Voy en el tren camino al trabajo y delante mio dos chicos y una chica.
Hablan de Pokemon, de la última aventura de Google y de que solo se pueden pillar 150, no hablan de twitch, pero da igual.
La chica, muestra orgullosa su colgante de ¿Mew? ¿Mewtwo? "Es tan mono", comenta con una sonrisa. Pienso que el mundo se va a la mierda, yo no recuerdo a los pokemon monos, los recuerdo salvajes, en mi imaginación un ataque rayo tenia más sangre que una partida de Blood.
Pienso en los post de los últimos días 'ya no se hacen juegos como los de antes', pero es que no interesan los juegos de antes. Miran sus smarthphones, uno de los chicos se queja de perder su máster Ball y le dice a la chica que se la devolverá (atisbo un lanzamiento de caña, ¿o son cosas mías? ).
Por un lado me dan envidia, ¿hablar con tías de videojuegos?!?!?! (He nacido 15 años tarde), por otro lado, creo que se centran en la estética, más que en el juego en sí (mi mago del D3, es hortera, me la suda que no combinen los colores). No hablan de más juegos, mencionan la 3Ds,... Me dispongo a desconectar cuando oigo que la chica habla de la N64.
¿He oído bien?
Hablan de los Zeldas, su abuelo tiene varias consolas y se ha pasado todos los marios y Zeldas, la chica esta orgullosa y yo me siento mayor. 'Para mi el mejor es...' Hablan de Majoras Mask, de Ocarina of time... Y vuelve la leyenda.. Los chicos no han jugado, pero... Conocen el templo del agua.
El boca a boca ha llegado hasta ellos, la leyenda se engrandece, el rumor de que solo los fuertes, solo los recios, sobreviven.
Mientras espero en Atocha solo puedo pensar que aun queda esperanza, que depende de nosotros que se haga lo de antes, y que tarda la vida el puto tren.