toa toa toaaa te necesito toaaaaaaa
Señor Janeiro, vamos a cerrar, abone su cerveza por favor
Yo tengo un tigre sabes??? tengo una foto por aqui suya...
Cartas Pueblas
Me yamo Genaro y vibo en el pueblo Aguadulçe muy cerquita del rio Pamba. Despue de un tanto tiempo, me he desidido a escribir una carta a tuya persona, mi muy estimado habitante de la casa en la colina. La casa berde.
Tantas cosas me prejunto todos los dias... Voy a comensar primero con unos elogjios ha su casa, que, me parece majestuosa y linda a la bez.
La beo todos los dias cuando paseo por los campos. Es una casa magestuosa con grandes adornos en la fachada. En muchos paseos, tra to de dibujar imaginariamente los planos de la casa. Un gran comedor, una gran biblioteca y una nebera repleta muy muy llena.,. Si tan si quiera me hubieran ensenyado a admira desde la inteligentsia esa casa, de seguro que me gustaría mas y ma.
Algunas noches de berrinxe, de esas en las que el pueblo no duerme y hay vino, tanto vino como para que se banye un elefante, me escavullo y corro hacia donde està la campinya. Entonces, cuando paso los arboliyos, veo la gran casa. Los dias que hay fiesta en el pueblo, en la tuya tambien la hay; Aunque veo gente de porte diferente al mio, al del los pueblerinos. Desde mi privilejiada posición (porque la es) me siento como un esplorador. Veo como jentes con ropas extrañas y llamativas entran despues de estasionar sus carros y de ser recibidos por un extranyo hombre trajiado. Las siluetas que observo en la bentana parecen estar disfrutando de un gran jolgorio. ¡Cuanto daria yo por saber en que gastan ese tiempo! Y, si es posible, por compartir la greca con ustedes. En ese instante, la casa parece cobrar vida. Las bentanas revelan a gente feliz, contenta... Cuanto me gustaria de saber lo que hasen, lo digo muy en serio. Creo que si lo supieran mis padres y mis compadres podríamos abandonar esa tristeza de mediodia que surgen en las tertulias de la barbería, el bar o la plaza. Cuanta miseria hay en las afueras dicen... Tanta jente que trabaja de sol a sol y tantos ninyos que mandan al fondo la mina. De verda que me preocupa tanto senyo. ¿Què opina uste de todo eso? Me supongo que estará informado. No dude en transmitirme todas sus inquietudes y conocimientos a serca del tema. Me interesa, de veras.
Para que conosca un poco mas de mi, le quiero hablar un poquito de la vida que yo hilo. Gracias a que sali del vientre mi madre.
Nací en el grupo de casa mas viejo del pueblo. De las primeritas que se construyeron. De esto me di cuenta grasiasa a mi abuela, que le contó a mi madre, que me lo contò a mi. Esa casa de tonos tristes pero que ojo, si alguna ves pasa por el pueblo, no le haga apariencia. Por dentro es, y aunque con un deje chulesco lo digo, la mejor.
Mi madre, es la Mama. Atiende la casa todos los dias y mantiene con una fuerza, muy brava y de rio, ordenada mi familia. Mi padre, el papa, trabaja plantando papa en los campos de Fulgensio Tindaya. El que, disen, es el hombre mas rico del lugar. Ahora le cuento: Los dos son comunistas. De mi padre:. Es un hombre sabio y temperamental del que he heredado la curiosidad y la balentia con la que puede le haya transmitido en mi carta.
No he tenido la suerte de poder estudiar como supongo que uste la haya tenido. Tampoco en mi familia se ha podido. He tenido que dedicarme a cazar con mi padre y a plantar. A sacarme las pelas. Por que se paga a los del pueblo tan poco? No lo entiendo... Es todo tan confuso y tan extranyo. Espero que algùn dia podamos devatir, tertulear, de cara a cara ; Pues hacerlo por carta es engorroso y padezco de no poder expresarme bien pues no soy muy versado.
Es tan graciosa es curiosidad que se me apodera en cuanto mencionan la capital señor, es tan tan tanta. Quiero ver que hay allá, como trabajan, como disfrutan, que se habla. Ultimamente ahorro algún que otro centavo con la esperansa de juntar los reales sufizientes para pagarme un traje y camuflarme con los capitalinos. Tan solo unos intantes sabe? Solo eso, solo eso. De seguro que en la capital no hay tantos problemas como los que hay por aqui. Alli seran justos, trabajadores y se trataran por igual de eso estoy muy puro convencisidisimo.
Y muy perdones, mi compadre mio. Me he egstendido mucho y he hablado tal que cotorra.
Espero que esta carta no le tome mucho de su tiempo y que disfrute que es o mas imporante
Con sinceridat,
Genaro Bravas
En el pueblo de Genaro Bravas y del Sr. propietario de la casa verde, aconteció una cruenta batalla. La reyerta ya venía de las ciudades. Los campesinos se alzaron contra sus patrones que rápidamente telefonearon al gobierno, que a su vez trajo al ejército a las ciudades y a los pueblos.
Genaro Bravas no entendía que ocurría. Su padre, José 'el de las papas' le exhortaba:
-Lucha y lucha mucho Narito, que, cuando caigan todos y cada uno de esos carceleros seremos libres. Tendremos derecho a plantar las papas como el médico que amputa un pierno.
El hijo de José se sentía triste. El hecho de tener que pelear con gente le deprimía, el no compartía esa endemoniada guerra. El también se sentía triste como sus compañeros, pues había una inmunda injusticia contaminando al mundo. Pero por otro lado, le pesaba tener que matar a sus semejantes.
Poco a poco, fueron matándose. Poco a poco, los cansados campesinos, cazadores, zapateros, panaderos y pescaderos defendieron el pueblo. Es entonces cuando, agarrando los fusiles de los caídos y sus bártulos, arrinconaron a lo que quedaba del ejército.
-¡Pa' la casa verde!- Gritaban algunos
Detrás de la colina se encontraban los refuerzos. Prepararon los fusiles y bajaron la colina. Se ensañaron con los hartados. El sr de la casa verde, enfundado en su precioso uniforme de brigadier, empuñó el fusil.
Una bandada de pájaros surcó el cielo. Huían.
El último tiro lo dio el brigadier. Había matado a Genaro Bravas, que cayó en el mismo sitio que sus vecinos.
Poco a poco fue perdiendo el sentido, la vida. Pero Genaro Bravas, el hijo del que plantaba las papas se fue de la tierra con el anhelo de que, alguna vez, pudiera tener la oportunidad de conocer la casa de color verde y el señor que moraba en ella.
Edito: Le pongo título y corrijo cosas feas
Paranoias a las 3 de la mañana xD
El problema del mundo es que busca que los sentimientos sean la respuesta de algo. Esperan la negociación, lo idílico, intentan crear un mundo de flores brillantes sin apreciar el valor de las marchitadas, no se dan cuenta que lo idílico surge.
Que la posibilidad de ser libre no está detrás de una carta de amor, si no de algo tan sencillo como la página de un libro, la letra de una canción o la caricia de un desconocido.
No aprecian que muchas veces el amor es algo tan sencillo como un roce de aire, como una caricia del viento, que se posa en tus mejillas para darte frío y que poco a poco se pongan rojas ante la mirada de la persona que te observa.
No entienden, que muchas veces, el que habla de haber hallado la esperanza se basa en la experiencia de también haberla perdido.
No entienden que quizás el que se pone a hablar delante de un montón de gente fue el que un día se quedo rezagado al final de la clase.
Luchamos por encontrar las posibilidades de sentir algo, por que en el fondo, el mayor temor del ser humano es llegar al final de la vida sin haber sentido nada.
Rozamos pieles desconocidas que creemos haber conocido, sin darnos cuenta de que muchas veces tenemos justo al lado de nosotros aquello que necesitamos, pero la lucha constante nos ciega y no nos hace darnos cuenta de que la felicidad está a la alcance de tu mano, como lo puede estar ahora una botella de agua o de ron.
Vivimos en un mundo en el que el sol contempla a la luna con envidia, por que muchas veces se lleva los mejores besos y los mejores orgasmos. Pero sin embargo la luna seguramente envidie al sol por ser capaz de ver todo eso, cuando se produce, con una claridad que asusta.
Y ese mundo de envida y de cólera es el que nos ha hecho extrañarnos ante una palabra de cariño, ante un roce bien intencionado, ante una persona que nos cede la entrada de una puerta, después de habernos estampado mil en nuestra cara. Es este mundo el que un día nos hizo tropezarnos contra el suelo y darnos cuenta de que el mundo era la huida de los necios, y que nosotros, solo eramos tristes marionetas de nuestro propio yo.
Contemplo mi pasado y le doy vueltas a las conclusiones anteriores, dándome cuenta de que toda mi vida estuve en la busqueda de algo que solo yo misma había creado ante la idea de que eso sería lo mas semejante a la felicidad.
No hace falta decir, que jamás fui feliz persiguiendo algo que yo había leído en libros y visto en películas.
No he sido un poco feliz (y hasta mucho), hasta que me he dado cuenta de que lo que realmente podía producirme un mundo de felicidad era aceptar que si aun cuando sabía que estaba buscando, no lo encontraba, como iba a encontrar algo que ni siquiera sabía lo que era.
Entonces alargué la mano y me choque de lleno con un montón de conclusiones, de sueños rotos y de alegrías próximas. Me encontré de golpe con la vida, y me di cuenta, después de meses de evitarlo, de que tarde o temprano había aprendido la lección. Merecía la pena sobrevivir. Merecía la pena estar aquí.
Y resurgir.
LA PETICIÓN
El parque estaba desierto mientras Paloma caminaba apresurada en la típica tarde asquerosa de lluvia y oscuridad, Una figura humana avanzaba frente a ella, cuando su miopía galopante se lo permitió; atisbo lo que parecía ser un señor de unos sesenta años y vestimenta muy cuidada. Con voz muy débil el señor x le hizo una insólita propuesta:
-¿Me das una moneda suelta la más pequeña que tengas a cambio de un poema?
Paloma dudo un instante pero saco 5 céntimos del vaquero y se los dio a X.
-Perdona, pero es que no tengo nada más encima.
X simplemente le sonrió y sin mas le entregó un folio cuidadosamente doblado con la advertencia de que no lo abriera hasta llegar a su casa. Acto seguido siguió su camino.
Cuando Paloma llegó a su hogar desdobló el folio que ponía lo siguiente:
“Gracias, te he mentido, antes escribía poesía, ahora soy un yonki. Son dos formas de ser mentiroso. La poesía es la más hermosa de las mentiras, la droga es la más horrible de las verdades”
David González
‘Luis y María 22/09/2010′ ponía en el asiento de al lado mía del metro. Me preguntaba si Luis y María todavía seguían juntos, si eran felices e intenté adivinar en que estación se bajaron. Me bajé en Atocha y empecé a trabajar. Mi trabajo consistía en vender poemas en las estaciones de metro. Pedía un euro por poema, a veces los más generosos me daban dos o incluso cinco euros después de leerlos y decirme que era muy bueno. En tres horas podía sacarme unos veinte euros, lo suficiente para comprar alcohol, pagar la habitación de ese día y escribir poemas para el día siguiente. A veces me decían que les firmara un autógrafo, era fantástico.
Algunas noches dormía en la calle, no por no tener dinero, simplemente me tumbaba en el césped recién cortado de cualquier parque y el sueño hacía el resto. Intentaba levantarme lo más temprano posible porque me daba vergüenza que me vieran allí dormido. Una noche estaba en el césped a punto de quedarme dormido y apareció Pablo. Pablo era un vagabundo, no tenía donde caerse muerto.
-¡Buenas noches!- dijo con cara sonriente.
-Buenas noches compañero- le respondí
-¿Quieres un trago?-me dijo enseñándome un cartón de vino
-Claro.
-Soy Pablo y tú?
-Mickaël.
-No tienes pinta de vivir en la calle.
-Solo lo hago a veces.
-Suerte la tuya.
-Supongo.
-¿Y como consigues dinero Mickaël?
-Vendo algunos poemas en las estaciones de metro.
-Oh poemas, ¿me enseñas alguno?
-Claro, toma.
Le di mi mochila y empezó a leer todos los poemas que habían dentro. Parecía que le gustaban. Mientras, yo me iba terminando el cartón de vino.
-¿Y tú a que te dedicas Pablo?
-No a mucho, a intentar no morir.
-Eso está bien.
-Antes tenía un buen trabajo.
-¿En qué?
-Era poeta, era Pablo Neruda.
-¿En serio?
-Claro, no tengo motivos para mentirte.
-¿Y qué hace el gran Pablo Neruda en la calle?
-Cuando eres un escritor reconocido tienes editoriales detrás tuya y a mucha gente que quiere aprovecharse de ti. Si escribes algo que no le gusta a la gente y no consigues dinero con tus libros te dan la patada. Ojalá hubiese hecho como tú y hubiese vendido mis poemas en el metro.
Entonces me di cuenta de que no vivía tan mal. Me paseaba por el metro tres horas, conseguía algo de dinero y tenía el día libre para mi. Escribía y bebía, era lo que más me gustaba hacer.
Los dos nos quedamos dormidos. Al parecer yo me desperté primero pero no olía a césped recién cortado, estaba en mi cama.
-Chico, deja de soñar, en Lanzarote no hay estaciones de metro- me dije.
Hace muchisimo tiempo que no escribo y eso que siempre fue una de mis pasiones. Por desgracia los tiempos cambian, y aun que me encantaria volver a reeencontrarme con mi yo escritor de hace años, ya no es lo mismo. No desisto en que un dia vuelvan las sensaciones que me reportaba escribir, de momento, dejo un par de relatos cortos o textosmini antiguos que tenia escritos, espero que gusten:
Me pinche con la espina de un boli que no tenía ganas de pintar. Ni en prosa ni en verso.
Y así fue como empezo todo, con un boli incapaz y una mente alborotada.
Tu mirada sobre la mía inventa colores azules indescifrables.
Tu sonrisa eclipsa el brillo de mil soles.
Tu recuerdo vuela libre en el mar de mi memoria, y yo, ahora, te echo más de menos de lo que nunca te he echado.
Se acercaron lentos y lujuriosos; deseosos de lograr su objetivo y regodearse en ello.
Se arrimaron a mi boca y desafiaron mis sentidos, diciéndole en palabras mudas al mundo que querían besarme. Y lo hicieron. Sus labios.
Fue el beso que condeno mi alma a una vida perpetua detrás suya, a amarla sobre el tiempo. A decir que la quería en un grito sordo al cielo.
Y en medio de aquella conversación, un amigo le dijo a otro:
-Ayer no dejo de sonarme el teléfono en todo el día.
-¿y eso?
-No sé, aún sigo dándole vueltas... Primero me llamo el olvido.
-¿el olvido?
-Sí.
-¿y que te dijo?
-Que se le había olvidado lo que me iba a decir, pero que fuese lo que fuese, era ya cosa del pasado, y que pasase página. Me dijo que el tiempo era su amigo.
-Este olvido... siempre con la cabeza en otro sitio.
-Si… después me llamaron la vergüenza y el orgullo.
-¿y que te dijeron?
-Con la vergüenza hable muy poco. Ya sabes, es bastante vergonzosa... y con el orgullo... preferí no hablar mucho. Enseguida se puso cabezota en su postura.
-¿Te llamo alguien más?
-El rencor. Me dio un consejo.
-¿Cuál?
-Que no lo guardase. Que por su culpa todo podría irse a la mierda más de una vez.
-Tenía razón desde luego.
-¡Y tanto que la tenía! Y según colgué, me llamo el dolor. Me comento que él estaría conmigo en todos los momentos malos, que me haría daño pero que no sería su intención. Se disculpó, pero note en su tono de voz que la disculpa fue por pura gentileza. Me dio la impresión de que disfrutaría viéndome llorar.
-Puf… maldito dolor.
-Y la última llamada fue del amor.
-¿te llamo el amor?
-Sí. El mismísimo señor cupido al teléfono.
-¿y que te dijo?
-Que lo sentía. Que todas las llamadas que había recibido durante el día eran culpa suya, y consecuencia de él. Me pidió perdón mil y una veces, y por último, me dijo: Ya sabes como soy, ciego, incomprensible e idiota. Y colgó.
-Menudo día…
-Desde luego que sí. Aunque aún sigo dándole vueltas, y eche en falta unas cuantas llamadas más. El cariño, la complicidad, el amor y la felicidad, la confianza…
-¿Ninguno de esos llamo?
-Ninguno. Ni se molestaron.
Después de aquello, su móvil no volvió a sonar. Su visión del amor se deshizo en malos recuerdos que ahogaban a los buenos. Después de aquello, su vida nunca fue la misma…
Y por ultimo, lo que considero mi mejor poema de tantos que escribi hace años. Sencillo y corto, pero me encanta.
El tiempo pasaba a cachos
Entrecortado, rápido, mezquino.
Y sus ojos me miraron.
Veraces y atrevidos.
Familiares, lujuriosos.
Distantes, divertidos.
Agradables, sensitivos.
Azules.
Superlativos.
Como los besos que azuzaban mis noches moribundas,
de mi almohada tus restos a jazmín recogí,
alcohol para mis heridas más profundas,
dolor de una vida que no corre duda, no escogí.
Expulsado bajo el denso follaje de mis entrañas,
exhausto sobre un sendero regado con piedras,
descanso en el arco que adornan tus pestañas,
esperando que un día en el futuro estuvieras.
Desaparece destino, que, atrápame con grilletes,
desaparece bastardo, de tí desprecio tu llanto,
es ahora que mis alas crecen, ya no mientes,
es ahora que mi corazón revive, contemplo tu espanto.
#278 No me preguntes, porque ni yo misma lo sé, pero me ha recordado a este pequeño fragmento de un poema algo más extenso de Ouka Leele, puede que por hablar de heridas y cicatrices, corazones y almas, pero vamos, un misterio el link mental por ahora.
"No mires, amor, mis alas,
ni mi balsámica piel,
mira entre mis cicatrices,
pues allí inicié el vuelo que ahora te deslumbra.
No mires, amor, mis ojos
ni su azul misterioso,
siente su fuego intenso,
que adquirieron mirando al Sol de los soles.
No mires, amor, mi alma,
ni su atractiva capa dorada,
mira de nuevo, al alba,
a Quien te mira de verdad."
Por aqui todo el mundo conocera a stephen king, y seguramente la mayoria conocera su obra magna, la torre oscura. Para mi, junto con la saga de la fundacion de isaac asimov ha sido una de las series de libros que mas me ha marcado en la vida.
Hace ya mucho tiempo que me atrapo el universo de la torre oscura, sobre todo el escenario de su primer libro, ese desierto infinito en el que se desarrolla la accion de casi todo el primer libro. Tal fue asi, que me embarque en una serie de relatos inspirados en ese universo, que por desgracia no llegue a completar aun teniendo la idea de la historia completamente estructurada. Aun asi, escribi 3 capitulos de esa historia que personalmente considero mis mejores relatos.
Voy a ponerlos aqui, esperando que gusten, y más que por enseñarlos espero que me sirvan para darme un empujon a mi mismo a completarla, ya que lleva años siendo una espina clavada muy adentro de mi.
Capitulo I:
… Entrecruzaron miradas pero no dijeron nada. Solo murmuraron antiguas maldiciones Arvëk y otros tantos improverbios más.
- Sabes tan bien como yo que así no arreglaremos nada, pero vaya si no zanjaremos deudas pasadas ¡jaja!
- No lo hago por rencor ni venganza. – Contesto el pistolero con aire impasible y sereno
- ¿Entonces? ¿Orgullo y satisfacción por arrebatarme el alma antes que esa puta de la muerte? Me gustan más las guadañas que los cañones de las armas.
- No te he dado elección.
En un rápido movimiento de mano, instintivo y casi automático, el pistolero saco ágil el revolver de la funda que colgaba de su cinturón, y con el en la mano, descargo 6 hambrientas balas en el pecho de Kull. Un tambor entero.
Cuervos volando graznaron. Avecinaron la muerte.
La noche caía, y durante el día, después de sesgar la vida del grande y fanfarrón Kull, el tiempo lo había empleado andando sin saber donde por paramos desérticos desprovistos de vida. Sus piernas dejaban por momentos de aguantar el peso de su cuerpo, y no fue hasta la tercera vez que clavo las rodillas en el suelo, cuando decidió descansar, aunque con cierto desagrado, pues pensaba que podría continuar andando por lo menos 3 millas más antes de caer desmayado por la fatiga y la sed. Su ego no le permitía ver el obvio desgaste físico que sufría, pero al menos su racionalidad arremolino sus últimas fuerzas en recolectar yesca para encender una hoguera, y asentarse en el estéril suelo de aquel lugar. No había peligros en la noche, ni dejaba de haberlos, o eso pensaba él, pudiendo mantener así su mente ocupada y alerta imaginando que cualquier rumor creado por el viento en la más absoluta oscuridad podría ser un demonio con desesperadas ganas de vaciar las cinchas del pistolero en su cuerpo. Con todo esto en mente, pero sin darle demasiada importancia, encendió el fuego.
El destello de las ascuas y el sinuoso baile de las llamas le ponían un aire melancólico a la noche y le atraían de una forma mágica y visceral. Misteriosa. Una exhibición de dulzura y muerte por parte del fuego que le provocaba asépticos recuerdos y un profundo sueño. Durmió. Un sueño de unas horas que parecieron años. La noche transcurrió serena y muda.
El firmamento se puso de acuerdo para ofrecer un espectáculo de ensueño aprovechando que nadie le miraba, y la luna danzo toda la noche de este a oeste en su ceremonia ritual de dejar paso al sol. La mañana borraba las huellas y pistas del desfile de estrellas que la madrugada había dado. Solo el fuego fue cómplice de aquello, y su recuerdo murió cuando la ultima chispa de vida, hizo que con la salida del sol, la llama se apagase, y reposase su recuerdo en un montón de cenizas calientes. Los sueños de aquella noche del pistolero fueron agradables y familiares, pero borrosos. Al despertar, su cuerpo parecía haber recuperado 10 años de jovialidad, sus músculos estaban desentumecidos, y su mente libre y despejada. Listo para continuar.
Miro las cenizas de lo que la noche anterior fuese una hoguera. Distrajo la mirada un segundo al cielo, y rápidamente se desperezo.
Ciño el cinturón que contenía el revolver y las balas a su cintura, e hizo lo mismo con el que sujetaba oscilante la cantimplora y una petaca que portaba con el. Irguió su cuerpo. Sacudió sus pantalones de tela basta y vieja para quitar la arena del suelo. Recoloco su chaqueta con un sutil tirón con las manos. Bebió dos sorbos minúsculos del agua de su cantimplora, y comenzó a andar…
Desafinado final
Las campanas brindan una vez más su homenaje.
La niña corre, como perseguida
por su miedo, oculto bajo
escarcha.
Sereno en el viento su canto palpita
entre las hojas de un otoño añejo
o de una primavera ya en desierto.
No hay espejos
que puedan acariciar su ternura
ni su dulce encanto vestido de muñecas,
frágil de porcelana su rostro y sus alas
de puzzle de un verde inacabado.
Quién le dirá una vez más que su llamarada
en los ojos sólo es un efímero deseo
inventando silencios de caminos
a ninguna parte.
De tus manos deshazme,
que el nudo es demasiado débil y tus dedos
pájaros llenos de cantos de jaulas.
Capitulo II:
No contaba el tiempo que pasaba, dejando de lado el echo de que aun intentando contarlo, en aquel lugar no lo conseguiría, o las estimaciones serian de todo menos acertadas. Allí el tiempo no era un enemigo, ni un compañero, era un factor neutral que no preocupaba a nadie, o que traía loco a las pocas personas que poseían un artilugio al que el pistolero había oído que llamaban ’’reloj’’, pero no eran más que leyendas y habladurías.
A paso firme, continuo en línea recta el camino que imaginaba que existía. Tomo un pequeño sorbo de agua de una de sus cantimploras sin detenerse, y sus labios absorbieron hasta el último resquicio de humedad que el líquido contenía. Pensó en beber más, pero no tenia sed, asíque lo descarto. Su mente, laboriosa y perspicaz, única entre tantas, ya volvía a estar despierta, y los 5 sentidos se tambalearon un segundo y se desperezaron, y todo volvió a funcionar, suficiente para seguir avanzando. Ando horas y horas, sin preocuparle nada más que su propio yo, y ni el cansancio le resultaba un tema importante con el que debatir mentalmente. No estaba satisfecho con pensar en la idea de caer desmayado por agotamiento, y morir bajo el sol. No era el final que el esperaba para su historia. La caseta de formas irregulares y materiales desgastados se vislumbro en su vista mientras pensaba en todo eso.
Estaba situado en una pequeña depresión, y parcialmente cubierta en sombra por una duna cercana a su parte trasera. El aire ahí era ligeramente más fresco que fuera de la depresión, y la sombra proporcionaba una pequeña inyección de moral al guarecer del abrasador sol. Las paredes eran de madera, y asombrosamente en aquellas condiciones, aun no habían perdido toda su lustrosidad. Tenían formas irregulares e imprecisas, y parecían haber sido echas con pocos recursos y poca dedicación. El pomo de la puerta era un fugaz fantasma inexistente que dejaba en su lugar un agujero, y la puerta golpeaba contra el marco con cada pequeña ráfaga de aire, provocando un sonido seco que era engullido rápidamente por el silencio. Dentro, la poca luz que podía entrar por la cochambrosa puerta parecía ser rechazada por la unánime oscuridad en un inútil duelo. Aquel lugar aterraba, fuera de que estar rodeados de kilómetros y kilómetros de nada ya provocaba un temor irracional en la mente. El pistolero poso la palma derecha sobre la culata del revolver, y metió un pie en la oscuridad del interior de la caseta, con cautela, y solo introdujo el otro cuando el sonido de la primera pisada ya había sido engullido nuevamente por el silencio. Espero.
-Luz… no me gusta la luz…- retumbo en la oscuridad una voz que impregno el entorno de pánico.
El pistolero asió mas fuerte la culata de su revolver, hasta hacerla crujir. Comenzó a sacarlo de la funda.
-¿Quién eres?- Intentaba que su voz no se dejase influir por las circunstancias de miedo que el minúsculo temblor de sus piernas mostraba.
-No me gusta la luz…
Un silbido cortó el aire, y un golpe tumbo al pistolero al suelo. Varias vértebras le crujieron, pero no le dio el interés clínico que merecía. Desenfundo un revolver y disparo fugaz, mientras que intentaba incorporarse ayudándose con la otra mano, que rápidamente, siguió a su compañera con el mecánico movimiento de sacar el arma izquierda de su funda, y abrir fuego a la oscuridad. Cada bala iluminaba la habitación con un color ocre brillante amenazador y burlesco. Acabo con un tambor en segundos, y mientras recargaba con movimientos ágiles y entrenados de los dedos, la mano izquierda daba buena factura del otro tambor al que aun le quedaban 6 balas. También lo termino.
Ceso en los disparos. 12 valiosas balas habían volado por el aire sin objetivo fijo más que la imaginación de un demonio parlante escondido en la oscuridad. 12 agujeros en la madera por los que ahora se colaba la luz que dibujaba curiosos círculos en la pared. 12 vidas que podía haber arrebatado.
-No me gusta la luz… - La voz esta vez sonó cansada y casi con jadeos.
El pistolero dio media vuelta sobre si mismo rápidamente, y embistió la puerta de la caseta con el hombro, haciendo pedazos la madera ya podrida. Corrió para alejarse de allí, hasta una distancia prudencial, observo el sol, suspiro silenciosamente, y rehúso la idea de pensar que había malgastado balas con un maldito demonio. Volvió a imaginar el camino, y lo siguió. Ando y ando…
Joy
Bendito lunes, ceniza y medio cielo en huelga, pulmones grises.
Bombas y tímpanos, amor y calma, calma y cariño.
Nubes naranjas, cinco y cuarenta.
Siete y veinte en los balcones, y buenos días, tuercas y vueltas, busco el oxígeno.
Larga vida a Phil Anselmo, tardes prolíficas, dibujo voces, a veces tiemblo, a veces duermo.
Corona y carretera, de noche brillas más aún, salvas navíos, vuelas y brillas, vuelas y brillas.
Vuelas y brillas.
El sol se acuesta.
-
Ahora es ceniza.
Jamás fue nada, nada del todo, ahora es ceniza.
Lo llaman cómico, lo llaman único, no le preocupa. No se preocupa, tan solo siente.
Nubla su vista y descuartiza al viento, no son fantasmas.
Ahora es ceniza; rompecabezas en imágenes intermitentes, agua del grifo, no mira espejos.
Le vi escribir con sangre, casi no escribe ya; son fotogramas, memorias.
Muerde en la oscuridad, muerde y sonríe; clava incisivos áridos, diamonds, demonios.
Camina en decadencia, cuenta sus pasos, ceniza y pasos.
Nubla su vista, nubla destinos, tensa sus tuercas.
Ático y mugre.
Más allá del ser
Te das cuenta de que algo ha cambiado
cuando puedes ver a través de las máscaras
las miradas de esos niños, colmadas de brillo sobrenatural:
una fina película rodada encima de un naufragio.
Sueños, ilusiones, ebrios delirios…
acarician los cuerpos elevándolos, rozando el sol
que calienta sus espadas de madera; luchan contra dragones
que amenazan con arrebatarles sus alientos cargados de inocencia,
de pureza, de promesas de eternidad.
Placer que ciega e invita al abandono,
a la ya para siempre extraviada seguridad.
La mentira, salvavidas ante el vacío.
(Poder sobrevivir al fracaso, al dolor, al invierno).
El silencio, mecanismo de defensa.
(Ser capaz de aprender de las palabras, de las tuyas,
de los otros, de las nuestras).
El amor, vía de escape de la realidad.
(No es lo mismo amar que saber amar.
Hasta el amor puede ser una quimera,
falso consuelo ante lo que aparece inalcanzable).
Frenético miedo, que encadena las almas.
Hasta lo inefable puede ser explicado.
¿Absurdo? Tal vez…
Pero piensa, por una vez;
el hombre no sólo vive de suspiro irracional.
Niño asustado… deja de soñar historias ajenas.
De vivir en la soledad de una muerte que no es para ti.
Somos jóvenes, pero la dulce flor abandonó ya el planeta.
Capitulo III
Rodeado de la inmensa nada, aquella diligencia tratada mal por el paso de los años llamaba la atención al pistolero. Otrora parecía haber sido lujosa, y no un montón de maderas echas pedazos y carcomidas, mal ancladas, y deslucidas por las condiciones adversas de aquel lugar. El tiempo no perdonaba a nadie allí, y la tez del pistolero podía dar buena cuenta de ello de primera mano, pues ya empezaba a curtirse y mostrar un rostro más serio, sereno aun, pero con el humor que nunca tuvo, arrebatado del todo.
Se acerco a la diligencia pensando que dentro podría haber algo que le fuese de utilidad, o simplemente por la curiosidad de acercarse y echar un vistazo, descartando pensar demasiado en como aquello había llegado allí. En pocos pasos se postro ante ella, y la rodeo para verla bien, observando con minuciosidad lo que no merecía atención, y pasando por alto en lo que cualquier persona se habría fijado. Con pasos lentos iba desgranando con la vista cada detalle, y procesándolo como información inútil que luego no recordaría; Era como un ritual.
Paso por alto el primer crujido de la madera que provenía de dentro del carruaje, pensando que seria la propia madera retorciéndose en un ultimo suspiro de no perder la belleza de la que algún día gozo, pero no paso por alto el segundo. Abrió la puerta lateral con sumo cuidado y al ver la imagen encogida de aquella niña asustada, no se sobresalto lo mas mínimo, pero sus manos hicieron un amago involuntario de posarse sobre las culatas de los revólveres y desencadenar su magia y destreza en forma de disparo. El pistolero lo paro.
-Madera de Isipo, o de Ebano, no lo recuerdo bien, Señor.
-Seguramente de Ebano. Hace más de cien años que no veo una madera así, esos árboles dejaron de existir en mi tierra.
-Supongo que no ha venido a salvarme ¿no?- La niña alzo la cabeza dejando ver parte de su cara que tapaba con los brazos. Su rostro no reflejaba más de ocho años, pero su cuerpo daba imagen de unos 12.
-Te encontré por casualidad, y en este sitio, no creo en las casualidades.- El pistolero sonó frío y distante.- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-¿Y que sabría decirle?- La voz de la niña entono una sutil desesperación por no poder contestar a esa pregunta de manera precisa- Recuerdo vagamente haber dormido 3 veces, o quizás 4, a si que serán unos 4 días.
-Lo dudo. La noche cae tarde y sin avisar, el tiempo no es regular ¿sabias? Puedes llevar aquí 3 horas, o 3 meses, pero aun tienes las mejillas coloradas. Seguramente estés aquí desde hace unas horas.
- ¿Y por que me parecen días?
-¿Y por que no podrían parecértelo?
-Ayer cumplí 11 años, o creo que fue ayer… Lo ultimo que recuerdo es estar soplando las velas de la tarta y…- La niña comenzó a llorar, casi sin ganas, y por impotencia de no saber el por que de tantas cosas que le asaltaban a la vez.
-Aun eres joven, no hace falta que cargues con la responsabilidad de que estés aquí. No es culpa tuya, no llores por ello.
La niña miro al pistolero con los ojos mojados. Unos ojos grandes y azules claros casi blancos. Impolutos e inocentes, sin culpa de nada. Ojos etéreos en una imagen angelical, que poco tardaría en desgastarse en ese lugar. La agarro de la mano, y la saco de la diligencia, y casi por complicidad, y sin mediar palabra, comenzaron a andar los dos, sin saber hacia donde, y sin parecer importarles.
Mi final.
Me siento como un budista en medio de una discoteca
entonces me aíslo lejos como Félix hacia la estratósfera
con la sonrisa rota de un enfermo terminal
acelerando trístemente y sin miedo mi final.
En mis manos la última bala de Kurt Cobain
en mis ojos flota el amor de Bonnie and Clyde
fuiste cobarde como matar elefantes siendo rey
cuando me veas muerto no pidas meidey.
No estoy hecho para este mundo materialista
donde a las chicas con sobrepeso las esquivan
una mujer vale más que todo eso, payaso
en mi cama con otro poema saboreando el fracaso.
Solo el alcohol me quita las ganas de morir
pero seguiré vivo por todo lo que un día escribí
el gato de la vecina me dice que no lo haga
pero entro en casa y tú no estás en mi cama.
Esperando a la muerte con la peor resaca de Bukowski
no quiero llegar a la locura de Panero y luego morir
deberías escribir cosas más alegres me dice uno
pero mi felicidad hace tiempo que se suicidó.
El miedo también dejó hace tiempo de darme miedo
duele menos una puñalada que tu último te quiero
en mis párpados tus ojos no me dejan soñar
bebiendo algo barato para escapar de esta realidad.
Cuantas palabras te regalé sin ponerles precio
pero me pagaste con el más sordo de los silencios
durmiendo cuatro horas con suerte al día
en mi paraiso mental partiéndole a Adán las costillas.
Estoy borracho robando señales de tráfico
yo nunca quise llegar a este final tan trágico
pero la muerte es el orgasmo de volver a nacer
perdedores me dicen, chico no olvides lo que vales.
http://calimoxo.blogspot.com.es/2012/11/el-alma-parte-1.html
Os dejo aqui un tochamen de 6 paginas de word que me acabo de currar. Lo pongo en link por comodidad y por que de paso tenga alguna visita el blog que tiene 4 en total y lo tengo desde 2007. Es una aventura en la amazonia y planeo sacar como minimo una continuacion, seguramente dos.
EDIT : sorry por doblepostear pero no me acordaba de que escribi ayer en el thread
edit 2: #288 no se porque, en verdad el poema esta muy guay, pero el nombrar asi de gratuitamente a peñita en plan Bukowski, cobain, y ese tipo, le quita toda la seriedad a lo que haces. Es mi opinion al menos. Es como si por ejemplo, no se si me entenderas, pero es como si estuvieras diciendo que bukowski es el unico que ha tenido resacas en el mundo y que lo nombras por que te apetece decir su nombre. Alguien me entiende?
Una hoja abandonada al viento
Hay algo que perturba mi conciencia, y no se lo que es. Estoy confundido. Estoy caminando por la playa. A mi derecha contemplo el horizonte y a mi izquierda veo edificios de hormigón. Hay una fiesta, la gente está bailando, la música suena a todo volumen; parecen felices. Veo unas palmeras que agitan sus hojas al viento y pienso cómo podría sentirme siendo hoja abandonada al viento. Los graznidos de la música no me dejan oir los sonidos de las gaviotas. La vida no me deja oir la vida.
Así que comienzo a pensar morir para vivir. Así como, en ocasiones, es necesario destruir para crear. Me sumerjo en el agua e introduzco un oido en el líquido elemento, de este modo empiezo a escuchar los dos mundos. Es una sensación ambivalente. ¿Puede el cerebro ocuparse de dos situaciones distintas al mismo tiempo?, me cuesta esfuerzo conseguirlo y decido bucear. En mi inmersión se oyen ecos lejanos de la civilización, en mi aislamiento puedo decidir volver o no a la superficie y eso me hace sentir seguro; pero al mismo tiempo no es un aislamiento completo. Así que tengo que decidir, si luchar contra el miedo y buscar mas profundamente o conformarme con esta situación. Esta vez decido luchar contra mis demonios y me sumerjo mas profundamente; noto como la falta de oxígeno perturba mis pensamientos. No se puede luchar contra ese acto del subconsciente. Ahora estoy casi sin aliento y veo una gruesa capa de agua por encima mio, ya no percibo perturbaciones externas. Se con seguridad que si intento subir a la superficie, no lo conseguiré, así pues decido seguir descendiendo, y curiosamente ahora que lo veo todo perdido, ha desaparecido mi miedo. La visión empieza nublarse y siento el principio del fin. Como una gota de agua que se desliza sobre una hoja, es en este caso una gota de hoja la que se desliza sobre el agua.
Ahora he dejado de nadar, cierro mis ojos y me preparo. Todo es oscuro y silencioso. Me olvido deque debo olvidarme y es así como me olvido. Saboreo este momento agridulce mientras busco en mi interior. Entro en una especie de trance de meditación y me siento más cercano al océano. Se combina la inmensidad del océano con la pequeñez de mi cuerpo y eso hace sentirme grande ypoderoso, pues siento que hay mucho mas en mi interior que toda el agua que me rodea. Es como estar adormecido mientras me abandono en las profundidades y es una sensación que simples palabras no pueden narrar. El tiempo se detiene, como se detiene el tren al final de su trayecto. Algome distrae y me desconcentra, es la música de la playa de nuevo. Al abandonarme en los abismos mi cuerpo ha ascendido y ahora veo a superficie a dos metros por encima mío. Ha sido el principio del final y ahora es el final del principio. Muchas cosas han cambiado y ahora el tren al llegar al final de su trayecto, invierte su movimiento, para avanzar por el mismo camino, pero con otro sentido. Y así me siento yo ahora mientras bailo en la playa mientras con un oído escucho claramente las gaviotas y con otro la música. Se han juntado los dos extremos en mí. Desde entonces he aprendido a poder estar solo en compañía y a poder estar acompañado en soledad. He descubierto que el miedo es un velo estrecho por el que se ven figuras borrosas que te invitan a romper la barrera. Estas figuras aparecen distorsionadas y nos hacen desconfiar de ellas, pero no
son mas que proyecciones de nosotros mismos bailando en la playa a la luz de la hoguera. Pero ellas tienen tres oídos, uno para la fiesta, otro para la gaviota y otro para tí mismo. Miro de nuevo a los edificios de hormigón, siguen a mi izquierda, y el horizonte a la derecha. Pero ahora doy la vuelta a mi sombra y es ahora cuando el horizonte sustituye a los edificios y éstos a este. Era tan sencillo de comprender y a la vez tan complejo. Solo necesitaba girar sobre mi mismo, la verdad estaba escondida, pero no en ninguna parte, no en ningún lugar, sino dentro de mi. A partir de ahora buscaré la solución girando sobre mi sombra para convertir el negro en blanco y el blanco en negro, según me convenga. Cierro los ojos y oigo el ruido de un tren, es un tren que se acerca y que se aleja. Abro los ojos y veo que está tan cerca o tan lejos como yo quiera. El maquinista está bailando detras de una cortina y auque no vea su rostro se que me está sonriendo, porque yo le estoy sonriendo a él. Miro ahora a las palmeras de nuevo y también las sonrío a ellas, pues ya se lo que se siente siendo hoja abandonada al viento.
Es ahora cuando veo al tren moviéndose en ambos sentidos a la vez, y es ahora cuando lo veo claro, porque ese precisamente es ese tren el que te lleva a varos destinos en una misma estación. Porque precisamente todas las estaciones en las que para son la misma y al mismo tiempo su recorrido nunca es el mismo y su movimiento es eterno.
Encender una vela en la oscuridad, y con la luz difuminada dibujar tu silueta en el aire con los dedos. Recorrer tus curvas con mi lengua.
Quiero esas caricias que me dan escalofríos.
Estoy comenzando un blog de relatos.
Para quién tenga un ratito y le interese.
http://pinochonotienequienleentienda.blogspot.com.es/
Saludos.
Tan lejos, tan cerca
Amanece. Escucho con atención el lejano cante de los madrugadores jilgueros, el cual parece proceder del tejado que se encuentra frente a mí. Me asomo a la ventana tratando de sumirme en el armonioso piar de los coloridos. Entonces, la brisa marina roza mi joven piel. Enormes alas crecen en mi espalda a la par que recito unos versos de Alberti. Vuelo. El final del verano se precipita sin piedad. Las ya ocres hojas del carambuco se desprenden y caen al suelo. Suelo al que nos encontramos encadenados. "Sinceramente no me esperaba tan cerca el otoño" me dije. Desaparecen las alas de mi espalda. Anochece.