Esto es un texto que me crucé por la internet hace unos muchos años. Espero que no esté repe y todos los créditos a su creador allá donde este. Toma una bebida, acomódate y lee tranquilamente. Fuente
Ya lo he dicho muchas veces. Final Fantasy IX es, para mí, uno de los 10 mejores videojuegos que se han hecho nunca. Una obra de arte que trasciende de la mera diversión, objetivo final de un videojuego, para convertirse en una lección moral sobre la vida.
¿De qué va Final Fantasy IX? Probablemente si le preguntas esto mismo a 10 personas distinas, que obviamente se lo hayan pasado, cada uno te responderá una cosa diferente, y la mayoría, además, estarán equivocados. Seguramente la respuesta más común sea la de “hay que matar a un tipo que se parece a Vegeta y que quiere dominar el mundo”. El argumento de los necios, los que no saben ver más allá del “Kuja es un narcisista” o “es un juego infantil porque manejamos a personajes cabezones”.
Final Fantasy IX, como la mayoría de los grandes juegos (y cuando digo grandes, me estoy refiriendo a GRANDES, no a Zeldas, Marios y demás títulos cuyo objetivo único es divertir), tiene un argumento superficial, simple, con el que la gente poco avispada -llamémosles así- se quedan. Después, si ahondamos en él, descubrimos un abanico increíble de lecturas, mensajes e interpretaciones que sólo si estamos capacitados a entender podremos hallar.
Sigo tras el salto, que esto es bastante largo. SPOILERS a granel de TODO el juego (final inclusive), aviso.
¿Qué temas son los que trata Final Fantasy IX? Muchos, muchísimos. Y hablar ahora de cada uno de ellos me llevaría incontables páginas (creedme). Pero hay algo que destaca por encima de todo. Un mensaje que sobrevuela con una magistral elegancia durante toda nuestra aventura, casi desde el principio, hasta los mismísimos créditos del final. Y que, como ya habréis deducido del titular, no es otra cosa que la muerte.
Final Fantasy IX es una brillante reflexión sobre la vida y la muerte. Sobre el miedo que tienen los seres humanos a ella. Lo más increíble de todo esto es que esta reflexión se nos hace a través de un ser que no es humano, sino un muñeco. Es la paradoja de Final Fantasy IX. Vamos a hablar de ello.
Me vais a disculpar, pero me voy a ahorrar las presentaciones de algunos personajes, puesto que si estáis leyendo esto, debéis conocer de sobra todo lo que os voy contar a continuación.
Vivi, posiblemente el mejor personaje que Squaresoft ha hecho jamás, fue creado por Kuja para su ejército de Magos Negros. Por alguna extraña circunstancia logró escapar y Quan, maestro de Quera, decide “adoptarlo”. Desde ese instante, Vivi empieza a conocer la vida, a pesar de ser alguien creado exclusivamente para quitársela a los demás.
La relación entre Quan y él empieza a ser cada vez más íntima, hasta el punto de que Quan llega a considerarlo como un hijo. En el mejor momento de su relación, cuando Vivi empieza a adaptarse a algo que ni él ni nadie de los de su especie ha conocido, el tener la figura de un ‘padre’ cerca, Quan muere. Es en ese instante (una semana antes de los sucesos que abren el juego), cuando Vivi tiene su primer contacto con la muerte. Obviamente él no entiende lo que ha pasado, nos cuenta que, simplemente, un día, su ‘abuelo’ dejó de moverse. Como un niño que no conoce nada de la vida, que un día un ser querido se le muere y la única explicación que recibe de su familia es la de ‘se ha ido muy lejos y no va a volver’.
Se le dice esto porque alguien que no conoce nada de la vida es incapaz de razonar la muerte. No lo comprende, no entiende por qué alguien ‘deja de moverse’, pero lo acepta y sigue su camino.
Tras unas cuantas horas de juego, Vivi descubre, en la Aldea Dalí, que no es como los demás. Sino que es un muñeco fabricado por humanos. Y es en este momento cuando recibe el segundo gran palo que la ‘vida’ -¡qué paradoja!- le da. Desde ese momento, hasta que acepta lo que es, el juego nos bombardea con dilemas y pensamientos existencialistas.
Es algo que daría para otra entrada, y aunque es importante para entender el comportamiento y personalidad de Vivi, no quiero desviarme mucho del tema principal del que os estoy hablando, así que vamos a pasarlo un poco de largo.
Cuando ya llevamos bastantes horas de juego conocemos por primera ver la Aldea de los Magos Negros. Un sitio donde los seres de la misma condición que Vivi, que han conseguido ‘escapar’ de Kuja, se reunen para, simplemente, ‘vivir’ una vida normal.
Es en esta zona cuando nuestro chiquitín vuelve a enfrentarse de nuevo con la muerte, al visitar el cementerio de la aldea.
Una vez más, como un niño que está aprendiendo a vivir, no sabe lo que está viendo. Le pregunta al jefe de la aldea que qué hay ahí, y él le responde que están enterrados todos sus compañeros que han dejado de moverse.
Vivi descubre que lo de su abuelo no fue algo extraño y casual, gente como él, de su mismo aspecto, también dejaban de moverse. En ese momento empieza a plantearse que, quizás, si ellos han ‘muerto’ (aunque siempre intenta evitar esta palabra), a él también le podría pasar algún día.
Vivi, con su total y pura inocencia, propia de un niño de su edad (en realidad tiene seis meses), le pregunta que por qué la gente deja de moverse, a lo que el jefe responde que es imposible saberlo. “Algunos durán más, otros menos, pero lo que es seguro es que todos tienen una fecha de caducidad”. En el juego llegan a incluso a definirlo como un defecto de fabricación. Un defecto que, tristemente, todos tenemos.
No me cansaré nunca de repetirlo, la reflexión sobre la muerte que se nos presenta en este juego a través de un ser no humano, el paso de su total ignorancia a la comprensión y aceptación de esta, es una de las cosas más jodidamente brillantes que se han hecho nunca en toda la historia de los videojuegos. La empatización TAN grande que sentimos hacia Vivi, a causa de esto, es difícilmente explicable con palabras.
Pero esta idea, el miedo que se tiene a la muerte, y que en especial Vivi comienza a experimentar desde ese momento, no queda anclada en este punto del juego, sino que conforme vamos consumiendo horas, va madurando y tomando forma.
Es en el final donde llega a su auge, cuando Kuja, un ser que cree ser inmortal, descubre que él también tiene ‘fecha de caducidad’. El terrible miedo hacia este hecho le hace volverse completamente loco y decide que si al final todos van a morir, ¿por qué esperar? Como ser egoista que es (o, al menos, lo que demuestra ser hasta que es derrotado por Yitán), considera que si él no puede seguir viviendo, los demás tampoco.
Al ser vencido suelta una frase que nos hace ver lo tremendamente vulnerable que es con este tema y nos esclarece el por qué de su comportamiento en el tramo final del juego:
“Bah.. yo moriré de todos modos…
La muerte me salvará del miedo”
Tras ese momento aparece Tiniebla Eterna para, por fin, hacer que comprendamos aquello que Final Fantasy IX nos ha intentado decir durante toda nuestra aventura. Mucha atención al discurso:
“El miedo existe en el corazón de todo ser, sin excepción, desde el momento en que comienza a vivir. La vida es un juego cruel… Os enfrentáis unos a otros, matáis para sobrevivir… Siempre bajo la sombra implacable de la muerte que llegará algún día. Cuando la muerte se acerca, y os dais cuenta de que no podéis vencerla, se despierta el miedo en vuestro interior… Cuanto más teméis a la muerte más os negáis a aceptarla, y termináis desarrollando un sentimiento de odio a la vida y de envidia a todos los seres vivos. No es posible escapar a este miedo inmenso. La única salvación se encuentra en la destrucción total. Derrotado por su propio miedo, Kuja llegó a la conclusión de que destruyendo el Mundo Cristalino se salvaría.”
“En ese instante he hallado la respuesta. El objetivo de todo lo que existe en este universo es extinguirse… Esperaba que alguien me guiara hasta la respuesta. Ahora que ya la tengo, no puedo permitir que el mundo siga existiendo.”
“Tengo una única misión… Restaurar el mundo de la nada, donde nada sea creado, donde no haya crecimiento ni desarrollo, y tampoco un Mundo Cristalino… Obviamente, tampoco existirá el miedo… Es el mundo que vosotros en realidad deseáis…”
Por si no queda claro, aunque el texto habla por sí solo, Tiniebla Eterna es la encarnación metafórica de la muerte y nace del miedo que tienen los seres humanos a ella.
“El instinto de aferrarse a la vida a toda costa demuestra que padecéis de esa enfermedad incurable llamada “deseo de vivir”. Algún día el miedo se apoderará de vosotros y elegiréis el camino de la destrucción, como Kuja… La aniquilación del todo y de vosotros mismos. Si nacéis para ser destruidos, es como si no existierais desde el principio… Toda vuestra existencia es una paradoja…
No hay que renegar de las respuestas que uno mismo ha encontrado. Todo es nada, esa es la pura verdad. Volved a la nada… No os resistáis… pues es el deseo de todos los seres vivos.”
Él o ella (en realidad es una entidad sin género) considera que un ser cuyo objetivo final es morir, no merece ser creado. Es el miedo a la muerte, inherente al ser humano, el culpable de los grandes males de la humanidad. Pues es precisamente por culpa de ese miedo por el que se matan unos a otros. Sin vida no hay miedo a la muerte, así que lo mejor es que todo vuelva a la nada, donde no hay vida.
Evidentemente este es un pensamiento extremadamente radical pero que nos sirve para demostrarnos la crudísima realidad de la vida. Algo que cualquiera, con una mínima inquietud, más de una vez se ha debido de plantear.
Gracias a su deseo de vivir, Yitán y compañía consiguen que Tiniebla Eterna no siga con su plan de destruir toda la existencia. Pero, puesto que este no es un enemigo normal y corriente, al irse asegura que siempre estará presente, puesto que mientras haya vida, y por tanto, muerte, él siempre existirá.
PISTA para los que acusan a este enemigo de ser un pegote de relleno: Tiniebla Eterna no es derrotado porque Yitán le da con su espada en el lomo hasta que se desangra. Tiniebla Eterna es derrotado por el deseo TAN grande de vivir que tiene el grupo. El combate es un mero envoltorio, una alegoría que representa cómo el deseo de vivir consigue sobreponerse al miedo a la muerte.
Obviando el argumento ‘principal’ y superficial con el que se quedan los necios, Final Fantasy IX termina con una ‘carta’, un mensaje, que Vivi, ya muerto, nos transmite a nosotros. Un mensaje en el que prácticamente se nos resume todo lo que hemos debido de aprender jugando a este maravilloso juego:
“Cada día, les hablaba de Yitán… Les contaba cuánto nos había ayudado…
Y que nos había enseñado la importancia de vivir…
No importa cuánto vive uno… sino cómo.
Eso lo aprendí de vosotros.
Me enseñasteis que la vida no tiene sentido si no nos ayudamos unos a otros.
Separarse no es algo triste, ¿verdad? Aunque estés lejos de alguien, puedes sentir su presencia en tu corazón.
Es otra cosa que aprendí de vosotros…
Yo no sabía para qué había nacido…
Ni qué quería hacer con mi vida.
Vosotros me ayudasteis a averiguarlo.
Vivir haciendo sólo lo que a uno le gusta es más difícil de lo que parece…
Os admiro porque siempre habéis sido fieles a vuestros propios sentimientos.
Lo único que no me enseñasteis es qué hacer cuando me siento solo….
Supongo que eso lo tiene que averiguar cada uno por su cuenta…
Me alegro tanto de haberos conocido…
Me hubiera gustado vivir más aventuras con vosotros…
Pero… tarde o temprano habría llegado el momento de separarnos.
Gracias…
a todos…
ADIÓS….
Mis recuerdos… me acompañarán en el camino…”
Esta preciosa carta, de la que estoy seguro que muy pocos de los que la leyeron por primera vez consiguieron no mojar sus ojos (al menos los que comprendieron el verdadero sentido de Final Fantasy IX) nos muestra claramente el mensaje esperanzador, aunque muy crudo, del que se nos habla durante todo el juego: Que todos vamos a morir algún día, y es por eso por lo que debemos disfrutar al máximo de ese increíble regalo que es la vida.
Como dice el mismísimo Yitán cerca del final, “A todos nos llega la hora, pero no está bien que elijamos morir”. Final Fantasy IX es una oda a la vida, al deseo de vivir. Final Fantasy IX nos enseña, con el telón de la muerte siempre de fondo, que tenemos que aprovechar al máximo cada segundo de vida que se nos ha dado.
Eso es Final Fantasy IX, y así debe ser recordado.