Hay que separar traducción y localización. Cuando traduces, transmites el mensaje en el idioma meta de la manera más fiel a cómo se produce en el de origen, pero cuando localizas adaptas para enriquecer el texto meta, de modo que suene como si estuviera expresado por un nativo en las diferentes situaciones contextuales. Es el caso del Ni No Kuni que habéis puesto arriba, del Unicorn Overlord y de muchos otros juegos, porque el medio invita a ello. También el cine y la literatura (no los textos jurídicos o las instrucciones técnicas, para que me entendáis). En Europa es una práctica habitual, y la distinción entre traducción y localización es una orden que viene de arriba, es decir, que no toma el traductor por su cuenta.
Dicho esto, aunque pueda parecer raro, una localización (bien hecha, entiéndase) siempre va a ser mejor y más adecuada que una traducción 1:1 si hay jerga, coloquialismos y demás en el texto de origen. Es la mejor traducción posible, pues, de lo contrario, perdería "gracia" y se quedarían muchos matices por el camino, provocando como consecuencia una experiencia textual de menor calidad que la original.
Y sí, en España somos expertos localizadores. De hecho, somos considerados el país que mejor suele localizar productos audiovisuales y de ocio, porque hay una buena escuela y muy buena formación en ella. Es algo que nos podemos permitir al dirigir esos productos localizados a una población que habla a grandes rasgos igual. En Hispanoamérica, sin embargo, es imposible, pues se ven obligados a neutralizar y desnaturalizar todas las traducciones para que suene "cercano" tanto a un mexicano, como a paraguayo o un venezolano. No tienen más opción dado cómo está establecido el mercado, metiendo tantísimos países en el mismo saco. Pero claro, ellos no entienden por ello que lo normal es lo que hacemos aquí: localizar.
Demos pues gracias de que nos llegan videojuegos, libros, películas o series localizados del carajo de bien, aunque haya cosas que puedan gustarnos más o menos o descolocarnos, y entended que el trabajo de localización implica quebraderos de cabeza brutales para los traductores.