que capturar un kilo de anchoas. Pero es la misma diferencia que hay entre cazar ratones o matar leones», ejemplifica el biólogo.
España, gran depredadora
Atendiendo a esta 'huella de pesca', España ocuparía la sexta posición mundial, sólo superada por China, Japón, Estados Unidos, Indonesia y el Reino Unido, países que poseen una población muy superior a la española. España se encuentra en un puesto tan destacado por la costumbre de comer pescados situados en el vértice de la pirámide alimentaria marina. Atún, bonito, merluza, bacalao... son muy del gusto de nuestros paladares. Aunque, para no faltar a la verdad, también es necesario anotar la predilección por sardinas, anchoas y salmonetes y por especies más abundantes y de menor impacto ecológico como chicharros, jureles o caballas.
Los mares están agotados, los recursos esquilmados por flotas «ineficientes», la población mundial crece sin pausa y exige sus dosis de proteínas frescas... «La única solución para alimentar con pescado a la población mudial es la acuicultura. Pero haciéndolo bien», protesta Sala. Porque para obtener un kilo de salmón, por ejemplo, se precisan decenas de kilos de otros pescados que, triturados para hacer harinas, se usan en las granjas de engorde. Además de lo que se pierde en el agua, el sistema es, a todas luces, «derrochador».
El biólogo se encuentra en una encrucijida. Su recomendación para 'cambiar' el consumo de pescado por el de verduras, tropieza también con los consejos de los médicos que instan a reducir el consumo de carnes rojas y propugnan la ingesta de pescado por su riqueza en ácidos grasos (como el omega 3) que disminuyen el riesgo de padecer dolencias cardiovasculares. Pero no hay otro camino. El mar no da ya más de sí.
Fuente: www.laverdad.es
P.D: ¿Qué opinais? ¿No creeis que ya es hora de tomar medidas en el asunto? No sólo los gobiernos sino nosotros deberíamos aportar nuestro granito de arena para solventarlo.