En cierto momento durante los tiempos antiguos la faz entera de Nave cambió drásticamente. Los continentes de Myrland, Sidoia, Sarducaa y Nordveld -antes unidos- se desgarraron. Las masas de tierra se separaron formando los continentes tal y como los conocemos. Sidioa en el suroeste, Sarducaa en el oeste y Nordveld en el noroeste se desprendieron de Myrland mientras las placas tectónicas del hemisferio sur se hundían varios metros en el océano. Esto produjo una enorme falla que a su vez produjo una catarata de cientos de metros de altura entre el Mar Interior al norte y el Mar de Coral al sur, llamada Falla de Tectons.
El antiguo puente de tierra entre Myrland y Nordveld se convirtió en una isla y enormes puentes fueron construidos para enlazar de nuevo ambos continentes. En los años previos al Conflux los kallard de Norveld y los tindremes libraron guerras enteras sobre la Falla de Tectons por el control de la isla y sus puentes de gran importancia estratégica.
La Campaña de Nordvel
Eventualmente los generales tindremes llevaron sus ejercitos a una gran victoria sobre las fuerzas kallard, dejando atrás el fuertemente defendido pueblo de Meduli e instalando una cabeza de puente en la costa este de Nordveld. Tras conquistar el pueblo de Varborg en el oeste, los tindremes controlaban la mayoría de territorios al sur de Nordveld, y habían empezado a asimilar a los "salvajes" en el Imperio. Sometieron a aquellos que se resistían activamente e intentaron ilustrar a los otros usando toda la fuerza de la maquinaria política tindreme.
El principal objetivo de las fuerzas tindremes era Branth, la capital de los kallards en el extremo noreste del continente. Sin embargo, para acceder a Branth tenían que cruzar la Ciénag de Fensalir o bien atacar la fortaleza montañosa bien defendida de Rimfrost.
La ciénaga de Fensalir
Para mayor fustración de los generales tindremes, los cónsules de la Tricápita allá en Tindrem subestimaron completamente las dificultades de cruzar lo que ellos consideraban un "pequeño charco" y el ejercito sufrió enormes perdidas en el terreno desconocido de la ciénaga y sus peligrosos habitantes, tanto hombres como criaturas. Los tindremes, aunque superiores en numero, se enfrentaban a un enemigo no solo familiarizado con el terreno y sus peligrosos, si no también con el duro clima. Cuando finalmente los cónsules se dieron cuenta que la situación en la ciénaga de Fensalir era insostenible, decidieron retirar al ejercito del pantano
Las disputas políticas entorno a la invasión continuaron; muchos cónsules se impacientaban por poder participar en la triunfal conquista de la capital kallard. El invierno estaba llegando al desfiladero de Rimfrost, el único paso lo suficientemente ancho para que un ejercito pudiese cruzarlo, de forma que este quedaría inundado por la nieve durante los próximos meses. En contra de la recomendación de los generales de reagruparse apropiadamente y esperar a la primevera, los consules ordenaron un avance todavía más arriesgado: un ataque frontal contra Rimfrost. Los consules eran en parte conscientes de las sólidas defensas construidas por los blainn, y previeron necesaria la ayuda de los huergar para superarlas. Sabiendo que esto sería un tema delicado para el concilio huergar (los huergar son una raza hermana de los blainn), la Tricápita dedicidió no revelarles nunca sus verdaderas intenciones. En su lugar, solicitaron un pequeño grupo de "emisarios" huergar, entre ellos arquitectos cuidadosamente seleccionados, para ayudar en la negociación con Rimfrost.
El ataque a Rimfrost
La fortaleza de Rimfrost fue construida hace siglos por los artesanos e ingenieros blainn y se situa en el interior y por encima del Desfiladero de Rimfrost. Sus defensas son excelentes y su posición estratégica sobre el paso la hacen prácticamente imposible de sitiar. La entrada al paso esta cerrada por una sólida estructura defensiva hecha de lo que parece una única pieza de gabore pulido.
Los tindremes se sentían confiados en su campaña debido a que los arquitectos huergar les habían servido bien en anterioridad, como por ejemplo en la construcción de Tindrem, y su destreza en la albañilería no tenía comparación. Sin embargo cuando los arquitectos huergar llegaron y se dieron cuenta que debían tomar parte en la lucha contra los blainn inmediatamente se negaron. Los planeados esfuerzos para persuadir a los huergar prometiéndoles el botín de Rimfrost o grandes sumas de oro sólo les insultaron, así que sin más preambulos les dieron la espalda y marcharon de vuelta a Myrland. Ambas partes se sintieron traicionadas. Los huergar estaban enfurecidos por habérseles pedido que lucharan contra los suyos y además a costa de destruir semejante obra de albañilería e ingeniería. Los consules, sin embargo, no podían entender la excesiva sensibilidad de principios mostrada por sus viejos aliados y sintieron que esta traición les había costado la victoria. Por lo tanto la alianza entre los dos pueblos que había perdurado durante siglos llegó a su fin.
Con la llegada del invierno, los tindremes tuvieron que retirarse a Varborg. Ni un solo hombre perdió la vida en el asalto a Rimfrost y ningún blainn o kallard fue capturado durante la expedición. Debido la falta de derramamiento alguno de sangre, se sigue considerando todavía esta campaña como la más vergonzosa de la historia tindreme. Los consules en Tindrem sólo tuvieron comentarios insidiosos e incompresión por la falta de habilidad militar de sus generales; mientras el ejercito establecía sus cuarteles de invierno a las afueras de Varborg, los generales fueron llevados de vuelta a Tindrem para luchar contra una variedad de bestias traidas de Nordveld, y en última instancia, luchar entre ellos para al menos entretener al Emperador hasta que el ejercito pudiese llevar a cabo una nueva incursión en Branth.
Y entonces sucedió el Conflux.
Continuará.