Es curioso que todos los años hay historias como estas y twitter lleno de quejas, pero la gente sigue volviendo, precisamente esa misma gente con malas experiencias. No espereis grandes cambios si agachais la cabeza y volveis año tras año, es absurdo.
Lo creas o no, existen estudios sobre esto. Nando Cruz cita una tesis doctoral de Jordi Oliva llamada Percepción del impacto cultural a partir de emociones de los asistentes en el contexto de festivales musicales y entre otras cosas dice:
En opinión de Oliva, "el público de macrofestivales hemos claudicado como consumidores". Y lo dice en primera persona. Hemos renunciado a una serie de mínimos porque hemos aceptado que un macrofestival conlleva toda una serie de molestias. En su tesis sorprende leer las respuestas de asistentes que, tras plantear múltiples quejas, dicen tener un recuerdo positivo del evento. Es una percepción acentuada por la publicidad previa y posterior y, también, por lo que otros asistentes al festival consideran una suerte de postureo persistente que lleva a romantizar el cansancio acumulado y ha describirlo como algo positivo. Al fin y al cabo, a nadie le gusta aceptar que se equivocó un año más, y ya van cinco, aquél día que compró el abono de un macrofestival.
La retórica del festival se mantiene inalterable: será una experiencia inolvidable. Pero es complicado definir con precisión en qué consiste esa experiencia y, sobre todo, qué poso deja. Entre otros motivos, porque las respuestas de satisfacción variarán si se contesta durante el festival, la semana siguiente o al cabo de un mes.
El festival es una promesa eterna de peak experiences que es difícil de eludir cuando tanta gente que te rodea acude a uno con el móvil siempre en alto, grabando bandas que hoy en día son prácticamente imposibles de ver fuera del circuito de festivales. Yo soy el más ferviente detractor de los festivales en este foro (ya abrí un hilo sobre ello) y sin embargo este año fui al Tomavistas a ver a Dinosaur Jr. Me tomé una cerveza, vi 2 canciones de los planetas, 2 de Alcalá Norte y me piré para casa.
No romantizo los festivales y aun así voy a uno. Es una contradicción, lo sé, e intento tener las menos posibles. Para compensar, voy a una tonelada de conciertos en salas y me hincho comprar merch. Es como compensar la huella de carbono plantando un árbol pero en el contexto musical