Verlaßt mich hier, getreue Weggenossen!
Laßt mich allein am Fels, in Moor und Moos;
Nur immer zu! euch ist die Welt erschlossen,
Die Erde weit, der Himmel hehr und groß;
Betrachtet, forscht, die Einzelheiten sammelt,
Naturgeheimniß werde nachgestammelt.
Mir ist das All, ich bin mir selbst verloren,
Der ich noch erst den Göttern Liebling war;
Sie prüften mich, verliehen mir Pandoren,
So reich an Gütern, reicher an Gefahr;
Sie drängten mich zum gabeseligen Munde,
Sie trennen mich, und richten mich zu Grunde.
(...) Después el poeta continúa elevándose - a pesar de que parezca imposible que pueda elevarse más - y brota el último grito, el más terrible:
" ¡ Dejadme abandonado aquí, fieles compañeros de viaje! ¡Dejadme solo entre rocas y musgo, en el cenagal! Seguid vuestro camino: la amplia tierra, el cielo inmenso son vuestros, el secreto del mundo florecerá para vosotros. "
"Lo he perdido todo, me he perdido a mí mismo. Antes era amado de los dioses, diéronme la Caja de Pandora llena de riquezas y de peligros. Nada me negaron de todo cuanto les pedí ¡Pero hoy me han abandonado y me siento sumido en el vacío!"
Nunca había nacido de Goethe, de temperamento tan reservado, una estrofa semejante. Cuando era joven sabía disimular; cuando fue hombre supo contenerse. Siempre envolvía sus secretos más íntimos en imágenes, en cifras y en símbolos. Y ahora, al llegar a la ancianidad, se desahoga sin reservas, de un modo magistral. Desde hacía cincuenta años, el magno poeta lírico, el hombre sensible que había en él, no se había revelado de un modo tan vivo como en esta página inolvidable, en ese memorable instante de su vida. "
Stefan Zweig sobre "Marienbader Elegie" , de Goethe (La elegía de Marienbad) en "Momentos estelares de la humanidad"