La escena final, funciona perfectamente como epílogo tras el intenso clímax en la interpretación del final de la obra del tío Vania y como resultado de la evolución de todos los personajes.
Por un lado tienes el fuerte vínculo creado tras el viaje para reflexionar a las ruinas del origen de la tragedia del drama de Watari entre ella y Kafuku. Sus mutuas confesiones sobre la culpa y la desesperación con la perdida sufrida. Su hija (de la edad de Watari), su mujer. Su madre, su mejor amiga. Ambos solitarios. Ambos perdidos. Se funden en un abrazo:
"Those who survive keep thinking about the dead. In one way or another, that will continue. You and I must keep living like that. We must keep on living. It'll be OK. I'm sure we'll be OK."
Los vemos solitarios abrazados en la inmensidad de la nieve en una ciudad perdida, a la que solo volverías para sanar heridas.
Último plano largo del coche vacío, sin sus conductores. En esa misma nieve. Perdido. Ya no hay viaje de vuelta. La decisión está tomada.
Se da paso a la representación del final de la obra de Vania, con ese inmenso clímax recitado por "Sonia" con lenguaje de signos:
"¡Qué se le va a hacer!… ¡Hay que vivir! ¡Viviremos, tío Vania!…
¡Pasaremos por una hilera de largos, largos días…, de largos anocheceres…,
soportando pacientemente las pruebas que el destino nos envíe!…
¡Trabajaremos para los demás —lo mismo ahora que en la vejez— sin saber de
descanso!… ¡Cuando llegue nuestra hora, moriremos sumisos y allí, al otro
lado de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos
padecido amargura!… ¡Dios se apiadará de nosotros y entonces, tío…, querido
tío…, conoceremos una vida maravillosa…, clara…, fina!… ¡La alegría vendrá
a nosotros y, con una sonrisa, volviendo con emoción la vista a nuestras
desdichas presentes… descansaremos!… ¡Tengo fe, tío!… ¡Creo
apasionadamente! ¡Ardientemente!… ¡Descansaremos!"
El último contra plano de la representación teatral es de Watari viendo la obra, como si esos mensajes fueran directamente hacia ella. Y de Kafuku, aceptando finalmente ese mensaje. Descansaremos.
El epílogo, funciona perfectamente como final feliz. Elipsis temporal a un tiempo presente, donde la pandemia ha tomado el mundo. Nuestra coprotagonista de la historia ha continuado su viaje. Ahora se encuentra en corea del sur, se había quedado varada en Hiroshima porque se le estropeó su coche. Ahora tiene el coche protagonista de la historia, el saab rojo (con matrícula ahora coreana) cuyo anterior dueño cuidaba mucho. Al que ella le gustaba conducir porque se notaba ese cariño puesto en él. Entendemos que su dueño se ha desligado de esos vínculos que le atraen al pasado, a su hija, su mujer, sus costumbres. Watari por fin es feliz, ya en el coche mientras conduce (es lo que lleva haciendo toda la vida y le gusta) puede proseguir su vida con la ayuda de las personas que ha conocido pese a su profunda introversión. Cuándo recibe un halago por parte del profesor Kafuku, al no saber aceptar una muestra de cariño y no echarse a llorar se refugia en el perro de la familia coreana (introvertida total). Entendemos que esa misma familia, que poseía retratos del perro como si fuese el bebé de su casa ha sido capaz de darle su posesión más querida (similar al saab rojo) a esa chica para ayudarle, y quizás para poder sanar también sus propias heridas. Se puede entender que tras el aborto sufrido por la intérprete muda de Sonia, quizás han querido sanar esa herida, intentarlo otra vez. No lo sabremos pero tiene relación con el epílogo. Al igual que nuestra protagonista ahora del epílogo, sana su herida que la vinculaba al pasado para no olvidar su culpa. Se quita la mascarilla y no hay rastro de la cicatriz que la martirizaba, con cirugía se podía quitar, no lo había hecho. Pero por fin lo ha hecho.
¡La alegría vendrá a nosotros y, con una sonrisa, volviendo con emoción la vista a nuestras desdichas presentes… descansaremos!
Sonríe, prosigue su viaje con los nuevos recuerdos de una vida más feliz. Una nueva vida en Corea. Por fin descansa un poco. Fin.
Para llorar :_(