Armstrong pierde su MARCA Leyenda
En marzo de 2004, coincidiendo con su participación en la Vuelta a Murcia, Lance Armstrong recogió de manos de Elías Israel, entonces nuestro director, el MARCA Leyenda, el trofeo de más prestigio que otorga nuestro periódico.
El que en esos momentos era cinco veces ganador del Tour se convirtió en el vigesimosexto deportista del planeta en recibir nuestro exclusivo galardón y a la entrega del mismo asistió Miguel Indurain, a quien el estadounidense había empatado a triunfos en la ronda gala. “Puede ganar el sexto”, anunció en ese momento el navarro.
Armstrong no sólo ganó el sexto, sino también el séptimo. Sin embargo, lo que aquel día reconocía MARCA no sólo eran sus éxitos deportivos, sino su lucha contra el cáncer. Sin duda, era un claro ejemplo de superación. “Quiero que sepáis que tengo la intención de combatir la enfermedad, primero, y después seguir corriendo como ciclista profesional”, había dicho el día que anunció que padecía un cáncer testicular extendido al abdomen y al cerebro.
El entonces ciclista del US Postal no sólo era uno de los deportistas más afamados y de más éxito del planeta, sino también el espejo en el que se miraban millones de personas de todo el mundo afectadas por el cáncer y con dificultades de todo tipo.
Casi nueve años después, sin embargo, Armstrong ha admitido el uso de sustancias prohibidas durante gran parte de su carrera y MARCA, no sólo por la gravedad de los hechos, que suponen un claro fraude deportivo, sino por la injusticia que sería mantenerle junto a los otros grandes campeones en nuestro salón de la fama, ha decidido retirarle del mismo.
Consecuentes con la línea editorial del periódico, que siempre ha defendido las pruebas por encima de las meras declaraciones para condenar a alguien, en MARCA hemos esperado a las evidencias para tomar esta dolorosa aunque necesaria decisión. Y ninguna prueba tiene más valor que la confesión del propio interesado.
Ahora, tras su público reconocimiento, recordamos la carta abierta que, por medio de tres periódicos, La Gazzetta dello Sport, L’Équipe y MARCA, dirigió a Dick Pound, entonces presidente de la AMA y quien había declarado en Le Monde que “el público sabe perfectamente que los ciclistas del Tour de Francia y los demás toman sustancias prohibidas”.
Carta contra Pound
Lance se erigió en portavoz del pelotón para responderle: “Estoy convencido de que soy el atleta más controlado de este planeta y jamás he tenido un resultado positivo en un control antidopaje. No tomo drogas que estimulen mi rendimiento”, manifestó entonces el texano. “El hecho de que el señor Pound afirme que yo o mis compañeros en el Tour de Francia tomamos drogas es simplemente desconsiderado e inaceptable”, añadía en unas líneas que ahora producen sonrojo.
“Señor Pound”, concluía, “si realmente desea contar con deportistas limpios, dedíquese a luchar por ello y no inicie una campaña irresponsable de acoso y derribo. Centre sus esfuerzos en la lucha contra el dopaje y deje de acusar a atletas inocentes sin más pruebas que sus propias especulaciones”. Hoy, estas palabras chirrían y hasta hacen daño, porque formaban parte de su gran mentira de la que también MARCA fue víctima.
Armstrong ya no es ningún ejemplo: engañó a los aficionados al ciclismo —y al deporte en general— y, quizá peor, a los enfermos de cáncer. Por eso, Lance ya nunca más podrá ser considerado un gran campeón, aunque aún podría redimirse si en adelante lucha con la misma firmeza de siempre por el fair play en el deporte y continúa con su labor al frente de Livestrong, su fundación contra el cáncer.