No sé si se pueden colocar historias con continuación pero bueno.
Él también localizó mi presencia. Era un lobo imponente, un abundante pelaje grisáceo recorría su cuerpo. Tenía numerosas y algunas incluso profundas cicatrices. Probablemente era el macho alfa. Abrió sus fauces y mostró unos afilados colmillos que resplandecían en el oscuro cielo despejado de una noche cálida de un atípico otoño.
El cánido dio un paso hacia adelante, con firmeza. Profirió un increíble aullido que rasgó el implacable silencio nocturno, resonando en todo el bosque. Cuando aún me preguntaba cómo aquel lobo pudo efectuar tal sonido gutural me dí cuenta de que tenía que escapar, sólo era un novato en aquella tierra llamada Mainland. Me registré y apenas tenía una pequeña daga de madera con un filo insignificante que suelo utilizar para despellejar las pieles de los zorros. Sus preciadas pieles son empleadas en diversos negocios. Las manos me temblaban, aquel encuentro tan precoz con un animal de tal envergadura no cabía en mis planes. Era imposible escapar. El animal procedió con cautela, mi ritmo cardíaco aumentaba por cada paso que daba. Él daba vueltas alrededor mío, probablemente estaría esperando alcanzar un punto ciego para poder abalanzarse y asestarme una potente dentellada, la sangre brotaría de la herida y probablemente en un par de minutos ya habría perdido suficiente sangre como para marearme. Estaría débil y apetecible para un hambriento lobo como aquel.
Un plan surgió de mi mente, podría tirar una rama para desviar la atención del lobo y correr. Funcionaría. Tenía que funcionar. Miré el suelo y allí estaba tirada como si fuese una cosa inútil. La agarré, apreté el puño, aquel objeto considerado inútil me podía salvar la vida. Respiré hondo e intenté que no me temblara la mano, tenía que ser como uno de esos paladines, con sus arcos de caoba que podrían perforar la armadura de un Orc Warlord o sus ballestas de roble que fácilmente podrían atravesar a dos personas en fila.
Un gran bulto se movía por la oscuridad, éste captó la atención del lobo y la mía. Aquel ser tenía una larga túnica de color carmín, un colorante bastante caro. Sus botas eran de un cuero de alta calidad y estaban resplandecientes. Tenía la cabeza tapada con una capucha ricamente bordada. Pero mi vista se fijó rápidamente en un resplandor turquesa que emanaba de su mano izquierda, lo observé con más detenimiento y me di cuenta que aquella esfera turquesa desprendía unos pequeños relámpagos.
-Exori vis- masculló aquella figura que, gracias a la luz que creaba aquella esfera mágica parecía más humana que antes. El hechizo salió despedido y colisionó contra el cuerpo del temido lobo. Un débil gemido salió de la garganta del animal, no se veía tan fiero ahora que estaba tan malherido. Hubo un intento de escape, fallido. Tenía una de las partas traseras inutilizadas.
-Sígueme. Ladeó la cabeza e inmediatamente silbó al viento. De la nada apareció un caballo esbelto, su cola no paraba de moverse, como si estuviera inquieta. Esperando la llamada de su amo. O simplemente nerviosismo.
En medio de todo esto el agónico lobo se fue con el rabo entre las piernas, no pudo saciar su hambre y casi pierden un miembro en la manada. El corcel empezó a galopar, resquebrajando las hojas secas que fueron fácilmente reconocidas debido a el sonido que emiten cuando son rotas.
Traté de apreciar el paisaje, aunque la noche era tan oscura que a duras penas podía observar su belleza. Parecía que el caballo conocía la ruta de memoria. El desconocido permaneció en silencio durante todo el trayecto, su caballo rara vez relinchaba, no sé si por cansancio o simplemente para que el ambiente no fuese tan incómodo.
-Quítate esa ropa mugrienta- bramó el desconocido. Se acercó lentamente. Bajo, constitución robusta, mediana edad, de rosto enjuto aunque se apreciaban unas prematuras arrugas que sólo se hallaban en el perfil izquierdo de su cara. Aunque vistas con más detenimiento parecían restos de una quemadura. Restos que no pudieron sanar, piel muerta que cuelga de su cara. Ojos verde ceniza, penetrantes, observándo el más mínimo detalle. Su cara era fea, pero no la de un tonto.
-Me llamo Jayce, no lo olvide.- susurró.
Las cristalinas gotas de agua pura del monasterio impactaban contra un suelo desprotegido ante aquel ataque. Los campos de trigo blanco que suministran de un exquisito pan al edificio eclesiástico estaban siendo masacrados. Aquel pan es famoso en todo el pueblo y es muy cotizado en los mercados de diversas ciudades de gran importancia, tan importantes como Venore, una ciudadela donde el lujo está a la vuelta de la esquina. Aunque no todo lo que brilla es oro en esta ciudad, aquí también existe la red más amplia de criaturas esclavizadas. La policía Venoriana hace la vista gorda debido al impuesto del catorce % del valor de cada transacción. En un trato de gran envergadura las arcas de Venore podrían adquirir cinco monedas de cristal. Según Venore's Voice la ciudad obtiene una media de setenta y cuatro monedas de cristal al día por este impuesto. Que son despilfarradas en unas defensas y armada que no se han utilizado desde hace dos siglos.
-Varus, la lluvia está avasallando nuestra plantación- chilló Graves, temeroso de que en el invierno las reservas no cubran sus necesidades.
De la oscuridad se asomó una cabeza, unos ojos cansados por la vida observaron la situación. Un pie se adelantó, le seguía el otro. Una capa azul se dejó entrever.
-Utamo vita. A una velocidad vertiginosa una fina capa azulina cubrió la plantación al completo, sin dejar un solo grano de trigo fuera. Las gotas de agua que chocaban contra este escudo mágico eran desviadas inmediatamente a una dirección aleatoria.
-Exori flam. De la mano del hechicero empezó a brotar fuego que parecía tener vida propia. De la garganta del monje salió otro poderoso conjuro.
-Gran. La bola ígnea empezó a expandirse, ahora no cabía en la mano. Debido a esto flotó a unos pocos centímetros de su palma.
-Max. De la nada aparecieron tres bolas de fuego que giraban lentamente alrededor de la mayor. Su tamaño era un poco más grande que la primera invocada. El brujo alzó su mano al cielo del crepúsculo. El poderoso conjuro salió disparado como una flecha que ha sido encantada por un paladín de élite. Ascendió rápidamente hasta una considerable altura y frenó bruscamente.
-Exiva. Un mapa mental fue creado en la mente de Varus. Un bulto estaba escondido entre la densa maleza.
-Persequi. El conjuro se abalanzó hacia el lugar indicado por su dueño y explotó. Un alarido se escuchó en el campo.
-Exana flam. Conjuró la extraña criatura. Su voz era muy grave, no parecía humana. Las llamas no cesaban y el cuerpo inconsciente del ser que conocía magia de ese nivel daba unas pequeñas convulsiones. Su cuerpo estaba recubierto con quemaduras, el hechizo de sanación apenas hizo efecto.
Lo admito no tengo imaginación con los nombres. Sí, son campeones del LoL.