Han pasado más de 20 años desde que esta masa única de residuos radiactivos fluyó desde la sección activa del reactor de la derruida central nuclear de Chernóbyl, pero aún nos recuerda lo peligrosa que puede ser la energía nuclear.
En diciembre de 1986, unos científicos rusos del equipo de liquidación de las consecuencias del desastre de Chernóbyl bajaron al corredor subterráneo del dañado reactor número cuatro, donde descubrieron una masa de alta radiactividad de más de dos metros de espesor. Por su aspecto visual la llamaron la 'pata de elefante'.
Los sensores de radiación advirtieron que era imposible acercarse al conglomerado. Para evitar exponerse a una dosis mortal de radiactividad los científicos fabricaron un trípode con ruedas y sacaron fotos de la masa radiactiva desde cierta distancia. Según sus mediciones, la parte caliente de la barra fundida radiaba tanto que una persona podía absorber una dosis letal de partículas radiactivas en 300 segundos. A los dos minutos de exposición a la 'pata de elefante' comenzaría a sangrar. A los cuatro minutos sufriría vómitos, diarrea y fiebre. Pasar 300 segundos junto a la masa significaría morir dos días después.
Un análisis llevado a cabo por los científicos rusos también reveló que la 'pata de elefante', además del combustible nuclear –que, de hecho, representa un pequeño porcentaje del material de la masa–, contenía hormigón, arena y piezas de la cubierta del reactor. Todas estas partes se derritieron y se filtraron hacia abajo en forma de conglomerado. El material que formaba la 'pata de elefante' recibió el nombre de 'chernobilita'.
10 años después de la catástrofe de Chernóbyl sacaron nuevas imágenes de la 'pata de elefante'. Entonces la masa irradiaba 10 veces menos que anteriormente. Sin embargo, una hora junto a la 'pata de elefante' todavía era letal. Con el tiempo, la 'pata de elefante' comenzó a derrumbarse: en su superficie aparecieron grietas, pero todavía es demasiado peligroso acercarse a ella.
La 'pata de elefante' todavía irradia calor y se derrite, penetrando cada vez más profundamente bajo la base de la central nuclear de Chernóbyl. Si alcanza las aguas subterráneas, puede causar un escape catastrófico de sustancias radiactivas en las lagunas cercanas.
Se ha tratado muchas veces de eliminar esta masa. No hay posibilidad de enterrarla. El reactor de Chernóbil es una construcción gigantesca. La idea es desmantelar lo que queda del reactor 4. Según Yuli Andreev, uno de sus directores, el desmantelamiento puede tener lugar totalmente con la ayuda de robots de control remoto, evitando así la exposición de personas. Los robots dan una impresión que dista de ser convincente. Simplemente el recoger un tabo de plástico parece ya una tarea complicada para el robot. Pero hay otro Factor que reducirá aún más las posibilidades de desmantelamiento. Los altísimos niveles de radiación del interior del reactor, que a veces sobrepasan los 10.000 roentgen por hora, serían demasiado para los componentes electrónicos de los robots.
Lo pongo en ciencia porque es global.