La violencia sexual contra las mujeres se extiende a cualquier ámbito, también a las aplicaciones de citas. Un lugar “para establecer relaciones afectivas y sexuales cada vez más habitual entre la población joven”, explica el informe de la Federación de Mujeres Jóvenes Apps sin violencia. “La violencia sexual contra las mujeres ha adquirido nuevas formas en los espacios virtuales de citas, haciendo que los tradicionales modus operandi de seducción patriarcal, donde se ubica la violencia sexual, se acoplen y se rearmen”. Según el estudio, el 21,7% de las que tuvieron citas a través de Tinder —la app que eligieron por ser líder entre los más jóvenes— asegura que “fueron forzadas a tener una relación sexual mediante violencia explícita”, es decir, “fueron violadas en el sentido más consensuado socialmente del término, mediando la violencia física”. Y casi el 57,9% se ha sentido presionado para mantener relaciones sexuales. La encuesta tiene “una muestra total de 963 mujeres heterosexuales entre 18 y 35 años, usuarias de Tinder”.
Las cifras siguen y, apuntan desde la federación, “son alarmantes”. Alrededor del 57% de las encuestadas consideró que alguna de sus citas las había animado a beber con el objetivo de tener sexo; casi un 30% afirmó que su pareja sexual continuó con una práctica tras haber manifestado ellas dolor físico y deseo de parar, y un 40% sintió lo mismo en relación con prácticas de dominación sexual (BDSM).
Para el estudio se realizaron dos metodologías: cuantitativa y cualitativa. La primera incluyó la encuesta en internet de más de 40 preguntas a 963 usuarias en Tinder y la segunda consistió en la elaboración de dos perfiles, uno masculino y uno femenino, para “evidenciar los estereotipos de género y las agresiones a las que se ven enfrentadas las mujeres” a la hora de relacionarse con hombres.
Uno de los principales hallazgos en los perfiles de Tinder fue la reproducción de discursos propios de un ideal femenino subordinado en el que “se ha extendido una nueva feminidad en la sexualidad, que constituye la única base de la identidad femenina”. “No significa una sexualidad placentera, sino como una forma de poder”, explica una de las investigadoras del estudio, Irene Otero Pérez. Además, apunta a que encontraron perfiles masculinos en los que destacaba su interés por encontrar mujeres “tranquilas, risueñas, princesas, cariñosas”, entre otros adjetivos.
Los piropos, los desnudos o las conversaciones con contenido sexual en las primeras interacciones con un usuario son comunes. Las usuarias que han recibido mensajes alusivos a su físico llegan hasta un 92,2%. De ellas, el 87,6% dijo haberse sentido incómodo por ello; el 79% dijo haberse sentido incómodo o presionado para enviar fotos de desnudos y un 69,3% sintió presión para mantener conversaciones sexualmente explícitas contra su voluntad. Algo que para Otero es “la viva imagen de la deshumanización de las mujeres”. “No existe la mujer persona, sino la mujer bella”, apunta Otero.
Otros datos preocupantes de las experiencias es que un 65,4% aseguró haber recibido preguntas como “¿eres sumisa?”. En el primer contacto por chat o interacciones muy recientes, el 54,6% de las mujeres afirma que se les ha preguntado sobre su interés por el sexo violento. A lo que el 61% respondió que recibió respuestas violentas por su rechazo a este tipo de sexo con calificativos como “mojigata”.
Violencia sexual en los encuentros presenciales
Según el estudio, existe “una fuerte resistencia a nombrar como violencia sexual muchas de las agresiones explícitas que sufren las mujeres”. En la respuesta a la pregunta sobre ¿Has sufrido algún tipo de violencia sexual en una cita de Tinder?, el 86,4% de las mujeres negó haber sufrido cualquier tipo de violencia sexual en las citas por aplicaciones. Ese dato, explican las investigadoras, choca con los resultados de otras preguntas más específicas, en las que por ejemplo el 50% de las mujeres dijo haberse sentido presionada para mantener relaciones sexuales. Las respuestas afirmativas a esta pregunta más genérica (11,49%) son aproximadamente la mitad del total de las que revelan haber sido violadas (21,7%). Mónica Sainz Martínez, otra de las investigadoras, explica que esto se debe al mito que hay detrás de la violación. “Esto hace que violencia sexual se identifique como aquella cometida por un desconocido en un callejón oscuro”, apunta.
Pero la violencia sexual no solo opera así. A la pregunta explícita de si su cita las me emborrachó o drogo para tener relaciones, el porcentaje alcanzó el 20%. Ya durante el sexo, el 48,8% de las mujeres dijo haberse sentido un objeto cuyo placer no importa. De ese porcentaje, el 26,3% dijo haberlo vivido con frecuencia alta.
Además, el 27,7% de las mujeres que tuvieron relaciones afirma que los hombres fueron violentos durante el sexo, realizándoles ahogamientos, abofeteándolas o insultándolas. Y el 28,2% dijo haber vivido alguna práctica que le hacía daño y en la que, a pesar de la negativa, el hombre siguió. Datos por los que la Federación de Mujeres Jóvenes han expresado su profunda preocupación y exigen políticas de prevención.