VII Concurso de Relatos - Momento Lectura

Cuando se publicó el texto de introducción tardé lo suyo en encontrar una historia que me gustase, y cuando llegaron mis cuatro días reservados para escribir (una pequeña escapada en algún rincón de Lugo) seguía con las manos vacías salvo por una cosa; quería una protagonista femenina. Era la única idea preconcebida que traía en la mochila, lo cual se complicaba con la introducción obligatoria, donde el personaje es masculino o neutro.

Así que, sin ideas, partí de los mimbres que nos daban. Del elemento clave de la intro (el portal) descarté de inmediato la Ciencia Ficción (no es un campo que me interese, no me mates) y la nebulosa empezó a tomar forma de una verja en un viejo manicomio; necesitaba algo que atrajese al protagonista allí pero, siendo coherentes con la intro, tirase al mismo tiempo de él hacia adentro y hacia afuera. Para darle profundidad, pronto apareció una segunda puerta, paralela con el primer portal, de modo que pudiese jugar con los accesos entre ambos umbrales.

En el tiempo que le dediqué los dos primeros días quedó establecida la relación entre Frank y Madeleine (los nombres originales de André y Audrey), a los que más tarde, al tercer día, añadí al Doctor Miller (el boceto de lo que sería Suzana Martins), como un médico experimentando con la chica para introducir un avatar de sí mismo en la mente de su paciente al final del relato, que desencadenaba la explicación final hacia una junta bien de colegas, bien de patrocinadores que financiaran su proyecto… finalmente ese resorte explicativo lo hice saltar con la inclusión de un cuarto personaje (Eduardo), la cual termina siendo su principal función (aunque tenga más historia detrás). De esa revisión, ya de vuelta en casa, es también la simplificación general de la historia y la redacción, después de enseñárselo a mi buen amigo Yisax, que me hizo empatizar con la perspectiva del lector y hacer un guión más accesible al usuario (imagina cómo era antes).

Entre los días de escapada, con el boceto a mano, y las correcciones ya en teclado, desestimé la caracterización anglosajona para localizar la acción en el Portugal de finales del XX, por cercanía personal, por ser un registro poco recurrido y por la versatilidad y belleza de sus nombres. Elegí Audrey instintivamente, porque me encanta su sonoridad y ese dualismo fortaleza-fragilidad de que transmite.

Y ese es el nombre del relato; Audrey, porque ella es la real y única protagonista de esta historia, a pesar de que prácticamente André y Martins monopolicen los focos.

El relato empieza con André entrando, con muchas dudas y dificultades, a un edificio y a un piso que no le son ajenos, porque ya ha estado allí muchas veces. Dentro se encuentra con Audrey, con la cual alterna residencia (aunque él lo olvida todo siempre, menos cómo era el piso original, como una pérdida de la memoria a corto plazo, reiniciándose en cada ciclo) por razones de… mantenimiento, como explica Martins posteriormente. André entra con un llavero muy particular, el cual le permite llegar a ese lugar; el mismo llavero que Audrey utiliza para salir de allí.

En ese momento las crisis de Audrey cesan en la cama del sanatorio, porque ella ha vuelto a retomar el control de su consciencia, que hasta entonces ocupaba André. El enfermero Eduardo, al cuidado de la chica, se dirige entonces a avisar a la doctora encargada, Suzana Martins. Esta constata que los ciclos entre crisis son cada vez más cortos (supongamos que se han reducido MUCHO), por lo que juzga la situación como insostenible y decide tomar una decisión drástica. Se produce la explicación de la historia de Audrey por parte de Martins a Eduardo mientras se dirigen a la entrada del sanatorio. Esa historia puede tomarse como real, aunque es en cierto sentido irrelevante, pero de momento tomémosla como real: Audrey era una chica normal que un día se obsesionó con una ventana (la misma con la que está obsesionado André, pero él es un personaje imaginario obsesionado con una ventana imaginaria, creados ambos para canalizar la ansiedad y la obsesión de Audrey). No importa por qué se obsesionó, no importa qué hay en esa ventana, lo que importa de ella es que la obsesión existe, como el tótem de Leonardo DiCaprio al final de Origen; no importa si gira o no infinitamente, lo que importa es que a él le deja de importar si lo hace.

Asumiendo que en Audrey coexisten dos personalidades (André y la propia Audrey), encerradas en la mente de la chica, Eduardo pregunta a Martins qué se propone saliendo del edificio. Martins le expone entonces el concepto de las Matrioskas, porque eso es lo que de verdad ocurre; el piso imaginario (con Audrey y André), está dentro de la mente de la Audrey del sanatorio, pero es que el sanatorio (con esa Audrey de dos personalidades, más Martins y Eduardo) está a su vez dentro de la mente de otra Audrey… de la verdadera Audrey; el único personaje real en esta historia. De esta Audrey real no sabemos nada, porque no es relevante más allá de que es. Podemos creernos la historia que nos cuenta Martins y asumir que, siendo la doctora un personaje imaginario, nunca llegó a tratar a la Audrey real, que todo lo que Suzana dice son fragmentos escuchados por Audrey como paciente, y que la chica continúa en un infierno de sedantes y crisis continuas, perdida en cualquier sanatorio dejado de la mano de Dios, pero como dije, esto es realmente irrelevante, más allá de que parece que Audrey vive permanentemente en un nivel subconsciente.

Volviendo a lo que Martins piensa hacer, recordemos que las dos localizaciones que hay (el edificio y el sanatorio) comparten dos cosas en común; no hay actividad humana o animal (en el edificio, André no escucha nada aun guardando silencio durante un rato, y en el sanatorio, pese a que Eduardo, en solitario o con Martins, recorre numerosos pasillos y salas, nunca aparece nadie) y salir (o entrar) de ellos implica adentrarse en un limbo lleno de luz y calor, a través del cual puedes moverte si tienes, precisamente, el llavero en cuestión. Este llavero, que originalmente parece exclusivo de la dualidad Audrey-André, aparece también en las manos de Martins (que se encuentra en un nivel superior -el sanatorio-). ¿Por qué?

Del mismo modo que André existe para canalizar la obsesión de Audrey, Suzana Martins representa su voluntad de luchar, de enfrentarse a sus problemas mentales y resolverlos. Cuando la Audrey real se entierra en su subconsciente, Martins es la primera personalidad que aparece junto a la de la chica, con la cual interactúa durante mucho tiempo. Más tarde llega André, y finalmente Eduardo. Este último aparece muy poco antes de los hechos que se narran en este relato, y es un aliciente más de Martins para actuar: el número de personalidades múltiples aumenta en todos los niveles del subconsciente de Audrey, incluso en la que ella misma (Martins) ocupa. Audrey (la Audrey real), inconscientemente, le da el poder para penetrar en lo más profundo de su obsesión; Suzana dejará de ser su doctora para ser un personaje más en el centro de su problema, enfrentándose directamente a André en el piso, en plena exposición a esa ventana imaginaria, en el nivel más profundo de su psique.

Martins se demuestra como la única personalidad autoconsciente de Audrey, de ahí la sonrisa abnegada al despedirse, asumiendo que corre peligro de colapsar todo el sistema. Podemos terminar la historia recuperando la introducción original, pero con Suzana, y no André, como protagonista.

Las críticas (negativo-constructivas) se han centrado en tres grupos: excesivo tiempo para las descripciones, expresiones rebuscadas y final confuso… no voy a contestar directamente a ninguna, porque todas tienen razón, aunque pueda estar más o menos de acuerdo con ellas, pero voy a intentar justificar los porqués.

Descripciones: suponen prácticamente la primera mitad del relato; me interesaba ese ritmo lento por lo eterno que se le hace a André llegar a su destino; quería transmitir esa sensación de estar encerrado en un cuerpo que no responde como desearías y en una mente que lucha en dos caminos diferentes; la de lanzarte corriendo a por tu objetivo y la de tomar todas las precauciones posibles, porque tienes mucho que ganar pero también puedes estropearlo todo y por tanto mucho que perder. Finalmente, cuando se encuentra con Audrey en el piso, ya dejo pistas sobre que ganó la primera parte (pese a su pretendido sigilo, ella lo oye desde el mismo momento en que llega al edificio), porque para André la adicción que sufre distorsiona totalmente su realidad, ya de por sí alterada.

Las descripciones son más escuetas y bocetadas en la segunda parte del relato, aún regalándose un poco en el despacho y el vestíbulo, porque es precisamente donde todo se acelera, y donde sólo pequeñas pausas preceden a la toma de decisiones y acciones importantes.

Expresiones: como comenté alguna vez, aunque apenas leo y hace mucho que no intento escribir, en su día me sentí a gusto en la prosa poética por el cajón de sastre que supone a los que quieren evitar ceñirse a todas las normas posibles, y creo que es una disciplina que marida genial con los relatos breves (y especialmente los microrrelatos). El riesgo es que si no la sabes dominar vas a hacer tu texto más opaco e inaccesible (o vas a cortar el ritmo innecesariamente, como parece que ha sido en este caso). Este año me enamoré de ‘Cien años de soledad’ y su realismo mágico. Me encantan los textos que expresan más emociones de las que cuentan, y me dije “joder, yo quiero intentar escribir como este tío”. Por supuesto se quedará en un intento, pero me gusta ese referente aunque los experimentos salgan ‘de aquella manera’

pd. Sí, he llamado “este tío” a GGM

Final confuso: nada que decir más allá de la parrafada de la spoiler anterior; era una historia un tanto enrevesada, que sabiéndola desde el principio puede tener sentido y hasta obviedades, pero que enfrentándola desde cero y en medio de un montón de relatos que empiezan igual… supongo que no merece la pena el esfuerzo de intentar empaparse de ella, entre otras cosas por el gran riesgo que tiene resultar una historia desagradecida con ese esfuerzo

La próxima vez me preocuparé más por intentar evitar este error, ¡gracias por ayudarnos entre todos a mejorar!

Como último detalle, alguno ha criticado mi relato con la versión 1.3, que tenía una buena cantidad de párrafos mal puestos (cosas de la versión "maquetada" que le envié a Polako... lo cual hacía que el ritmo se cortase y alterase constantemente... me dio un poquito de rabia no poder insistir en que descargaseis la 1.4 porque precisamente era este relato el que aparecía en el registro de actualización... para otra intentaré repasarlo mucho antes ^