El caos, el hombre contra el hombre, una vez más se desató la ira, el fuego, la muerte… ¿Quien nos creo así? ¿Por qué ese odio?… ¿Por qué imponer la voluntad con las armas? ¿Por qué no simplemente usar la palabra?, ¿Por qué malgastar la inteligencia del hombre para destruir? ¿Por que no para crear? Solo espero que el hombre aprenda de esto, que no se repita, la memoria debe perdurar en nuestros hijos. Cada año acudo a las calles de Londres a celebrar con los viejos camaradas el fin de lo que fue el peor periodo en la historia de la humanidad. Vestimos nuestros uniformes de veteranos con nuestras medallas ganadas con sangre y lágrimas. Me apena pensar y ver que cada año somos menos. Los que podemos relatar parte de lo que allí ocurrió, somos la memoria viva, no desatiendas mis palabras, yo estuve allí y se lo que es luchar para sobrevivir, se lo que es ver a un pueblo subyugado, se lo que es ver a un niño muerto entre los escombros junto a su juguete favorito, se lo que es la destrucción masiva, se lo que es el miedo, se lo que es la guerra en definitiva, es el caos y la perdición del hombre.
“Cuando dos elefantes se pelean es la hierba la que sufre”.
George Murrel, filosofo ingles.
22 de Enero de 1944
Lazio, Anzio
57 Km. Al sur de Roma.
110 Km. Noroeste de la “Línea Gustav”
Miré a mi alrededor, veía las caras de mis compañeros, unos nerviosos, los otros tratando de no parecer asustados y los demás entre vomitos y llorando - vaya panorama, pensé – busqué en uno de los bolsillos de mi casaca y saqué mi reloj, exactamente las dos de la madrugada. Revisé que el cargador de mi Garand estuviera colocado perfectamente. Subitamente comenzamos a oir silbidos y a ver el fuego de los cohetes en el aire, me levanté de puntillas para poder ver algo a lo lejos en la playa, casi perdí el equilibrio cuando el transporte de desembarco chocó furiosamente contra una ola. La voz del teniente llego hasta todos nosotros, pude ver la furia de los cohetes y de la artillería barriendo la playa, sentí un nudo en el estomago el olor a salitre me produjo nauseas e hizo que diera varias arcadas, aun así logré mantenerme algo sereno si se podía decir asi.
Quiero un despliegue rapido, no pareis hasta llegar a resguardo en la primera linea de alambradas, una vez allí usar las pertigas explosivas, si os desorientais preguntad por vuestro mando directo, buena suerte a todos y que dios os bendiga – el teniente se giró hacia los sargentos y comenzo a dar las ultimos retoques al plan de ataque –
El sargento Ian Collins se abrió paso hasta llegar hasta nosotros, el transporte choquó contra una nueva ola haciendo que el agua salada llegara hasta nosostros en forma de llovizna vaporizada, cerré los ojos y dejé que el agua bañara mi cara y respiré profundo.
Bien caballeros – comenzó el sargento – se trata de crear una cabeza de playa para el desembarco posterior de nuestros blindados y la artillería, vamos a llegar hasta el borde de las alambradas, justo en la linea de ese montón de casas y eliminaremos la oposición, desplegaros rápido, parece fácil y lo es, asi que hagamoslo rápido y terminemos con esto. Un grito sonó a nuestras espaldas, y se oyó claramente, ! un minuto!, senti un vuelco en el estomago la bilis llego hasta mi boca y no pude retenerlo. Vomité, senti mis musculos en tensión, respiré hondo una vez más y me dispuse a desembarcar.
La inercia del transporte chocando contra la arena hizo perder pie a mas de uno, la rampa descendió y emprendimos una diabolica carrera hacia la playa, he de decir que cuando has tenido experiencia en otros desembarcos, sabes a lo que te expones, ya una vez había probado la eficiencia de las MG-42 alemanas, con lo cual lo único en lo que piensas es en abandonar el maldito bote cuanto antes, aun pisando a tus propios compañeros, pero nada ocurrió, ni un disparo, ni una mina, nada.
Traté de correr lo más rápido que pude hasta alcanzar la linea de las casas, algunos ya habian llegado y se disponían a montar las pertigas. Todo aquello era muy extraño los alemanes ni siquiera habían desplegado un nido de ametralladoras o morteros batiendo la playa - demasiado fácil, esto no puede ser – giré en redondo y ayude a un compañero a montar uno de los explosivos, acto seguido lo colocó y oí el grito ! fuego en el agujero !
Agaché mi cabeza y moví mi cuerpo hasta adoptar la posición fetal, agarré mi casco con las dos manos y abri mi boca para evitar que la explosión y la honda me dañaran internamente, el estampido me ensordeció y note un pitido agudo en ambos oidos, los cascotes y la arena inundaron la atmosfera alrededor, que se hizo casi irrespirable. Me aferré a mi Garand y me dispuse al asalto, trate de divisar algun nido de ametralladoras, algun bunker oculto algo que me diera una pista de la position de los alemanes, pero seguí sin encontrar nada.
Días mas tarde supimos lo que ocurrió realmente con las divisiones alemanas en Anzio. Al anochecer de aquel día casi el setenta por ciento de las tropas estaban en tierra, y mas de tres mil vehiculos habían sido desembarcados junto con los suministros necesarios, y ninguna nueva sobre los alemanes. Solo habiamos tenido noticias de que un grupo de compañeros había sido atacado con piezas de artillería de largo alcance desde los montes albanos por parte de alemanes del XIV Ejército de Mackensen.
Minutos después todo cesó, solo eso, y allí continuamos a la espera de alguna respuesta por parte de las fuerzas del eje pero esta no se produjo, aquello era irreal, no podía ser tan fácil, si el mayor general John P. Lucas hubiera dado la orden de avance todo hubiera cambiado en esta historia, pero la precaución no es mala consejera, aunque solo a veces. En breve sabriamos lo que cuestan los fallos tácticos en una guerra.
Continuará siempre y cuando os guste, espero que así sea, esto es solo una introducción se que puede ser un pelín aburrida para algunos pero espero que con la acción las siguientes mejoren. un saludo a todos