Por cierto, nadie lo ha comentado... Fernández Mallo publica el día 5 de marzo en Alfaguara ( ) la segunda parte de su trilogía "Nocilla".
¿Y de qué va? Copipasteo un extracto de un blog:
No podría haber soledad en un mundo ocupado por un solo objeto.
Tras el éxito de Nocilla dream, elegida novela del año por la revista Quimera y una de las diez mejores obras del 2006 por El Cultural de El Mundo, Agustín Fernández Mallo vuelve al territorio donde lo insólito se topa con la extrañeza en Nocilla Experience, segunda parte de su proyecto.
Agustín Fernández Mallo incide con un esquema narrativo que pone en cuestión la novela clásica y en el que la trama es sustituida por una red de microficciones surgidas en gran parte de la mitología de la cultura de masas y atravesada de referencias a los iconos y máscaras de la misma. A partir de ahí, todo cabe en este caleidoscopio ficcional, desde las enseñanzas del código samurái a las opiniones de las estrellas del Pop, desde el surf que realizan ancianos en China hasta personajes fronterizos, que parecen sacados de una película de Jim Jarmusch, y que se mueven por las afueras de Las Vegas, por burdeles, por estados imaginarios, por el Museo del Parchís o por túneles subterráneos que atraviesan toda Rusia.
Harold acaba su última caja de cereales, deja conectada su primitiva videoconsola y decide recorrer Norteamérica durante un lustro. Una voz en off de samurái recuerda el legado de su código ancestral. El capitán Willard sigue esperando en Saigón la misión de dar con el general Kurtz. Mientras, un tal Julio da forma a una Rayuela alternativa, Sandra vuela de Londres a Palma de Mallorca, al tiempo que se resuelve el misterio del incendio de la Torre Windsor. Con música de The Strokes o con la voz de Robert Palmer.
Este segundo volumen del Proyecto Nocilla va un paso más allá en lo que es la expresión de una conciencia generacional, aunque revelada desde la óptica personal.
(http://www.ociojoven.com/article/articleview/987039/2//)
El título será Nocilla Experience y en el blog de Mora podemos leer un adelanto:
6.
En la árida estepa marrón situada al suroeste de Rusia, se alza una gigantesca construcción de cristal culminada en una cúpula, destinada a albergar todo cuanto uno pueda llegar a imaginar con tal de que eso que imagina tenga que ver con el juego del parchís. Brilla con fulgor suprafotográfico ese bloque de cristal sólidamente clavado a una tierra de nieve inmaculada y piedras sueltas. En apariencia, un espejismo. Espacios para entrenamiento, alojamiento para cursillistas y maestros, salas de videoproyecciones, laboratorios de programación computacional destinados a pergeñar partidas, gimnasios de relajación y/o concentración orientados a los momentos previos al juego, 1 biblioteca cuya única temática son las fichas rojas, otra sólo para las amarillas, otra sólo para las azules, otra para las verdes, restaurante y dietas especiales para alumnos, 1 cantina para visitantes y 2 bibliotecas dedicadas a la Historia del parchís. Se halla en las cercanías de la ciudad de Ulan Erge, en la región rusa de Kalmykia, una zona al norte del mar Caspio que tiene forma de lengua estrangulada entre las recientes repúblicas de Ucrania y Kazajstán, donde 300.000 rusos y rusas viven en la pobreza que rodea a ese gran complejo parchístico. En los mismos lindes del palacio da arranque una extensión segmentada por caminos semiasfaltados que unirá un horizonte atiborrado de postes de teléfono sin línea. Suele verse por allí alguna mula que se ha perdido; posiblemente duerma en una caseta de antiguos trasformadores eléctricos y paste entre las antenas de radio y televisión que fueron plantadas en su día. Esa piel de antenas se dibuja dentro de un círculo de borde irregular de 2 kilómetros de radio en torno al palacio del parchís, pero no tiene nada que ver con el parchís: el gobierno ruso ubicó allí todo ese antenaje debido a las excelentes condiciones que ofrece la región en cuanto a altura, ausencia de interferencias y privilegiada situación fronteriza euroasiática. La idea del palacio había partido del presidente de la región, Iluminizhov, que como fanático jugador de ese deporte invirtió decenas de millones de euros en materializar su fantasía, obtenidos tanto de las arcas del estado como de insólitas alianzas con Gaddafi o Sadam Husein. La zona está tan arruinada que los refugiados de la guerra de Chechenia que pasan por allí se van porque no encuentran agua potable; no pocos hallan ahí la muerte que no encontraron en el campo de batalla. Los pueblos nativos de esa estepa fueron nómadas que aún conservan parte de esa forma de vida. Cuando les echan de algún lugar, o se ven sin recursos, desmontan sus casas, de las que dejan sólo los cimientos, y se van con los ladrillos, ventanas, cocinas y lavabos apilados en furgonetas y carros a otra parte. Pero el palacio del parchís está inmaculado y vacío desde que se construyó, hace ahora 10 años. Ni siquiera nadie lo ha inaugurado, y mucho menos usado o habitado. Dentro sólo se oye el viento que fuera golpea. Los libros están en sus estantes, los ordenadores cargados de programas, los platos de las cocinas limpios y perfectamente superpuestos, la carne intacta en las salas frigoríficas, los tableros de colores en las vitrinas y las fichas y cubiletes encubando teóricas partidas. También hay una radio que un obrero se dejó encendida.
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87.
La forma en que se conocieron Steve y Polly siempre les pareció a ambos muy peculiar. Ella circulaba por la autopista que une la ciudad de Nueva York con Long Island, cuando la retuvo un atasco; al parecer, un aparatoso accidente. Los coches avanzaban en un continuo parpadeo de acelerones y frenazos, y cuando Polly miró a su derecha observó que había un desguace de chatarra. Allí, un hombre vestido con un abrigo de astracán hasta los pies pegaba saltos encima del capó de un coche; a su lado, una pequeña multitud le escuchaba atentamente. Al día siguiente Polly leyó en las páginas de cocina de The New York Times un pequeño artículo en el que se decía que un cocinero llamado Steve Road había elegido un desguace de automóviles para presentar su último libro, Prontuario de cocina para motor de coche. Consistía, según el periodista, en una serie de recetas expresamente ideadas para cocinar, como el propio título indicaba, en el motor del coche, útiles para cuando se va de viaje y se quieren comer alimentos de calidad calientes sin tener que andar buscando restaurantes de comida rápida. Los alimentos, siempre allí se decía, una vez bien envueltos en papel aluminio, se colocan en una zona del motor que, según marcas y modelos, se detalla en el libro. Los tiempos de cocinado se cuentan por kilometraje recorrido, y hay hasta 53 recetas elaboradas con ingredientes básicos y fáciles de usar como patatas, zanahorias, pollo, vacuno, huevos [que han de meterse con cáscara], varios tipos de pescados de corte como atún y pez espada, y todo con el aliciente de que se cocina sin grasa ni salsas añadidas, resultando de esta manera una comida saludable. Al final del artículo también se decía que el cocinero en cuestión tenía un restaurante de comida teórica en la calle Orange, Brooklyn, llamado Steve’s Restaurant. Al día siguiente Polly llamó para reservar mesa.
Sin duda el paso de una editorial pequeña a Alfaguara hará que tenga una publicidad acojonante y unas ventas mucho mayores.
La verdad es que junto con Circular (de Mora), la trilogía "Nocilla" es la que más está dando hablar... son las obras que están renovando la narrativa actual española y lo están haciendo a día de hoy. Así que sí, estamos viviendo un momento de cambio, la verdad es que es muy muy interesante.
En fin, libro recomendadísimo.
P.D: Dejaremos a un lado la discusión sobre si la "generación nocilla" existe como tal.