Buenas a todos,
Abro este hilo a petición de varios usuarios a raíz de unas fotos en el hilo de imágenes increíbles sobre un cicloviajero extremo que tuve el placer de conocer, para responder dudas/preguntas sobre cicloturismo, sobre mi viaje, o sobre lo que pueda surgir.
Es mi primer hilo, a pesar de que llevo varios años registrado en MediaVida(más aún como lector) por lo que perdonadme si la estructura o el formato del mismo no es muy bueno. Estoy abierto a cualquier tipo de sugerencia para mejorarlo, es más, os pido ayuda de manera que entre todos podamos hacer de este un hilo interesante.
ACLARACIÓN
Por motivos de privacidad, no voy a poner a fotos en las que se me vea la cara, y evitaré en general fotos en las que salgo yo. Por si fuera poco, mi móvil acabó en el agua y no dispongo de tantas fotos como me gustaría.
EL VIAJE
En agosto de 2017 dejé mi trabajo, salí de Middelburg (Países Bajos) montado en el Pato Raudo (mi bici) con intención de llegar a Cabo Norte (Noruega), el punto oficial más septentrional (aunque esto es mentira) de Europa continental. No lo conseguí, solo llegué a Trondheim, y desde allí de vuelta a Middelburg. Tras esto, estuve por el sureste asiático de mochilero, e hice el camino de Santiago a pata. Volví a Holanda, y desde allí bajé a Murcia otra vez con el Pato Raudo, desviándome por Portugal.
PAÍSES VISITADOS:
- Holanda
- Alemania
- Dinamarca
- Noruega
- Suecia
- Finlandia
- Bélgica
- Francia
- Portugal
- España
el PATO RAUDO
EL PREVIAJE + EQUIPAJE
Yo ni sabía que viajar en bici era una cosa-concepto, hasta que un compañero de trabajo, cuando se dejó el curro, realizó la vuelta a casa desde Vlissingen hasta Santander. Me flipó la idea, y decidí que cuando me fuera de Holanda, yo haría algo parecido.
Unos meses antes de salir, empecé a leer mucho sobre cicloturismo. Principalmente leí sobre material técnico. Como os podéis imaginar hay muchísimo que leer, especialmente si no sabes sobre el tema. Me preparé un Excel con las distintas opciones y precios, para ver cuánto invertía en unas cosas y en otras, así como para aprovechar las ofertas que fueron saliendo.
Si os habéis fijado en las fotos, no llevo calas. Y no me arrepiento, varias veces no me ostié por poder poner el pie rápido. La bici con equipaje pesa mucho, lo que supone que si te caes, te la pegas bien gorda. Además, así me ahorré llevar dos calzados.
Para que os hagáis una idea de lo verde que iba antes de salir en todo esto, el día antes empezar la aventura NO tenía ni culotte Me lo compré porque un amigo me dijo que estaba loco (o era gilipollas) por irme sin mallot. Yo pensaba que había una parte de postureo en llevar culotte, como gran parte de la modo runner que hay ahora. Claro, no sabía que van acolchados. Ese mismo día me compré uno cutre, y el segundo día de ruta me compré otro mejor al ver que sería imprescindible, para ir alternándolos y lavándolos.
Aquí un repaso de parte del equipaje:
- Alforjas: Básicamente llegué a la conclusión de que hay dos marcas(Ortlieb y Vaude) que te pueden dar la seguridad que necesitas. Las alforjas son tan importantes como la bici. Si se te rompe una es un auténtico desastre. Me decanté por las Vaude porque pillé una oferta por unos 80€. Las ortlieb suelen valer unos 120€
Tienda: Debe ser ligera y poco voluminosa. No es tan importante como otras cosas, a pesar de que vaya a ser nuestra casa. La mía es una Coleman Cobra, que me costó unos 60€ también de oferta.
Saco de dormir: Un Robens de 50€. El saco es más importante que la tienda, pues es lo que te va a mantener calentito si dice de hacer frío.
Esterilla autoinflable: También Robens. Me costó unos 40€. Dormí muy bien, pero pasó lo que tenía que pasar y acabó pinchándose, por suerte, ya en España, donde lo sustituí por uno del Decathlon. Posiblemente un Therm a Rest Z Lite sea mejor opción, por el tema de que al no ser inflable, pues no se va a pinchar.
- GPS: Garmin Edge Touring. Mi idea era pillar un Garmin Trek, pero estaban por los 200€ y me tiraba para atrás al no ver muy claro cuánto sería de necesario. Cuando vi el Edge Touring, que está más pensado para la bici que el Trek, de segunda mano, a 60€. No me lo pensé.
- Hornillo + Cazos: De las cosas que me compré que más amé durante el viaje. Puede parecer que los cazos son pequeños, pero en dos tandas te da para hacerte una cena que acabas llenísimo. Además es super potente por lo que tarda muy poco en cocinar.
Multi-herramienta de bici.
Una vitorino camping
Mini multi herramienta general Gerber dime.
Un chrome book bastante chustero pero que elegí porque especificaban que aguanta muy bien las ostias, y yo básicamente lo quería para poder escribir y no necesitaba specs tochas. Una de las pocas cosas que NO me habría llevado, aunque me sirvió de Power bank para cargar el GPS y el móvil.
Cuerda, cinta americana y bridas. Esto lo llevo cuando me voy a la montaña, cuando me meto en la jungla, cuando me voy de camping, cuando voy a visitar a mis padres, cuando voy al cine con la novia, cuando saco al perro y cuando entro a Mediavida. Con estas 3 cosas arreglas el 95% de las cosas.
PRIMERAS PEDALADAS - PAÍSES BAJOS
El primer día había llegado. Me desperté temprano. Dejaba atrás la que había sido mi vida durante 4 años. Trabajo. Ciudad. Casa. Me temblaba TODO. Quizá por la falta de costumbre de pedalear con peso (130kg entre bici, mi peso y equipaje), o por los puros nervios, pero me costó horrores mantener el manillar recto.
Ruta:
La ruta probablemente no fue exactamente esta. Como he dicho anteriormente no llevé un cuaderno de bitácora y por tanto he tenido que reconstruirla forzando puntos en los que sí que recuerdo estar
Esa noche dormí en Goes, a apenas 25km, pero parada obligatoria para despedirme de la que era ya mi ex-pareja.
La segunda etapa tenía como objetivo llegar a Rotterdam, donde dormiría en casa de una amiga y compraría un casco.
Cuando llevaba 15 km empezó a llover la de Dios, me refugié en un túnel. Qué bien.
En esta etapa tuve mi primer rifirrafe con el GPS. Google maps me marcaba 100km, y siguiendo las indicaciones del Garmin acabé haciendo más de 120km. A esas alturas yo no entendía nada, pero no me importó demasiado, aunque llegué con la lengua fuera. Al final no compré el casco, en parte porque en la tienda no vi ninguno que me convenciera, pero sobretodo porque soy gilipollas. Hay que llevar casco gente, cualquier caída tonta te puede costar mega-cara.
El resto del viaje por Holanda fue muy sencillo. Principalmente dormí en los citados Mini-Campings. Cualquiera que tenga el gusanillo de hacer un viaje en bici, debería plantearse, si está en sus posibilidades, hacerlo por los Países Bajos. Es lo que recomiendo a todo el mundo, sobretodo si vais a hacer el viaje en grupillo, ya que os aseguráis que todos puedan seguir el ritmo. Además, una vez acampéis, podéis relajaros con unas cerves y los placeres verdes que el país ofrece.
Los Neerlandeses son simplemente los reyes de las bicis, en ningún sitio del mundo que yo haya visitado vais a poder ir más tranquilos, con carriles bici que unen de punta a punta el país, con vistas muy gratificantes (muy a menudo el fietspad va por la orilla de los canales, que suelen ser muy bonicos y te aseguran no perderte).
En una semana tenéis tiempo suficiente para visitar las ciudades más importantes y aprovecháis para hacer turismo de paso. Podéis alquilar las bicis allí, o si queréis llevaros la vuestra, puede que sea más barato de lo que creéis.
Uno de los muchos canales con encanto que podéis encontrar siguiendo los fietspad
Como anécdota, un día me desperté escuchando mugidos, resulta que había acampado al lado de unas vacas, pero como llegué de noche no me di cuenta.
Tranquilos que estaba separado de ellas por un mini-canal.
Justo donde esta foto me encontré con un chaval alemán, que me pidió ayuda para subir su Kayak a tierra, porque llevaba el hombro jodido. Bien, si mi historia os parece que tiene tintes de colgado, mucho ojo a este tío. Viajaba en Kayak, salió desde Colonia, y llegó a Noruega. No tenía experiencia previa. Pero es que encima el hijo de puta no llevaba ni bidón estanco. Llevaba las cosas en una bolsa de rafia azul de Ikea. Sin más. Le vuelca el kayak y a tomar por culo todo. Menudo crack.
Holanda fue, como he dicho, muy sencillo.
Lo interesante empieza en Alemania!
ALEMANIA - LOS BACHES DEL CAMINO: BABOSAS Y LAS OVEJAS MAFIAS
Los primeros días en Alemania fueron plácidos, el resto quedaron marcados por la incomodidad del clima y la espectacularidad del Mar del Norte. A menudo Las Ovejas Mafias, escoltaron mi camino.
La frontera entre Holanda y Alemania me sorprendió mucho. Básicamente porque no hay nada. Cruzas un pequeño puente peatonal y has cambiado de país. Nunca había cruzado la frontera de un país a otro sin ir en coche, pero esperaba un poco más de ceremonia, no sé, una bandera a cada lado o algo así. Que va. Nada. De hecho me enteré por el mensaje de cambio de compañía telefónica.
Frontera entre Países Bajos y Alemania
Ruta
Los días posteriores llovió mucho a ratos. Por suerte si llovía por la mañana, la tarde solía ser soleada. Por el camino, me encontré, decenas, cientos, miles, millones de babosas:
Cúanto amor, y yo que estaba tan solito...
Estoy seguro de que al menos hice 50km adicionales a base de hacer mini desvíos de 20cm para no pisarlas. En serio, no os podéis imaginar cuántas había.
En este tramo, fue cuando conocí a la señora.
Granero de la Señora que nos partió el alma
Durante las siguientes etapas, el clima se endureció. El viento venía desde todas las direcciones, y peor que el viento en contra, puede ser el viento lateral. Con las alforjas, la bici es una vela, y se hace realmente cansado mantener el manillar recto. Te revientas los brazos. Por ello dejé de usar abrigo cuando hacía mucho viento, independientemente de si llovía o no, para minimizar la resistencia (llevaba un chaquetón gordo con una capa como de caucho, en lugar de material técnico ceñido). En la bici, el viento es nuestro peor enemigo, mucho peor que la lluvia.
El climax de esta serie de etapas llegó cuando vi el Mar del Norte. El tiempo estaba encabronado y la visión del mar fue simplemente espectacular. Iba caladísimo y lleno de mierda de oveja, así que me bañé sin más. Fue un subidón. La verdad es que el agua estaba menos fría de lo que esperaba.
Espera...¿Has dicho mierda de oveja? - Sí, gran parte del camino lo hice en el territorio de LAS OVEJAS MAFIAS.
Tras esto, crucé el Elba(impresionante) y me desvié para visitar Hamburgo, ciudad que siempre había querido conocer. Me pillaron las protestas por la visita del G20, por lo que tuve que seguir mi camino sin explorar demasiado para evitar los altercados.
Mis días en Alemania acabaron enbicicletandome al norte, hasta llegar a Flensburgo, acompañado de frecuentes lluvias, aunque cortas y menos intensas, y sin más cosas reseñables que remarcar.
DINAMARCA - EL SUFRIMIENTO DEL PATO RAUDO EN EL CIELO NÓRDICO
En Dinamarca el clima me trató mucho mejor, sin embargo, El Pato Raudo sufrió sus primeras lesiones.
Etapas marcadas por rectas interminables de escaso desnivel con pequeños rincones increíbles.
Ruta
Tras muchas jornadas bajo la lluvia, llegué a Dinamarca, donde el clima me dio un respiro.
Como si hubiera una frontera invisible adicional a la territorial, apenas 3-4 km después de cambiar de país empecé a encontrarme muchísimas mariposas posadas en la carretera, en lugar de babosas.
Como una alegoría de mi ánimo, que estaba húmedo tras Alemania, Dinamarca me recibió con mariposas, sol y ninfas. Se me saltaron las lágrimas de la emoción.
Entrada a Aabenraa, una ciudad pequeñita con mucho encanto
Tras los Países Bajos, el tramo que une Aabenraa con Aalborg es el que recomendaría para alguien que quiera hacer un viajecito en la bici. Visitareis varias ciudades que a mí me gustaron mucho: Aabenraa, Kolding, Vejle, Aarhus y Aalborg . Ninguna tiene nada que te vuele la cabeza en especial, pero tienen mucho encanto.
Describiría en general mi paso por Dinamarca, como un lugar sin grandes highlights pero con cultura que os encantará conocer y rinconcitos naturales que os sorprenderán.
De esta manera conocí Lindholm Hoeje, el mayor cementerio Vikingo de Europa, y que desde luego merece una visita.
Lindholm Hoeje
Lugar mágico - random
Sin embargo, en Dinamarca, al Pato Raudo le pesaron los kilómetros. Tuve que cambiar el líquido de frenos y se me rompió un radio de la rueda delantera No fueron percances mayores, ni muy caros. El problema fue que a 8km de Hirtshals pinché la rueda de atrás. Me dio mucha pereza ponerme a reparar el pinchazo estando tan cerca, por lo que continué mi camino empujando la bici. Al llegar, y una vez instalado en el camping, me puse a cambiar la cámara.
Recordad que siempre he dicho varias veces que no tengo ni puta idea de bicicletas. Tanto era así, que pese a que mi bici tiene marchas, solo ves un plato y un piñón y yo no entendía como eso posible ser. Bien, al desmontar la rueda me encontré con esto:
Tomé fotos de como estaba todo antes de desamarlo. No fue suficiente. Estuve 3h bajo un viento del copón y una lluvia bastante fuerte. La gente se descojonaba de mí, se acercaban en plan cuñado para explicarme como hacerlo, y viendo el percal se largaban sin más. Menos un Alemán, que estuvo no menos de hora y media conmigo.
Una constante en mis viajes es que, pese a que cuando tengo mucho contacto seguido con los alemanes pienso "putos alemanes", cuando realmente necesito ayuda, aparece un alemán de la nada a salvarme el culo. Ha pasado cuatro veces muy claves. Es casi molesto.
Tras solucionar la bici, el clima me dio un respiro y pude disfrutar del lugar, que es sobrecogedor. Incluso vi focas a lo lejos.
Camping de Hirtshals
A la mañana siguiente, me dirigí a coger el ferry, y a las primeras de cambio volví a pinchar. Ni 3km había rodado. Y ya no llevaba cámara para cambiarla. Por suerte, había salido con muchísimo tiempo de margen y llegué sin problemas andando.
Esperando el Ferry me encontré una cosa curiosa: Arenas movedizas. En mi puta vida habría esperado encontrarlas en Dinamarca. No sé si los carteles con calaveras eran una exageración para prevenir a los coches de quedarse atrapados, pero ahí estaban.
En el Ferry me sentí Di Caprio en el Titanic. Muchos coches de alta gama entrando en la bodega del Ferry. Encima al subir hacia las cubiertas, se me enganchó el abrigo en un pasamanos y se rajó más de 40cm. La gente iba mega arreglada y yo con el abrigo rajado, en la inmundicia.
El pasaje más barato estaba en torno a los 80€, sin camarote, por lo que dormí en una butaca y en el suelo.
Y así, sin más, amanecí en Noruega, donde recorrería los kilómetros más interesantes de mi viaje.
NORUEGA - EL FIN DEL MUNDO
La palabra que mejor describe Noruega es: Extrema. Sin duda, fue el clímax de mi viaje en todos los aspectos.
Las distancias en Noruega son enormes. Con apenas 5,5 millones de habitantes en un territorio de casi 400.000km2, gran parte del tiempo estás solo, a distancias peligrosas del ser humano más próximo. Es un país imprevisible, en el que la montaña y el frío amenazan constantemente con tumbarte. Por ello fue necesario ser mucho más prudente con los trayectos que en cualquier otro país. Es el único país de mi viaje que no recomendaría para viajar en bicicleta si solo se quiere disfrutar. En Noruega se sufre.
Es el único país que he visitado en el que mis raíces mediterráneas llorarían por el frío (En más de una ocasión me desperté por el frío y tuve que moverme para no quedarme tieso por la hipotermia. Esto no me había pasado nunca).
Creo que no podría vivir un largo periodo en Noruega.
Sin embargo, su belleza natural única, y las sensaciones especiales que transmiten sus paisajes, lo sitúan dentro del TOP5 de mis países favoritos.
RUTA
No hagáis mucho caso a la ruta, ya que cogí un tren y no he sabido reconstruirla de mejor manera
El primer día que pasé en Noruega fue una declaración de intenciones de lo que me esperaba en el fin del mundo.
Como os describí en mi último post, cogí el ferry de Hirtshals (Dinamarca) a Stavanger (Noruega) en un estado realmente harapiento, con la bici pinchada, y el abrigo rajado, con la ropa mojada y sin duchar. Quizá por esto, nada más bajar del ferry, me paró la policía.
Me llevaron a una sala, donde comprobaron mi documentación y me hicieron muchas preguntas (a donde iba, de donde venía, que iba a hacer allí...). Me desnudaron y revisaron todo mi equipaje, con un perro y tal. Me preguntaron si llevaba droga, ya que el perro estaba un poco alterado, pero no terminaba de apuntar a ninguna parte. Les conté que en Holanda fumaba porros, y que la riñonera donde llevaba el tabaco había portado habitualmente maría. Pareció convencerles, aunque solo a medias, ya que aun así registraron absolutamente todo mi equipaje. Hasta extendieron y montaron la tienda de campaña a duras penas (como ya dije, mi tienda solo puede ser montada si se ancla al suelo).
Debo decir que me trataron con mucho respeto y profesionalidad en todo momento, y tras concluir que no llevaba nada, se disculparon por las molestias e intentaron reorganizar mi equipaje, cosa que obviamente no consiguieron. Una cosa curiosa de viajar de este modo es que como tus alforjas son media vida, te acostumbras a jugar al tetris a un nivel bestial, de modo que todo quepa bien organizado y las cosas importantes estén a mano.
Me ofrecieron café y me indicaron donde podría reparar la bici. Por lo que me dispuse a empujar al Pato Raudo unos 8km desde el puerto hasta llegar a la tienda. De caminó empezó a llover muchísimo, por lo que me refugié más de 3 horas que pasé leyendo, en una parada de autobús (aún así me mojé bastante...).
Cuando llegué a la tienda, de primeras no quisieron ayudarme (como ya comenté, el tipo de marcha que lleva mi bici hace que cambiar la cámara de la rueda trasera sea un coñazo serio). Que lo intentara en otro sitio - me dijeron - que ellos estaban muy ocupados. Tal cual. No quería cambiar la cámara por mi mismo, ya que sospechaba que en la anterior reparación (en la que arreglé un radio) había hecho algo mal y por eso había pinchado dos veces en unos pocos kilómetros. Por suerte uno de los trabajadores era Portugués y por un sentimiento de hermandad ibérica se ofreció a ver que le pasaba al Pato Raudo. Resultó que tenía un micro cristal dentro de la cubierta. Me cobró tan solo 10€ incluyendo la cámara nueva, y me dijo que no dijera nada, que solo por el hecho de cogerme la bici debía haberme cobrado 40€ más mano de obra. El tío estaba hasta las pelotas de la vida en Noruega, me contó como había acabado allí, y lo mucho que echaba de menos pillar hierba decente, y que se iba a largar más pronto que tarde.
Tras dormir en la butaca y el suelo del ferry, necesitaba descansar, por lo que decidí tomarme ese día sin pedalear nada. Me dirigí al centro de la ciudad, donde encontré un camping a medio acondicionar, y por estar sin terminar, me cobraron poquísimo (2€ o así). Aproveché para lavar la ropa, limpiar la tienda, etc. Al no conocer todavía los super mercados de Noruega, entré en el primero que pillé. Craso error. 25€ una cena no-copiosa y medio desayuno. Eso sí, me llevé una alegría enorme al encontrar papel de combustión lenta, ya que en Dinamarca no encontré en ningún sitio y acabé hasta las narices de fumar con papel de combustión rápida. Pequeños placeres...
Esa noche, en el camping, conocí Jannika, una chica alemana (recordad la constante salvadora de los alemanes en mi viaje) que viajaba a pie. Me contó que viajaba con una amiga, pero unas pocas etapas antes se lesionó y tuvo que volver en tren a casa. Una loca de los animales, como yo, por lo que hicimos muy buenas migas. Más adelante me la volvería a encontrar.
A la mañana siguiente, con la bici arreglada, y bastante descansado, me puse gallito. Sentía que lo que estaba haciendo era en cierta manera una proeza. Iba a llegar al puto punto más septentrional de Europa. Iba a encontrar las auroras boreales. Iría a por el hito.
Sin embargo, la cura de humildad fue instantánea. Mientras yo recogía, llegó una pareja de alrededor de 70 años con sus bicis. Nada más llegar plantaron su campamento con una rapidez acojonante. Un talento-chorras que desarrollas en un viaje de este tipo es identificar que viajeros son auténticos pros por la manera en la que empacan/montan su equipaje. Con estos me quedé francamente pasmado. Lo siguiente que hicieron fue plantar dos banderas. Dos banderas de Korea del Sur. Obviamente tuve que acercarme a preguntar. Sí, venían desde Korea la mala. En bici. Con 70 años.
El primer día pedaleando en Noruega fue uno de los más duros de todo el viaje (y no fue el más duro porque más allá de lo puramente físico, no tuvo incidentes).
Como he comentado ya, no utilicé el apoyo eléctrico de mi bici durante el viaje a menudo, precisamente para tener el salvavidas en caso de necesitarlo. Pues bien, aquel día gasté la batería por completo, y tan solo avancé unos 60km. Venía de hacer alrededor de 100km al día sin ayuda del motor.
Los siguientes días conseguí avanzar bastante más, a base de ir bastante más lento y estar más horas pedaleando, conseguí volver a hacer +90 km por día, y pese a los continuos ostiazos a la cartera, y el destrozo físico, recorrí una de las zonas que más me gustaron de todo el viaje.
Empecé a coger pequeños ferrys (caros, para lo corto del recorrido) pues la alternativa por carretera a menudo son túneles que no permiten el paso de bicis.
Realicé el Trekking al Preikestolen - El Púlpito una formación rocosa simplemente espectacular que probablemente habéis visto en fotos. 600 metros de puro fiordo glacial.
El sitio es tremendo, y para asomarte, o vas gateando, o estás hecho de otra pasta. Eso sí, dejar colgar las piernas allí es una sensación bestial.
Y así seguí, saltando de isla en isla, esta vez con mucha menos montaña. El gps me metió a menudo por sendas de trail bastante dificiles. En varias ocasiones tuve que desmontar el equipaje, para salvar algún tramo, pasando el equipaje a pata, y luego la bici. Continué hasta llegar a una isla que siempre tendrá un lugar en mi corazón. Ombo.
La isla de Ombo tiene dos pequeños puertos, uno en cada punta de la isla, con cuatro o cinco casas alrededor. El paisaje es durísimo, pura piedra. La vegetación está adaptada a las duras condiciones. Las paredes de roca lloran por la humedad del ambiente.
Paisaje de Ombo
La crudeza de la isla conectó conmigo de una manera muy extraña. Pasé dos noches intensísimas allí simplemente recorriendo la nada a pie, en la casi más absoluta soledad. Ombo me asalvajó. Sentí que realmente conectaba con la naturaleza de una manera especial. Pasé muchas horas practicando Tai Chi, algunas de ellas, bajo la lluvia. Me bañé desnudo en aguas heladas. Me comí un pez que pesqué con una mosquitera*1. Dormí contemplando un cielo con más estrellas que espacio. Lloré y grité al vacío. Pensé mucho en mi propia vida, en cómo había llegado allí, y hacia donde iba, y al mismo tiempo, vacié la mente como no lo había hecho nunca antes.
Dudo mucho que vuelva a visitar la isla, pues estoy seguro de que lo que sentí allí fue simplemente la explosión de todo lo que llevaba dentro, de lo que había dejado atrás, de la adrenalina y la tranquilidad del viaje. De la soledad. De algo primario que siempre había sentido, y sin embargo, había mantenido a raya. Fue mi llamada de lo salvaje . No quiero empañar mi recuerdo de Ombo.
Uno de los puertecitos de Ombo
Tras mi paso por las islas, llegué a Haugesund, donde usé por primera vez Warmshowers, aunque en aquel momento buscaba compañía y no fue como esperaba. Me dirigí a Bergen, donde tuve una potra enorme. Bergen es la ciudad donde más llueve de Europa, pero cuando yo llegué, hacía un sol de escándalo, por lo que la gente estaba ultra animada. Todos en los parques haciendo picnics, muchas personas en ropa interior. Se palpaba la alegría en el aire. En fin, un jolgorio. Un grupo de universitarios me invitaron a sentarme con ellos y estuvimos toda la tarde hablando y bebiendo. Me contaron que llevaban una racha de más de 40 días seguidos lloviendo, y que aun así estaba lejos del récord (más de 80 del tirón). Me dijeron que debía ir si o sí a Flåm (no eran los primeros que me lo recomendaron), que había una ruta espectacular para la bicicleta, y que muchos ciclistas de todas partes viajaban allí exclusivamente para hacer el descenso. Así que allí me dirigí. Básicamente subes una montaña en tren, y luego tienes 20 km ininterrumpidos de descenso, salvo por un par de subidas.
Descenso de Flåm, foto tomada desde el tren
Me cagué en todo lo cagable. El principio del trayecto es sobre rocas sueltas del tamaño de medio balón de fútbol. Supuse que para la bici de montaña era una gozada, pero con mi bicicleta híbrida y el equipaje, lo pasé realmente mal. Tuve que bajarme varias veces de la bici porque no había manera. En las curvas sentí que me saldría y moriría sin más. Me acordé de cada una de las caras que me habían dicho que debía hacer el descenso, pensando en si eran gilipollas o qué coño se les había pasado por la cabeza para recomendarme algo así, sabiendo que iba con equipaje etc. Bueno, tenían razón, pasados los primeros cientos de metros, las rocas desaparecieron dejando paso a un sendero/pista mucho más amigable. El camino serpentea constantemente, tiene algún túnel, y claro, unas vistas espectaculares, rodeado de arroyos. Y siendo to-pabajo pues la verdad es que es genial y lo disfruté como un enano.
Curiosa ¿vivienda?. Estoy de acuerdo, eso mismo para todos
Tras el descenso, seguí dirigiéndome al norte, sangrando mi cartera, subiendo alguna montaña con nieve, hasta llegar a Trondheim, donde me quedé en casa de unos colegas. Allí decidí que era suficiente, que debía volver. Me quedaba por recorrer en Noruega aproximadamente la misma distancia que la que llevaba recorrida desde que salí de Holanda. Un desfase. Noruega es extremadamente alargada, y para recorrer 100km hacia el norte, acabas haciendo 200km debido a su orografía de su costa. Algunos de los mini ferrys cuestan 10€, y algunos días te ves obligado a coger 3-4 ferrys o desviarte demasiado. Por el interior, implica hacerlo a través de los Alpes Escandinavos(De hecho la ruta habitual para llegar a Cabo Norte es a través de Suecia, precisamente para evitar los Alpes). Pese a que todavía hoy me sigue jodiendo no haber conseguido cumplir el objetivo que me marqué a medio camino, fue la decisión correcta. Cuando empecé a dirigirme al Sur, pasé frío. El Otoño avanzaba mucho más rápido que yo, y podría haber llegado a pasarlo francamente mal, y en el mejor de los casos mi economía se habría visto gravemente perjudicada (soy fumador y allí solo me compré un único paquete de tabaco de liar, 25€).
Quise al menos darle un intento a las auroras boreales, por lo que fui a Kristiansund y a pueblos de los alrededores. No encontré la luz del norte plenamente, aunque una noche si que se intuyó levemente. Una pena, pero al menos algo vi.
Cogí un tren que me llevó hasta el parque nacional de Jotunheimen, rodeé la cadena montañosa de Hallingskarvet hasta llegar a otro parque nacional, Hardangervidda, donde recorrí los 200 metros/sálvese quien pueda huyendo de un Glotón que en realidad nunca me persiguió. En Noruega había visto fugazmente varios visones. Cuando vi al glotón pensé que era un visón, o alguno de sus primos, por lo que me puse a seguirlo. Normalmente los mustélidos son bastante esquivos, sin embargo, desde la distancia, este andaba con una chulería bastante peculiar. Cuando estuve más cerca, vi que era más grande de lo que parecía, lo que unido a la seguridad en su forma de andar me hizo darme cuenta de que era el momento de largarme cagando leches. Siempre me estudio la fauna de los lugares donde voy. Ver animales es uno de los principales motivos por los que viajo, por lo que para mi, es fundamental saber como actuar con cada uno. Encontrarse un glotón es muy raro, y no hay mucha información sobre como comportarse en caso de cruzarte con uno. Son auténticas bestias de la naturaleza. (De hecho el personaje de Marvel, Wolverine, es literalmente un glotón, y no un Lobezno. Los latinos si que mantuvieron el nombre real, pero en España se le cambió, supongo que por que la palabra "glotón" no muestra la ferocidad del personaje).
De wikipedia: "Es un carnívoro fornido con muy mal genio y musculoso, se asemeja más a un pequeño oso que a otros mustélidos. El glotón tiene una reputación de ferocidad y fuerza desproporcionada a su tamaño, con la capacidad documentada para matar a presas mucho más grandes que él."
Noruega tiene mucho que ofrecer en cuanto a fauna, renos, alces, osos, multitud de aves de presa...sin embargo, con la excepción del glotón, algún búho, y lo que os muestro a continuación en la foto, no tuve suerte.
Lución - El lagarto sin patas
Como digo en el pie de foto, el lución no es una serpiente, si no un lagarto que ha evolucionado hasta perder las patas.
Después de Hardangervidda, fui a Oslo, donde tan solo pasé la noche. Dormí en un parque, justo al lado de un camping porque estaba cerrado. Oslo es probablemente la capital de Europa que he visitado que menos me ha gustado. Solo pasé unas pocas horas con luz en ella, por lo que mi juicio está lejos de ser justo, pero la verdad es que tampoco me dieron ganas de quedarme más tiempo.
Desde Oslo, emprendí mi camino hacia el sur, hasta cruzar la frontera con Suecia, en una etapa de más de 150km. La más larga hasta ese momento.
Muchos túneles están prohibidos para bicicletas, pero la vía alternativa te recompensa con paisajes como este.
Montaña y roca. Inhóspita. Solo el hielo desafía a la piedra. Noruega es el final del mundo. Pero como dijo Oscar Wilde: "Todo estará bien al final. Si no está bien, no es el final"
*1: Recordad que sigo una dieta vegana/vegetariana.
SUECIA - LOBOS Y VIKINGOS
Mis días en Suecia quedaron marcados por el frío, culturas ancestrales, el canto de los lobos, y por descubrir una de las claves de la felicidad: No tener los pies mojados.
RUTA
Frontera entre Noruega y Suecia
Nada más cruzar el puente que une Noruega y Suecia, me encontré con una larga carretera con comercios de todo tipo a los lados. La zona era muy marronera. Pese a que Suecia es un país caro, Noruega lo es bastante más. No tengo apenas pruebas, pero tampoco dudas, de que el contrabando de productos con mucho gravaje de impuestos, como el tabaco, es allí cosa habitual. Varios estancos en apenas unas decenas de metros respaldan mi creencia.
En todo mi viaje, en ningún otro lugar tuve la sensación de que debía andarme con más ojo con la bici. Por lo que salí rápido de allí.
Según fui avanzando hacia el sur, empecé a ver a menudo una serie de postes y señales con una cruz en ellos. No descubrí de qué iba el rollo, hasta que decidí seguir el camino que uno de ellos señalaba. Básicamente se trata de un perenigraje continuación del Camino de Sant Olav (que de hecho, acaba conectando con el camino de Santiago) y la ruta discurre entre lugares de gran interés arqueológico. Nunca habría imaginado que Suecia cuenta con varias de las pinturas rupestres más importantes de Europa.
Grabados de Tanum. En la foto podemos ver la figura rupestre más grande de Europa
La zona está literalmente colmada de pinturas
Llama la atención que la mayoría de ellas están muy bien conservadas, a pesar de no estar protegidas de ninguna manera frente a las inclemencias del tiempo (ojo, tiempo Sueco).
Además de las pinturas, encontré gran cantidad de obras funerarias de distintos tipos, desde formaciones megalíticas, hasta grandes "colinas" donde reyes Vikingos fueron enterrados.
Esta foto no es mía, la pongo para Ilustrar
Túmulo tan inmenso que en la foto no llega a apreciarse
Sin duda, la más llamativa que encontré fue Stenskeppet, un barco de piedra simplemente espectacular.
Los megalitos más grandes superan los 4 metros de altura
Continué hasta Fjallbacka, pueblo que la escritora Camilla Läckberg eligió situar sus novelas. Es un pueblo bastante pintoresco y bonito, cuyo principal reclamo son precisamente las historias policiacas de la autora.
Fjallbacka
Las decisiones de un hombre, a menudo son inescrutables. Cuando me enteré que había un lugar llamado Trollhättan, no tuve más remedio que dirigirme allí. De camino, se me pinchó una rueda, y al empezar a cambiar la cámara, me cargué la llave para desenroscar la tuerca. Empujé al pato Raudo unos cuantos kilómetros hasta que una cicloviajera me alcanzó y se detuvo para ayudarme. Era Jannika. Tras su paso por Noruega viajó en tren a Suecia, donde alquiló una bicicleta y estaba por allí dando tumbos. Como ya sabéis, a mi, los que me rescatan de mis desventuras, son los alemanes. Y como no podía ser de otro modo, Jannika llevaba la llave que yo necesitaba.
Una vez reparada la bici, recorrí con ella Trollhättan. Es un pueblo grande, con unas cataratas bastante chulas, y con un sistema de esclusas sobre el río Göta que la verdad es que es super llamativo. En una conversación aleatoria, Jannika me contó sobre como Suecia encabezaba el programa de recuperación de lobos, hasta el punto de que ahora tenían en algunas zonas, más de los recomendados. Ella se dirigía a Örebro, por lo que pese a que mi intención era ir al sur, pedaleé varias etapas con ella dirigiendome al este. Había metido en mi cabeza una idea que no podía desestimar: Encontrarme con los lobos.
Tras una emotiva despedida, cerca de Örebro nos separamos, y me dirigí al bosque.
Adentrándome en el bosque. Nada bike-friendly
Planté mi campamento cerca de un río, bajo una lluvia tenue. En aquel momento no sabía nada sobre cómo trackear animales. Por lo que mi mejor baza para encontrarme con los lobos era permanecer en silencio cerca de una posible zona de paso para ellos, como por ejemplo, una fuente de agua dulce. Pasé 3 días completos, en los que no hice nada salvo escrudiñar la espesura, agazapado sobre una roca, mientras una lluvia no muy potente, pero interminable, me calaba hasta los huesos. Intenté hacer el menor ruido posible. No fumé en ningún momento para evitar olores. Comí directamente latas sin calentar. Solo me moví para alejar la bolsa de desperdicios y así evitar visitas nocturnas indeseadas, y para meterme al río para lavarme. De todas las experiencias que viví en mi viaje, sin ningún género de duda, la peor fue tener más de 72horas seguidas los pies mojados. Creedme, la auténtica felicidad consiste en tener los pies secos. A partir de ahí todo va mejor.
A la tercera noche, mientras leía dentro de la tienda de madrugada, escuché el canto de los lobos. Los bosques y las junglas, de noche, son a menudo un festival bullicioso, lejos de la quietud que uno podría esperar, muchos animales se vuelven especialmente activos cuando cae el sol. El aullido de un lobo se alza por encima del resto de sonidos de una manera simplemente sobrecogedora. Es tan potente, que se hace muy difícil saber a que distancia se encuentra el animal. Reverbera de tal manera, que es imposible saber desde que dirección viene. El asunto se volvió acojonante cuando otros lobos se unieron a su llanto. Apagué la linterna dentro de la tienda, y me limité a escuchar como se comunicaban, agarrándome las rodillas. Los escuché a mi izquierda, a mi derecha. Enfrente. En varias ocasiones, creí tenerlos a tan solo unos metros de la tienda. Con perspectiva, lo más probable es que estuvieran, como mínimo, a varias decenas de metros. Pero yo no pegué ojo aquella noche.
Encontrarme acústicamente con los lobos, ha sido una de las experiencias más espectaculares de toda mi vida.
Al día siguiente me fui sin llegar a verlos, su sonata nocturna me pareció suficiente. Llegué a Örebro, dormí en un camping. SEQUÉ MIS PUTOS ZAPATOS y me reuní de nuevo con Jannika, que ya había devuelto la bici. Me invitó a pasar con ella unos días en el archipiélago de Åland. No tenía pensado llegar a territorio Finés, pero, ¿en qué otra ocasión iba a tener una oportunidad así? Además, tras las noches en el bosque, el cuerpo me pedía una experiencia más tranquilita. Esta parte de la historia os la contaré en un capítulo cortico, a modo de interludio, al tratarse de otro país.
Tras volver de las islas de Åland, cogí un tren hasta Gotemburgo. Ciudad que me pareció bastante universitaria y bonita, pero cuyo flow distaba mucho del momento en el que yo me encontraba, por lo que tras dar una vuelta por los alrededores, me puse rumbo al sur.
El final de mi recorrido por Suecia fue una carrera contra el invierno, siguiendo la costa. La mayoría de campings estaban cerrando, en dos o tres ocasiones dormí en campings que cerraban esa misma noche hasta la siguiente temporada. Suecia fue el país donde más dormí en campings ya que cogí trauma con lo de tener los pies mojados y me llovió bastante. Por cierto, los campings en Suecia son un robo (25-35€ la noche, parcela y tienda pequeña, con instalaciones que a pesar de estar bien, no llegan a la excelencia de en otros sitios).
Suecia me ofreció mucho, los paisajes son preciosos, y la parte cultural de las pinturas rupestres y yacimientos Vikingos fue un puntazo añadido, pero en mi experiencia, quedó ligeramente eclipsada por su vecina, la indómita Noruega.
ARCHIPIÉLAGO DE ÅLAND
Breve visita con Jannika para explorar las islas
El Archipiélago de Åland
Como conté en el último capítulo, en Suecia me encontré de nuevo con Jannika, que me invitó a pasar unos días en el archipiélago de Ahvenanmaa (nombre Suomi de Åland) con su familia, entre Suecia y Finlandia. Así que cogí el ferry y para allá que me fui.
Ninguna de las fotos de este post son mías.
Jannika se conoce bastante bien la zona, ya que tiene familia residiendo allí(de hecho su abuela es autóctona) y de vez en cuando va de visita. Esto fue bastante clave, porque de otro modo me habría sido imposible visitar bien el laberinto de islas.
El territorio cuenta con unas 200 islas, aunque menos de la mitad están habitadas. Y las habitadas por lo general tienen una pequeña aldea con pocas casas.
Su familia me culturizó bastante con datos de una zona sobre la que no sabía nada: Actualmente es provincia autónoma de Finlandia, pero han pertenecido a Suecia, y han sido ocupados por Rusos(varias veces) y alemanes. La capital, Mariehamn, en la isla principal, Fasta Åland(que recorrí en bici), es básicamente un enclave portuario de poco más de 10.000 personas. Allí visité un museo-barco y un castillo que poco tiene de especial. Unos cuantos kilómetros al norte tiene una iglesia de piedra que es la más vieja de Finlandia, y que como el castillo, tiene poco reseñable. Lo que realmente merece de Åland es sin duda el paisaje.
Los 3 días que estuve allí nos movimos principalmente en la lancha de la abuela de Jannika. Ver a la señora, con sus gafas de sol de cani bakalaero de los 90, manejando la lancha, no tuvo desperdicio. Muy macarra. Una yaya guay la verdad.
Ahvenanmaa fue un bálsamo en mi viaje, la familia de Jannika fue encantadora conmigo, a pesar de las sospechas iniciales de que me la estaba trajinando, al tercer día creo que me querían de yerno. Una buena experiencia en general, genial para recuperar fuerzas y pedalear poco, pero si alguien está pensando en visitar el archipiélago, ojito con los precios.
Tras mi paso por las islas, no he vuelto a ver a Jannika.
VUELTA A HOLANDA - 1000km EN 7 DÍAS
Tras mi paso por Suecia seguí mi camino hacia el sur recorriendo las etapas más largas de todo mi viaje. Dos veces superé los 200km en un día. Tenía mucha, mucha prisa.
Ruta
Crucé en ferry desde Helsinborg a Elsinor, donde visité el bonito castillo de Kronborg y me dirigí directamente a Copenhague, donde eché medio día y continué pedaleando al atardecer, hasta llegar cerca de Køge.
Mientras acampaba, recibí malas noticias: Mi ex había sufrido un grave accidente en bicicleta, en el que se rompió la tibia, dos costillas, cúbito y radio. Intenté viajar en avión, pero la mayoría de aerolíneas no permiten facturar una e-bike, incluso sin batería. Mismo problema para viajar en autobús.
Como podéis imaginar no fueron días agradables, quería llegar cuanto antes, por lo que me chupé una cantidad de kilómetros enorme en muy poco tiempo. Ya no pedaleaba para disfrutar, pedaleaba para llegar, y pedaleé hasta que literalmente no pude más cada día.
En la primera etapa de este tramo, llegué a tiempo para coger el ferry que me llevaría a Rostock, y aproveché a la llegada para darle caña otra vez hasta llegar a las afueras de Ratzeburg. En total, algo más de 200km.
Rostock - Como podéis imaginar no estaba yo para echar fotos
El siguiente día atravesé Hamburgo, donde pude ver todavía alguna consecuencia de la resaca de los disturbios por el G-20, y acampé cerca de Bremen, donde me planteé tomar un tren hasta Hengelo, pero eso suponía estar día y medio sin hacer nada, demasiadas horas en los que los nervios me iban a comer, no podía estar parado sin hacer nada, por lo que simplemente continué, obsesionado.
No fue una buena idea.
La siguiente etapa loca de superar los 200km, empecé a sentir dolor en el pubis y en la ingle, hasta el punto de que me salió un bulto. Los siguientes días el dolor se intensificó, por lo que al llegar a Breda fui al hospital. En atención primaria me diagnosticaron una posible hernia incipiente, y me recomendaron reposo. Como anécdota wtf, la enfermera me preguntó si recientemente había realizado actividad intensa, y contesté muy tranquilamente que no (¿?). Todavía hoy no sé por qué dije eso, pero me salió del alma, y sin sentir que estaba mintiendo.
A la mañana siguiente fui a la estación para coger el tren a Goes, donde residía mi ex. El tren tenía los vagones de bicicletas completos, por lo que tuve que esperar al siguiente. El siguiente tuvo un retraso de más de 1 hora por problemas en las vías, y cuando llegó, no me dejaron subir con la bicicleta por que debido al retraso se había solapado mucha gente y el tren iba hasta arriba. En los casi 4 años que viví en Holanda, jamás me había pasado algo así. Me cagué en todo lo cagable y del cabreo monumental se me fue la pinza y a pesar de las recomendaciones del médico, pedaleé hasta Goes, donde me quedé en un camping.
A pesar de agradecerme la visita, mi ex no quiso que me quedase con ella, en parte por no querer darme lástima, y en parte por estar todavía dolida por la ruptura.
Esto de primeras me jodió menos de lo que podría imaginarse ya que yo simplemente quería saber cómo se encontraba, y por suerte, más allá de lo obvio, se encontraba bastante bien. Fue un alivio tremendo. Pero pasados unos días me sentí un poco retrasado por no haberme contentado con el par de veces que se dignó a cogerme el teléfono mientras iba en su búsqueda, y haberme jugado la salud por el camino.
Fueron sin duda, los peores días de mi viaje, aunque lo de hacer tantos kilómetros en tan poco tiempo, es de las cosas que he hecho en mi vida que más me llenan de vanidad.
Después, continué hasta Vlissingen, donde pasé una semanica con mis colegas del curro. Compré un vuelo a Singapur desde Madrid porque vi una oferta muy poderosa (120€, billete de ida). Por lo que dejé la bicicleta en casa de unos amigos, me despedí de mi ex (a la que no he vuelto a ver desde entonces) y cogí un vuelo a España, donde pasé unos meses marcados por los reencuentros con la familia y amigos, a los que hacía eones que no veía.
De este modo puse punto y final a la primera parte de mi viaje en bicicleta por Europa y me fui a recorrer el sureste asiático(sin bici). Pasé cerca de 8 meses, en los que recorrí Singapur, Indonesia, Papúa Nueva Guinea(brevemente), Vietnam, Camboya, Laos y Tailandia(donde me dediqué exclusivamente a entrenar Kung-Fu en un retiro de dos meses, y a explorar las selvas de Khao Yai y Kaeng Krachan). Pero esto pertenece a otra historia.
RELACIONES SOCIALES / OTROS VIAJEROS / VIAJAR SOLO / PRIVACIDAD
Por completar
ALIMENTACIÓN
No llevé controlada la dieta. Eso sí, soy vegano, aunque durante el viaje comí lácteos y llevaba atún para emergencias. Miento si digo que no me preocupaba que debido a mi alimentación vegana/vegetariana podría llegar a tener algún problema. No fue así. Lo cierto es que me sirvió para confirmar que estaba comiendo bien, ya que si me hubiera faltado de algo, habría colapsado seguro. Al llegar a España me hice varios análisis, y estaba sano como una manzana.
En resumen: Cenas del copón, desayunos fuertes, y comidas ligeras.
Os cuento cómo era mi alimentación:
En general, intentaba cargar con al menos comida para 2 días completos (Nunca se sabe si vas a pillar una festividad con la que no contabas, o si te vas a quedar tirado en medio de ninguna parte). Intenté reponer todos los días, justo antes de acampar. Solía llevar siempre:
- Muchas latas (alubias, garbanzos, lentejas, atún, bambú, guisantes, champiñones...)
- Pasta seca (noodles, principalmente, por ir en monodosis)
- Fruta (mandarinas o naranjas principalmente, que aguantan bien el trajín)
- Pan o similar (wraps, pitas...)
- Infusiones (té, café, chocolate instantáneo...)
CENAR COMO UN SALVAJE:
Lo primero que hacía al llegar era estirar y entrenar el tronco superior (algunos abdominales, flexiones, etc) Después a estirar un buen rato y buscar un sitio donde asearme(sobre esta parte ya escribiré). Después montar el campamento. Sobre las 19-20h empezaba a cenar.
- Una ensalada de estas que venden ya preparadas en el super.
- Un caldo/sopa/crema de sobre. Tipo "cup a soup" , super comunes en Europa.
- Dos platos principales. Un mezclete que hice a menudo, porque aunque suene un poco guarro, me entraba como dios: Noodles de sobre picantes, con alubias rojas/negras, bambú y champiñones.
- Dos o tres piezas de fruta.
- 2-4 piezas de bollería/dulces, especialmente cuando la compra la hacía en un Lidl. Napolitanas, donuts, copas de chocolate y nata...el lidl es mágico para estas cosas.
- Yogurt líquido (compraba botellas de 1L, me tomaba la mitad después de cenar y el resto para desayunar).
- Mucha agua, algún refresco, una cervecica y una infusión.
Alguna vez cené en restaurantes.
DESAYUNOS FUERTE.
Generalmente lo primero que hacía al despertarme era ponerme a leer mientras desayunaba tranquilamente.
- Café
- Tostadas
- Tres o cuatro piezas de fruta.
- Dulces
- Un tazón grande de muesli con yogurt líquido.
COMIDAS LIGERAS
Generalmente hacía el 70% del camino antes de comer, pero tras la comida, tenía que seguir pedaleando, por lo que en general, fueron las ingestas menos copiosas.
- Algún bocadillo
- Empanadillas y cosas así
- Algún tentempié en un bar. Especialmente si encontraba algún lugar con buenas vistas, o algún pueblo interesante.
...Y DÓNDE DORMÍAS?
- Campings y minicampings
- Casas de amigos
- En bosques
- En jardines
- En los patios de gente que me invitó.
- Warmshowers
- En un castillo
- En una comuna
SEGURIDAD
PERSONAL
- En general, me sentí bastante seguro. Muy pocas veces me pareció que alguien me mirara con malas intenciones.
- Muchos amagos de ostiones, sin llegar a caerme. Al llevar tanto peso atrás, la rueda trasera me patinó varias veces de manera incontrolada y estuve cerca de pegármela. Tuve suerte. De hecho las dos o tres veces que me caí fue con la bici parada como un retrasado.
- Un ostión: En Portugal, en una carretera de doble sentido, un coche invadió mi carril y el coche que iba a mi lado fue comiéndome terreno por lo que me tiré de la bici y me di con la pared que tenía a mi derecha. Me di en el costado izquierdo, no sé exactamente como, pero el salto que pegué no tuvo que ser pequeño. El coche que me encerró se ofreció a llevarme al hospital etc, el que la había liado se fue a la fuga. Todo quedó en quemaduras por raspadura y una ligera contusión en la cadera.
- Fui gilipollas y no usé casco en el tramo Holanda-Noruega-Holanda. Con perspectiva quizá fue lo peor que hice en todo el viaje.
- En Francia, el GPS me llevó a un guetto a las afueras de París, cerca de Saint-Dennis. Pasé por caminos de 50 cm de ancho entre matojos, a través de descampados con coches quemados, botellas de cristal etc... para encima darme de bruces con una valla y tener que darme la vuelta. Había mucha gente chunga alrededor, pero diría que más que pensar en atracarme, pensaron: ¿Qué cojones hace este aquí?.
- En Alemania, estuve en Hamburgo durante las revueltas de 2017 por la visita del G20. Vi poca cosa. la verdad, pero alguna barricada incendiada si que vi a la distancia. Obviamente media vuelta y a seguir por otro camino, sin incidentes.
- En Suecia pasé 5 días acampando en un bosque, buscando lobos. No conseguí verlos, pero una noche escuché los aullidos desde varias direcciones. La sensación es que los tienes al lado, aunque probablemente estaban lejos. Esa noche no pegué ojo.
- En Noruega me encontré varios visones y nutrias. Una de las veces frené de golpe, dejé la bicicleta a un lado de la carretera y me puse a seguir a lo que creí que era un visón. Según me acerqué, vi que el bicho no estaba huyendo como suelen hacerlo, que era más grande de lo normal, y que encima andaba de una manera más chulesca (y no a saltitos como suelen hacerlo las nutrias o visones). Estoy casi seguro de que era un glotón. Corrí como no he corrido nunca. Sin duda uno de los highlights del viaje.
TRÁFICO
- En Holanda y Alemania mucho carril y cultura bici = 0 problemas
- En Dinamarca, sufrí alguna vez por carreteras secundarias demasiado largas con poco arcén. Esto te hace en tensión demasiados kilómetros porque no puedes ir tranquilo del todo. Por suerte los daneses son también respetuosos con los ciclistas.
- En Noruega y Suecia el respeto llega a extremos: Los coches que iban en mi sentido llegaban a invadir el arcén del sentido contrario en carreteras de montaña, simplemente para darme más espacio. No os podéis imaginar lo que se agradece.
- Francia en general bien, aunque en la ruta de los castillos del Loire, hay mucho imbécil postureta pegándole fuego a deportivos de alta gama (lambos, ferraris...), a más de 100km/h por carreteras de 50.
- Como era de esperar, sin duda los peores países al respecto son Portugal y España. Muchísimo menos respeto. Y no te queda otra que cagarte en todo lo cagable.
ROBOS / CANDADOS
Si tienes mala suerte, te pueden robar en cualquier sitio. Las ciudades dan más mal rollo. Creo que en general la gente "se compadece" de ti y evitan putearte.
- En los campings no me daba ningún reparo dejar la bici usando solo el cepo. Eso sí, cuando iba a estar varias horas sin controlarla, siempre le quitaba la batería, de modo que fuera menos cantoso que era una bici eléctrica.
- SIEMPRE hay que dejar la bici lo más incómoda de coger posible. Algunas veces, directamente del revés.
- En algunos lugares, como jardines y tal, enganché con cuerda la bici a la tienda, no para que no se la llevaran, sino para despertarme en caso de que alguien la estuviera trajinando.
- Los candados son disuasorios, simplemente para que al mangante le de la máxima pereza posible ponerse al lío. Yo llevaba un OnGuard, (40€) podéis verlo enganchado al cuadro en la foto de la bici #1 en y el cepo que venía con la bici (como el que ha puesto #85 , que ha mencionado un usuario. Estos son mucho más útiles de lo que parece, porque imposibilitan en gran medida llevarte la bici montando en ello (para robarla necesitarías una furgo, y no una cualquiera, yo tengo una Fiat Dobló y para meterla, me lleva un rato, ya que la bici es enorme). La combinación de ambos creo que es de las mejores opciones con las que puedes contar.
- Algo que nadie ha mencionado, y que yo tuve muy en mente, fue la posibilidad de que me robaran las alforjas. No puedes ir cargándolas a todas partes. Encima, las mías están diseñadas para soltarlas con un simple click tirando hacia arriba. Puede parecer un mal menor, pero me habría dejado en una situación muy precaria. En un viaje de este tipo, no llevas objetos por duplicado. En caso de que me hubieran robado una, podrían haberme quitado por ejemplo: el saco de dormir, el hornillo para cocinar, la ropa de cambio... En fin, cosas que necesitas sí o sí todos los días.
- La bolsa del manillar la llevaba absolutamente siempre conmigo. Es donde los ciclistas suelen llevar las cosas de valor, por lo que supongo que es la primera que alguien intentaría llevarse.
- Perdí o me robaron solo dos objetos. Una sudadera y un casco. La sudadera estoy casi seguro de que se me cayó por el camino. Con el casco no estoy tan seguro, puede que simplemente lo olvidara en el baño, pero diría que no. Lo peor es que después de hacer medio viaje sin casco, me compré uno, y a los 3 días tuve que volver a comprarme otro.
HIGIENE
Hay muchas opciones para mantenerse limpito a lo largo del viaje.
Creo que en total no pasé más de 10 días sin poder asearme medianamente bien. Y no digo días seguidos.
DUCHAS
Gasolineras
Bares de camioneros
Campings (La gran mayoría me dejaban usar los baños independientemente de no si pasaba la noche allí, algunos incluso gratis)
Ríos y lagos. (Sí, el agua está fría, pero es una manera muy buena de relajar los músculos)
Casas de conocidos.
Warmshowers: No lo usé mucho para dormir, pero es bastante común solicitar asilo duchístico y prácticamente todo el mundo al que se lo pides te deja usar su ducha, o la manguera del patio.
Para ducharme llevaba un botecito pequeño que rellenaba en los bares (no entero, simplemente rellenaba el doble de lo necesario para lavarse las manos cada vez que tenía la oportunidad.
Como no llevaba chanclas, usaba las bolsas de plástico de comprar fruta/bollería en el supermercado para ponérmelas en los pies antes de entrar a las duchas.
LAVAR LA ROPA
- Llevaba pastillas de jabón lagarto y las típicas cápsulas de lavadora para usar en las lavanderías públicas.
- Como mucho usé la ropa para 3 etapas.
IR AL WC
- En el campo es abono (es coña, salvo un par de veces recogí las deposiciones, principalmente por el papel)
- La mayoría de veces que paraba a tomar algo en algún sitio, hacía uso del baño. Muy a menudo con tensión, porque por lo general, nunca dejaba la bici en lugares expuestos sin poder vigilarla tanto como lo hice para ir al baño. Si veía a alguien fiable alrededor, le pedía que le echara un ojo a mis cosas. Un pequeño-gigantesco alivio salir y ver que la bici y el equipaje seguían en su sitio. El peor momento sin duda fue en el centro de Copenhague, donde tuve que usar de urgencia un baño público de estos que hay en la calle y van con monedas. La bici estaba literalmente en medio de la calle. Se me hizo eterno.
E-BIKE VS BICI NORMAL
Este tema tenía que tratarse. Y creo que es de lo más interesantes, ya que si bien he conocido bastantes cicloturistas en mi viaje, pocos usan bici eléctrica.
- En primer lugar, quiero remarcar que el motivo por el que usé una E-Bike es simplemente porque era la bicicleta que ya tenía.
- En segundo, a modo de resumen. NO recomiendo una E-bike para hacer cicloturismo, salvo para algunas excepciones que mencionaré en el spoiler.
Os cuento:
Un año antes de emprender el viaje me jodí los dos tobillos jugando al fútbol. Dos esguinces en el mismo partido. Me lesionaron uno, seguí jugando al estar en caliente, y en la siguiente jugada me destrocé el otro yo solo pisando mal. Estuve varios meses muy jodido sin poder andar nada, y encima cuando pude volver a andar, por la pérdida de masa muscular, mala postura, o por lo que sea, me dañé la rodilla derecha. Lo pasé francamente mal, ya que soy una persona muy activa y la vida sedentaria me estaba matando. Por eso, cuando empecé a estar bien, decidí empezar a ir a trabajar en bici (10km ida, 10 km vuelta). Lo habría hecho con una bici normal, pero en Holanda el viento es, muy a menudo, una locura, especialmente en Zeeland (provincia donde vivía). Esto hace que puedas tardar 20 minutos, o una hora, según como esté el viento de cabrón. Como podéis entender, esto es inadmisible, ya que ni quería perder 30 minutos de mi vida a menudo por llegar a trabajar antes de la cuenta, ni podía permitirme llegar con 30 minutos de retraso de vez en cuando. Una de las ventajas de la E-bike es que sabes cuanto vas a tardar. Para el que no las conozca, no funcionan como una moto, si no que tienen distintos niveles de asistencia que te empujan (es decir, en mi caso, contrarrestan el viento). Por defecto, vienen limitadas a 25km/h, es decir, si sobrepasas esta velocidad, se apaga el motor y dejan de ayudarte. Para recuperarse de las lesiones las e-bike están francamente bien. Te dan seguridad en caso de que no estés en óptimas condiciones, de hecho, a mi me las recomendaron varios fisios allí para rehabilitación.
Para mi, era un plus saber que en caso de que me fallaran las piernas, la e-bike me daría los km extra para llegar, siempre y cuando no fuera algo grave.
Sin embargo, no tuve problemas en las piernas, por lo que se convirtió más en un problema que en una ayuda. Me supuso llevar un gran peso extra (mi bici pesa casi 25kg, de los cuales cerca de 10kg son por el motor y la batería) y de volumen (el cargador es bastante grande). La usé bastante poco, no por autosuperación ni nada así, si no porque la autonomía depende del nivel de apoyo que le pidas. Yo la cargué aproximadamente una vez cada semana (su autonomía es de 120km en llano, al mínimo de apoyo). De media, hice unos 100km al día. El día que más hice fueron 210km, y la semana que más, superé los 1000km). Vamos, que no me ayudó mucho.
Para mi fue simplemente un salvavidas que no llegué a necesitar, por suerte.
Si tuviera que repetir, lo haría con una bici normal. Eso sí, no tengo opinión negativa sobre las e-bike. Conocí a parejas de +60 años viajando alegremente con su bici plegable eléctrica, y de otro modo, seguramente no lo habrían podido hacer. Por tanto, si tienes intención de dormir en hoteles o campings todos los días, donde puedas cargarla todas las noches (tarda unas 6h en cargarse entera), y tu objetivo no es superar ningún reto, puede ser una opción muy muy buena. Lo mismo si tienes algún tipo de lesión en la que puedes recaer por el sobreesfuerzo de estar tantos días pedaleando, y aún así quieres hacerlo.
Si tu intención es ir más por libre, sin depender de la electricidad. Sin duda, mejor una bici normal.
Otro contra importantísimo de las E-bike es que, al menos cuando viajé, ninguna aerolínea te permitía meterla en el avión. Y OJO! que muchos autobuses tampoco te lo permiten.
Cuando empecé el viaje, no buscaba ningún reto de superación ni nada así, solo disfrutar. Pero mentiría si dijera que según avancé km no me puso cachondo la idea de completar Europa entera de Norte a Sur, y empecé a verlo como un reto.
SOBRE SER YOUTUBER / MONETIZAR EL VIAJE
Mucha gente me animó a ello antes de partir, pero creo que precisamente eso me hizo sentir abrumado y decidí no hacerlo. Al final tienes que estar pendiente de ir a los sitios que la gente quiere ver. Tienes que pararte a echar las fotos con una calidad aceptable (yo iba con un Xiaomi normalito y la cámara Yi más barata). Editar, montar... al final requiere tiempo, que simplemente preferí usar en estar relajado. Yo ni tengo Instagram. Al final tienes que crear un producto que la gente quiera ver, por lo que estás a su servicio. Creo que me habría cambiado la experiencia demasiado. En una ocasión me encontré con otro cicloturista que sí que estaba documentándolo absolutamente todo. Él iba en sentido contrario al mío y me hizo indicaciones para que parara.