Parece que últimamente los reproches y los trapos sucios están a la orden del día. Añoramos esos días en los que, cuando una persona hablaba, su opinión contaba como cualquier otra. Pero, desgraciadamente, hemos llegado a un punto en el que ya no es una obligación moral incorporar un argumento sólido en las opiniones. Nos dejamos llevar por el instinto y que todo lo que decimos está respaldado por nuestras creencias, casi llegando al extremo dogmático. Lo que expulsamos de nuestra lengua automáticamente pasa a ser una verdad que no necesita ser respaldada, porque eso hace perder tiempo para nuestras acusaciones.
Quizá me equivoque en todo lo dicho, y cada uno tengáis vuestras opiniones bien fraguadas, pero si de algo no me equivoco es de que los argumentos brillan por su ausencia. Las conclusiones rápidas y poco reflexionadas pasan a ser flagrantes y los discursos reaccionarios parecen ser admirados y aplaudidos.
Pero dejando de lado todo eso, miramos en lo que se traduce todo eso. En lo que se transforma. Y no es nada más que la confusión. Confusión entre gente ajena a asuntos entre terceras personas. Gente que resulta ser espectadora de un show que crea un ambiente retorcido, que provoca repulsión y falta de confianza, tanto por los acusantes como por los aludidos. E inevitablemente, todos los espectadores conscientes de esta guerra de faltas de respeto gratuitas se alejan más y más. Este ambiente no funciona. Este ambiente genera desconfianza en todos, y las causas son suficientemente claras.
En ningún momento he concretado ninguna situación. En ningún momento he dicho “He aquí el bueno, he aquí el malo”. Me refiero a las formas, señores. Las pocas ganas de hacer las cosas bien. Recordemos que los trapos sucios (que he comentado antes) se lavan en casa, y los que no, se cogen con pinzas para sacarlos a la luz pública, y en este caso sí que debe ser menester ser serio y aportar respeto y pruebas. El respeto es la base de todo. Espero ver una evolución positiva en esta comunidad, que somos muchos los que la queremos.