Dicen que no hay nada seguro en la vida excepto la muerte y los impuestos. Ciertamente, este año ha parecido en algunos momentos que ni siquiera la mítica prueba de las 500 millas podría escapar a la delicada situación global y celebrarse. Sin embargo, un año más estamos aquí, a falta de pocos días para que se dispute la carrera. Por primera vez, bajo el sol de agosto, en lugar del tradicional mes de mayo. Un año más toca que los monoplazas americanos disputen una de las citas cumbres del mundo del automovilismo. A pesar de todas las dificultades, y de que la carrera será a puerta cerrada, se ha podido reunir una parrilla completa de 33 vehículos, incluyendo el tercer asalto del asturiano Fernando Alonso, quien esta vez no tendrá que luchar por clasificar. Solo uno de los pilotos podrá hacerse con el ansiado trofeo Borg-Warner. La competición será fuerte. Algunos de los favoritos son pilotos veteranos que siempre están arriba en el campeonato como Scott Dixon, en un estado de forma envidiable, o Simon Pagenaud, ganador de la pasada edición. No podemos descartar tampoco a los novatos, quienes ya han demostrado tener el ritmo para luchar por victorias, como el español Álex Palou, o los dos pilotos de McLaren SP, Oliver Askew y Pato O'Ward.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. El año pasado fueron 36 coches los inscritos, lo que nos dejó un emocionante Bump Day, que este año no tenemos. Esto significa que no habrá nadie que se quede sin tomar la salida, pero también que no podremos disfrutar de la presencia de algunos de los habituales de esta prueba, que no han podido asegurar la financiación necesaria para tener un coche con el que correr, como por ejemplo Oriol Servià o Pippa Mann. Será, por tanto, la primera edición desde 1999 en la que no participará ninguna mujer en la carrera, cuando Lyn St. James no consiguió clasificarse, y la primera desde 1991 en la que ni siquiera haya ninguna inscrita.
La prueba de las 500 millas es una de las más longevas del automovilismo, siendo disputada desde el año 1911, 39 años antes de la primera edición del Campeonato del Mundo de F1. Solo se ha visto interrumpida por las guerras mundiales, y, por ahora, se ha podido conseguir que siga siendo así. Promocionada, no sin falta de razón, como The Greatest Spectacle in Racing, es, como ya sabréis considerada una de las tres pruebas que forman parte de la Triple Corona del Automovilismo, junto con el GP de Mónaco, habitualmente disputado el mismo día, y las 24h de Le Mans, algo menos de un mes después.
El circuito
El óvalo de Indianapolis es un circuito único y lleno de historia. Construido originalmente como un circuito de pruebas en el que se iban a disputar carreras, ¡con una superficie de grava!, fue poco a poco afianzándose como uno de los trazados referente en el automovilismo de competición, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, siendo modificado progresivamente con el objetivo de aumentar la seguridad y hacerlo apto para los cada vez más veloces bólidos, siendo primero pavimentado con ladrillos, cuando se ganó el apodo de "Brickyard", y finalmente completamente asfaltado en 1961. ¿Completamente? ¡No! Como los galos contra los romanos, un pequeño tramo de una yarda de ladrillos sigue resistiendo, a modo de recuerdo, sirviendo como línea de meta y como lugar de otra de las tradiciones: besar los ladrillos al ganar la carrera.
A pesar de que a nuestro poco experto ojo europeo todos los óvalos puedan parecernos iguales, nada más lejos de la realidad. Indianapolis es único en varios aspectos, y tiene un carácter propio muy marcado. Para empezar, es lo que normalmente se llama un "superspeedway", es decir, un óvalo muy largo, de más de 2 millas (3.2 km), concretamente, de 2.5 millas (4 km). Esto significa que es un circuito en el que se alcanzan de forma continuada velocidades extremadamente altas, y en el que el freno solo se pisa para entrar en boxes. Por otro lado, es un circuito bastante plano, con tan solo 9º de peralte, frente a los 33º que podemos encontrar en Talladega. Como principal factor diferenciante final, tenemos que tiene cuatro curvas físicamente diferenciadas, lo que no es normal en los óvalos, que suelen tener solo dos curvas, y a veces un pequeño y suave vértice en meta que rara vez se contabiliza como curva.
Pilotos y equipos
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Como siempre, ojo a las conversiones de tiempo que las he hecho yo y lo mismo la he liado.
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