La industria del videojuego avanza a un ritmo rápido, demasiado rápido si ponemos encima de la mesa ejemplos que seguro se nos vienen a la cabeza de primeras, y a veces la vorágine es tal que analizándola incluso asusta.
Pongo dos ejemplos rápidos: 2021 está siendo un año dubitativo en cuanto a lanzamientos de grandes títulos, pero uno de los más importantes ha sido Resident Evil Village, juego que ha convencido a crítica y comunidad y siendo de una saga de renombre.
Village salió el 7 de mayo pero, a pesar de llevar menos de tres meses en el mercado, hace tiempo que apenas se habla nada sobre él (o al menos es mi sensación desde fuera) y es como si el juego se hubiese lanzado a principios de año y por eso ya haya perdido todo el fuelle en redes.
Un segundo ejemplo, el GOTY de 2020, The Last of Us Parte 2, se puede encontrar en apenas un año a menos de la mitad de su precio de lanzamiento.
No sé si es demasiado atrevido afirmar que en unos tiempos en los que queremos cuantos mas grandes AAA que nos dejen con la boca abierta mejor, y a la vez todo va tan rápido que en seguida pasamos a otra cosa porque, a pesar de los continuos retrasos que sufren muchos juegos, mes tras mes tenemos decenas de nuevos lanzamientos, ya sean de mayor o menor nivel pero ahí están, y cuesta volver atrás y pensar en aquellos grandes títulos jugados.