No, no, no. Tú no. No seas otro de esos que quiere estudiar medicina. Huye de esa carrera. Jajaja, huir de una carrera ¿eh? ¿Qué te parece ese giro rocambolesco? Hacer una carrera para escapar de una carrera. El bucle interminable. La mierda. Corre para pelártela y correr que te las pelas. O correr por pelas. O pelar correas. Tío no me líes. Vamos a centrarnos.
Estás a punto de empezar bachillerato, por lo cual intuyo que tienes 16 años, para 17. ¿En serio? ¿Medicina es tu última palabra? ¿Si murieses ahora mismo querrías que se te recordase como aquel chico que quería estudiar medicina? ¡JODER! Con 16 años yo estaba pensando en dejar de estudiar y montar negocios que me hiciesen rico. Mira, de hecho los tengo apuntados en una libreta. Voy a transcribirte algunos:
• Vender expendedores de insulina en medio de la calle.
• Reconvertir las cabinas telefónicas en máquinas de videojuegos.
• Conquistar Guatemala.
• Sentarte en las escaleras de un portal con un cartón en el que esté escrito: Dame dinero o sonríe al francotirador.
• Domesticar palomas.
• Ir a un cementerio, abrir las tumbas, robar las trajes y vendérselos a Zara.
• Generar una empresa por internet que envíe spam. El asunto del mensaje del spam es un spoiler muy fuerte que te revienta cualquier estreno de película o serie que vaya a salir. La gente tiene que pagar para dejar de recibir ese spam.
Tío, no sé, la vida no es blanco y negro. No es bachillerato y medicina. Yo te intento enseñar a ver más allá del muro. Considérame tu Mesías. Considérame tu Redentor. Bésame y deja que los gérmenes de mi boca pasen a la tuya. Si enfermas, algún medico en la sala te podrá ayudar. Olvídate de la medicina. Olvídame. Ya es tarde.