Mi primer contacto con el WoW fue en la Burning, mi primer personaje creado, un enano. Primero hacías las misiones de tutorial y avanzabas durante un par de horas hasta que algo llamaba tu atención a lo lejos, una cuesta empinada y nevada que te lleva a un portal enorme con dos estatuas gigantescas a sus lados de dos enanos, y que parece adentrarte hacia el interior de la montaña.
El resultado, Forjaz, capital de los enanos, en la que te sientes aún más diminuto de lo que tu personaje ya es de por si.
¿Por qué elijo Forjaz? Primero porque me encantan los enanos, esa personalidad dura y cabezota, pero siempre noble y trabajadora. Segundo, porque estar en una ciudad creada dentro de una montaña y a golpe de martillo y yunque es algo increíble. Tercero, por esa calidez que te da las fraguas y la lava en el interior de la ciudad, y esas tabernas llenas de enanos con su jarra de cerveza de hidromiel dispuestos a pillarse una buena cogorza. Y por último, porque en ella también conviven los simpáticos gnomos, y gracias al tren de la ciudad te plantas en un pis pas en Ventormenta, ciudad de los humanos y capital de la Alianza, por lo que siempre conocerías a gente nueva e interesante, además de a nuevos camaradas para tus aventuras.