Y no, haber sacado una carrera universitaria o aprobar una oposición no te hace válido para ello.
Estoy bastante convencido que a día de hoy existe muy poca gente que accede a la docencia por verdadera vocación, y esto, es un grave problema. A menudo se pueden leer noticias de profesores quejándose de las "junglas" con las que tienen que maniobrar cada año, las cuales no pocas veces derivan en bajas por depresión y sucedáneos.
En este tipo de noticias se suele culpar de ello a los propios alumnos, inmaduros, sinvergüenzas y despiadados... y, en mi opinión, es completamente erróneo. La culpa no la tienen esos chavales de 14-18 años, con las hormonas revoloteando cada esquina de su cuerpo y con un cerebro, aún por desarollar, gobernado por la inconsciencia.
La culpa es del profesor, de su carencia de autoridad, concretamente. Entre otras aptitudes y actitudes.
Si un buen lunes cualquiera accedes al aula y tu sola presencia no ha sido suficiente para hacer que todos los alumnos presentes tomen asiento, hagan silencio y te den paso para empezar la lección, entonces has fallado como docente. Y así, como docente fallido, deberías ser expulsado inmediatamente de la docencia.
Poder ejercer de docente, y acceder a la formación para ello, debería ser un maldito privilegio. Un privilegio sólo alcanzable para aquellos que son psíquicamente, técnicamente y académicamente excelsos. Un privilegio que debería ser recompensado.
La gran mayoría de docentes actuales no lo son. Se derrumban, lloran por cualquier chiquillada. No saben tomar el control de sus aulas ni de sus alumnos. Carecen completamente de esa mentalidad y personalidad fuerte necesaria para mantener a los chavales callados y motivados durante sus explicaciones.
Sin más, esta es mi opinión.