Mañana, viernes 15 de Abril, se cumplirán 22 años de la tragedia de Hillsborough. Con motivo de su aniversario y para satisfacer a cualquier curioso que se pase por aquí y le pueda interesar el tema, he abierto este thread. He preferido abrirlo aquí porque he pensado que tal vez tenga más repercusión que en el foro de deportes (espero no equivocarme). Sin más dilación, el copypasta:
La tragedia de Hillsborough (I)
Los precedentes
El fútbol en esa época era la principal fuente de ocio de la clase obrera, y eran estos, los obreros, lo que poblaban las abarrotadas gradas de pie de los campos del mundo entero pero, sobre todo, en Gran Bretaña. Los estadios eran viejos, y estaban plagados de incomodidades. No había salidas de emergencia, ni tornos, ni Stewards y hasta los aseos parecían una quimera. Los estadios eran un amasijo de hierro y madera. Ir al fútbol en esas condiciones no solamente era irritante, si no también peligroso en muchos casos.
Además, Inglaterra sufrió durante la década de los ochenta una brutal crisis económica que repercutió en la escasez de empleo, propiciando que el fútbol sirviera de refugio para muchas personas con un profundo odio acumulado por la sociedad en la que les estaba tocando vivir y que entendieron que el fútbol podía servir para focalizar todas sus frustraciones. Así nacieron muchas sub-culturas juveniles, y así se extendió el hooliganismo rápidamente por el fútbol inglés.
En el fútbol británico se han producido varias tragedias mortales en los campos de fútbol, y el Liverpool ha sido protagonista principal de dos de ellas, aunque con un origen bien diferente.
En la final de la Copa de Europa de 1985, disputada en el estadio de Heysel (Bruselas), no hubo otro culpable más que los aficionados del Liverpool que provocaron varias avalanchas contra los seguidores juventinos que ocupaban las localidades adyacentes, dando como resultado 39 muertos y casi 600 heridos. Es cierto que hubo una gran falta de previsión en cuanto al número de policías y ambulancias que deberían haber acudido al estadio, pero lo cierto es que la tragedia fue fruto de la sinrazón de los hooligans de Liverpool. El caso de Hillsborough fue bien diferente, pero ese tema lo abordaremos en los próximos posts.
Quizá el primer gran desastre del fútbol inglés fue en un partido de Copa de Inglaterra de 1946, entre Bolton y Stoke, en el que por la acumulación de espectadores, un muro se venció y cayó sobre los espectadores causando 32 muertes.
Hace cuarenta años tuvo lugar otra desgracia en el fútbol británico. Fue en Ibrox Park, campo del Glasgow Rangers. Acababa de finalizar el partido entre Rangers y Celtic cuando una de las vallas metálicas del estadio cedió y se llevó la vida de 66 espectadores.
En 1985 también se produjo otra tragedia en la liga inglesa. Fue en un encuentro de tercera división entre Bradford City y Lincoln City, en el estadio Valley Parade. Poco antes del final de la primera parte se originó un incendio en la tribuna principal, la cual databa del año 1908, y la mayor parte de los espectadores saltaron al terreno de juego para ponerse a salvo. Aquellos que decidieron escapar por los tornos de entrada quedaron atrapados en el infierno, debido a que las puertas habían sido cerradas para evitar que los espectadores entraran sin pagar. Las investigaciones posteriores determinaron que la causa del incendio había sido un cigarro o una cerilla mal apagados, que junto con los restos de basura acumulados durante años bajo los asientos y la madera de las gradas produjeron un efecto devastador. En tan sólo cuatro minutos el fuego se extendió por toda la grada provocando su caída.
Como se puede ver, ninguno de los casos relatados sobre las tragedias de Bolton, Glasgow o Bradford fueron causados por los espectadores si no más bien por la falta de medidas de seguridad y por lo inadecuado de las instalaciones donde se acumulaban los espectadores. Este último desastre sirvió para que las autoridades decidieran que había tomar medidas para mejorar las condiciones en las que se disputaban los partidos, algo que no pasaría hasta después de la tragedia de Hillsborough.
La tragedia de Hillsborough (II)
Así sucedió.
La tarde del 15 de abril de 1989 pasó tristemente a la historia del Liverpool FC, del fútbol británico y también a la del fútbol mundial. La fiesta del fútbol se convirtió en tragedia, marcando para siempre las vidas de toda una afición y de toda una ciudad. Así más o menos transcurrieron los hechos que acabaron con la vida de 96 supporters del Liverpool en la grada de Leppings Lane del estadio de Hillsborough en Sheffield.
Hablar del Liverpool de finales de los 80, es hablar de un equipo casi invencible. El equipo que desde el banquillo dirigía Kenny Dalglish era una máquina perfectamente diseñada y engrasada para ganarlo todo. Su autoridad en el fútbol británico, era incontestable y no son pocos los que aseguran que de no haberse impuesto la sanción que apartaba a los equipos ingleses de disputar competiciones europeas tras la tragedia de Heysel cuatro años atrás, aquel equipo hubiese conquistado alguna Copa de Europa más para las vitrinas de Anfield.
Aquel equipo de los Rush, Aldridge, Beardsley, Barnes, Whelan o Houghton, levantaba pasiones y movilizaba enormes masas de aficionados a lo largo del territorio británico en cada uno de los desplazamientos del equipo. La semifinal de la FA Cup entre el Liverpool y el Nottingham Forest a disputarse en el estadio de Hillsborough no sería una excepción y un importantísimo número de aficionados reds se desplazó hacia Sheffield, repitiendo semifinal, mismo escenario y mismo rival que el año anterior.
La FA determinó que la distribución de los supporters en el estadio quedaría de forma que la grada de Leppings Lane alojaría a todos los supporters del Liverpool, mientras que la grada también denominada "Spion Kop", como en Anfield, estaría delimitada para los aficionados del Forest. Leppings Lane era una grada con menor capacidad (14.000) que la de Spion Kop (21.000). Muchos aficionados criticaron ese emplazamiento cuando sabido era que el año anterior muchos aficionados del Liverpool que asistieron al encuentro denunciaron altos niveles de aglomeración en esa grada.
Aún así, gran número de supporters se desplazaron desde Liverpool a Sheffield. La tarde era auténticamente primaveral y plácida, pero rápidamente los exteriores del estadio empezaron a atiborrarse de aficionados. La tensión se incrementaba a cada minuto que transcurría camino del inicio del partido fijado a las 15:00 de la tarde. Media hora antes del inicio del partido, la grada de Leppings Lane ya estaba totalmente abarrotada de supporters. Mientras tanto en los exteriores, miles de aficionados trataban de tener acceso al recinto.
Un Oficial de policia emitió una petición para retrasar el inicio del partido, hasta que la situación en los exteriores fuese totalmente controlada. La petición fue denegada por el máximo responsable policial el Superintendente Duckenfield. Otra petición fue abrir la puerta "C" de salida para tratar de aliviar la presión en los tornos del exterior. También fue denegada para evitar el acceso incontrolado a las gradas. A falta de diez minutos para iniciarse el encuentro, el clamor de los aficionados en el interior del estadio cuando saltaron los jugadores, avivó mucho más los ánimos en el exterior y las primera avalanchas para tratar de acceder a las gradas se iniciaron. Finalmente la policía comandada por Duckenfield desbordada decidió abrir las puertas de salida. La tragedia había empezado.
La multitud se dirigió hacia las bocas de acceso a las gradas creando un auténtico cuello de botella. Esas bocas conducían a un único túnel que daban acceso a las zonas centrales de la grada. Esas zonas centrales se abarrotaron de una enorme multitud de personas, cuando los supporters alojados en las zonas laterales del gol gozaban de espacio suficiente. En cuestión de minutos, los supporters ya alojados en las gradas eran empujados por los supporters que trataban de acceder a las mismas creando una situación de tremenda aglomeración.
Mientras tanto, en el terreno de juego los jugadores de ambos equipos iniciaron el partido, sin ser conscientes de la magnitud de lo que estaba aconteciendo a sus espaldas. Seis minutos después del silbato inicial, el árbitro del encuentro a instancias de la Policía ordenó a los equipos retirarse a vestuarios, tras ser advertido de que un gran número de aficionados saltaban las vallas accediendo al terreno de juego. No era un acto incívico. Se trataba de pura supervivencia.
Muchos de los aficionados que tomaron el césped trataron de arrancar con sus propias manos las vallas metálicas que aprisionaban a la multitud para darles acceso al campo. Otros muchos desde la grada superior trataban de subir con bufandas o camisetas a cuántos aficionados sitos en la grada inferior podían. La presión de la avalancha humana fue tan devastadora, que hasta los postes anti-avalanchas fijados en las gradas quedaron reducidos y doblados como plastilina.
Con la tragedia ya consumada, la falta de previsión organizativa y la inoperancia policial, cobraron mayor relevancia si cabe. Hoy día cuesta creer que para un evento deportivo de gran importancia, tan solo dos ambulancias sean destinadas para las posibles asistencias médicas. Pero así sucedió aquella tarde. La primera ambulancia no hizo acto de presencia en el césped hasta más de media hora de haberse producido la tragedia.
94 personas fallecían aquella tarde en la grada Leppings Lane del estadio de Hillsborough de Sheffield. Otras 766 sufrieron heridas de diferente consideración. Cuatro días después, moría la víctima número 95, mientras que la víctima número 96, fallecía casi cuatro años después, tras permanecer ese tiempo conectado a una máquina en estado totalmente vegetativo.
Toda la ciudad de Liverpool quedaba bajo un completo estado de shock. La conmoción era absoluta. Todo el mundo conocía o tenía algún tipo de contacto con alguna de las víctimas. No importaba ser Red o Toffee. Rápidamente el estadio de Anfield se erigió en improvisado templo donde ir a ofrecer testimonialmente el pésame y las condolencias a las víctimas. The Kop casi instantáneamente se llenó de bufandas y de ramos de flores. Una vez la mítica grada no pudo alojar más elementos con que homenajear a las victimas, se utilizó el césped que quedó cubierto también de banderas, camisetas, bufandas y sobre todo flores.
La afición del Everton se solidarizó majestuosamente con la afición de su eterno rival y en una improvisada iniciativa se decidió unir los estadios de Anfield y de Goodison Park anudando alternativamente una bufanda red con otra blue. Tras aquella tarde, la ciudad de Liverpool no volvió a ser la misma.
La tragedia de Hillsborough (III)
Las consecuencias
Esta tragedia trajo consigo la remodelación de los estadios y de nuevos sistemas de seguridad en el fútbol británico, que fueron extendiéndose a otras partes del mundo. Pero lo que hace que este suceso sea una herida, que aún sigue abierta 22 años después, es la sentencia que dictaminó un juez en 1991, donde declaró en su veredicto que los fallecidos en la tragedia lo fueron por muerte accidental. Las pruebas, los testimonios de testigos y los posteriores comentarios de policías indican que hubo negligencia por parte de la policía y las fuerzas de South Yorkshire, y por lo tanto debieron ser culpables por homicidio. Además The Sun publicó lamentablemente una serie de mentiras que culpaban a los seguidores del suceso, acusándolos de propiciar los hechos y de entorpecer la labor de la policía y los sanitarios. Nadie se ha olvidado de tal ofensa, por mucho que sigan pidiendo perdón.
Por si la ciudad de Liverpool no tenía suficiente dolor con la pérdida de 95 supporters, (el último hincha falleció cuatro años después), el día 19 de abril de 1989, cuatro días después del suceso, The Sun hizo que, a ese dolor, se le unieran el odio y la rabia.
Kelvin MacKenzie, editor del periódico en ese entonces, puso en los rotativos una noticia falsa sobre lo acontecido en Hillsborough con una portada que ponía en letras grandes "THE TRUTH" (la verdad), acompañado de una serie de puntos en los que acusaba a los aficionados de robar a las víctimas, orinar sobre los valientes policías y golpear a los sanitarios.
La noticia profundizaba en que los aficionados borrachos forzaron las puertas, lo que provocaría la tragedia, que atacaron a policías y fuerzas de South Yorkshire, imposibilitando su trabajo, y todo ello basado en la declaración de un policía, presentado como anónimo, donde ese supuesto agente decía que habían abusado de una niña muerta, además de haber visto como orinaban sobre las víctimas y los policías.
Todo esto provocó una gran y justificada indignación en la ciudad de Liverpool, que aún no ha cesado, siendo el único periódico de tirada nacional vetado por el club. El periódico fue boicoteado, apenas se han vendido ejemplares en la ciudad, y en esos días se pudo ver como se robaban los periódicos para después quemarlos en hogueras improvisadas. Las cifras de ventas de The Sun en Liverpool ronda los 12.000 ejemplares, siendo muy inferior a los 200.000 de antes de la gran infamia.
Kenny Dalglish, en su autobiografía, cita una conversación que tuvo con Kelvin MacKenzie:
'Kelvin MacKenzie, editor del The Sun, incluso me llamó: "¿Cómo podemos corregir la situación?", dijo, "¿Conoces ese gran titular? 'LA VERDAD'", le contesté. "Todo lo que tienes que hacer es poner "MENTIMOS" con el mismo tamaño. Entonces podrías estar en lo correcto." Mackenzie, dijo: "No puedo hacer eso". "Bueno", le respondí, "No te puedo ayudar entonces." Eso fue todo. Colgué el teléfono. La gente de Merseyside se sintió ultrajada por The Sun. Un gran número sigue sintiéndolo'.'
Quince años después trataron de disculparse, publicando que fue el error más grave de su historia, pero el daño estaba hecho y era muy profundo.
Margaret Thatcher, preocupada por la tragedia de Heysel, la violencia de los hooligans, los incidentes en el europeo de Alemania 88 y la nueva tragedia en Hillsborough, mandó al juez Taylor investigar sobre lo que había ocurrido en el último suceso.
El informe Taylor, que fue el resultado de la investigación por parte del juez Taylor sobre los hechos, dictaminó que la culpabilidad debería recaer en la negligencia policial , así como en la lamentable organización en general del evento deportivo. Además demostró que todas las acusaciones de policías anónimos que fueron publicadas en The Sun estaban distorsionadas o habían sido inventadas.
Se hicieron dos informes, uno provisional que estableció lo que había sucedido en ese día y las conclusiones inmediatas, y otro informe sobre las recomendaciones generales de cómo debería ser un campo de fútbol seguro.
Los puntos más importantes del informe Taylor, que cambiaría la fisionomía de los estadios, primero en Gran Bretaña, y después en otras ligas mundiales, son:
La supresión de los vallas que rodean al campo de juego.
La obligatoriedad de que todo el público asistente se encuentre sentado.
Una mejora en los accesos que permita la evacuación rápida en caso de ser necesario (con las salidas claramente identificadas y visibles).
El reemplazo de los agentes pertenecientes a la policía por los llamados “stewards”, civiles capacitados para organizar grandes grupos y mediar en caso de ser necesario, sin el perfil represivo que caracteriza a los agentes policiales.
La prohibición de vender tickets en los estadios en el día de partido, y la priorización de la venta de abonos por la temporada completa.
La instalación de cámaras de vídeo que registren lo que sucede en las tribunas.
La aplicación del derecho de admisión en los estadios y la confección de un “registro de hinchas” que recoge información del público que asiste al fútbol.
Pero para los familiares, amigos y conocidos de las 96 víctimas, supporters del Liverpool y muchas otras personas que siguen a otros clubes siguen pidiendo justicia.
La justicia que se les fue negada cuando en 1991 un juez dictaminó que habían sido unas muertes accidentales; cuando el médico forense, el Dr Popper, limitó su investigación hasta los nueve minutos después de la suspensión del partido, dejando sin examinar la respuesta tardía de la policía y de los servicios de emergencia; cuando David Duckenfield, superintendente en ese entonces, dio la orden de abrir las puertas que dieron el acceso a unas gradas que ya no podían permitir más aforo a aficionados que venían de fuera, donde además se engañó a la FA diciendo que habían sido los aficionados los que le obligaron a abrirla (la acusación fue abandonada cuando un médico lo declaró no apto para enfrentarse a un juicio y se retiró por jubilación médica cobrando su sueldo completo de policía); cuando no se procesó a Bernard Murray, otro oficial de guardia, al declarar que era injusto procesarle a él cuando no se le procesaría a Duckenfield; y una justicia que se les ha sido negada durante 22 años, cuando aún existen archivos ocultos, ha habido pruebas manipuladas por policías y encubrimientos para no culpar a ningún servicio público.
En el 2009, la ministra del interior, Jacqui Smith, pidió que se hicieran públicos los archivos secretos en relación a Hillsborough. El 8 de marzo del 2011, el Grupo Independiente de Hillsborough anunció que examinaría esos documentos para determinar qué fue lo que ocurrió a partir de esos nueve minutos después de la suspensión del partido (3:15 p.m.), límite impuesto durante la investigación de 1991. "Tenemos una gran amplitud para analizar todos los documentos relativos al contexto, circunstancias y consecuencias de la tragedia."
Por todo ello, los hinchas seguimos reclamando justicia veintidós años más tarde .
JUSTICE FOR THE 96