Síndrome de Cotard
El síndrome de Cotard, también llamado delirio de negación o delirio nihilista, es una enfermedad mental relacionada con la hipocondria. El afectado por el síndrome de Cotard cree haber fallecido, sufrir putrefacción de los órganos o simplemente no existir. En algunos casos el paciente se cree incapaz de morir.
Recibe su nombre de Jules Cotard, neurólogo francés descubridor de este síndrome, al que denominó le délire de négation ("negation delirium"), en una conferencia en París en 1880.
En dicha conferencia, Cotard describió el caso de una paciente -a la que dio el apodo de Mademoiselle X-, que negaba la existencia de Dios y el diablo, así como de diversas partes de su cuerpo y de la necesidad de nutrirse. Más adelante, creía que estaba eternamente condenada y que ya no podría morir una muerte natural.
Los pacientes llegan a creer que sus órganos internos han paralizado toda función, que sus intestinos no funcionan, que su corazón no late e incluso que se están pudriendo, llegando a presentar algunos alucinaciones olfativas que confirman su delirio (olores desagradables, como a carne en putrefacción). En sus formas más complejas el paciente llega a defender la idea de que en realidad él mismo está muerto e incluso que han fallecido personas allegadas a él. Junto con esta creencia de muerte el paciente mantiene una idea de inmortalidad, como si se hubiera convertido en un "alma en pena". Aunque es un delirio típico de las depresiones más graves (psicóticas o delirantes) se puede ver en otras enfermedades mentales severas (demencia con síntomas psicóticos, esquizofrenia, psicosis debidas a enfermedades médicas o a tóxicos).
Young y Leafhead (1996, p155) describen un caso moderno de síndrome de Cotard en un paciente que sufrió daños cerebrales debido a un accidente de motocicleta:
Los síntomas [del paciente] se dieron en el contexto de sensaciones más generales de irrealidad y de estar muerto. En enero de 1990, después de recibir el alta en el hospital de Edimburgo, su madre lo llevó a Sudáfrica. Estaba convencido de que había sido llevado al infierno (lo que se confirmaba por el calor), y que había muerto de septicemia (que había sido un riesgo al principio de su recuperación), o quizá de SIDA (había leído una historia en The Scotsman acerca de alguien aquejado de SIDA que había muerto de septicemia), o de una sobredosis de una inyección contra la fiebre amarilla. Pensaba que se había "apropiado del espíritu de mi madre para mostrarme el infierno", y que seguía dormido en Escocia.
El síndrome puede aparecer en el contexto de una enfermedad neurológica o mental y se asocia particularmente con la depresión y la desrealización.