http://en.wikipedia.org/wiki/Inedia
Un caso impactante fue el de Teresa Neumann, que vivió 35 única y exclusivamente tomando la sagrada comunión:
Teresa Neumann, cuya inedia fue observada y estudiada por científicos imparciales, que quedaron sorprendidos por tal fenómeno, al que no encontraron explicación racional alguna, descartado totalmente el fraude. Su biógrafo, Johannes Steiner, testigo privilegiado de los hechos, cuenta en su libro Teresa Neumann. La estigmatizada de Konnersreuth ( editorial Herder, 1991) que desde las navidades de 1922, y debido a una parálisis de los músculos de deglutición, Teresa Neumann sólo tomó alimento líquido; desde agosto de 1926, y eso sólo accediendo a los ruegos insistentes de su madre, aun de líquido sólo tomaba una o dos cucharadas al día, ya que desde agosto no sólo no experimentaba sensación alguna de hambre, sino que por el contrario sentía repugnancia hacia la comida y la bebida. Finalmente, a partir de las navidades de 1926 se negó a tomar cualquier alimento; sólo se le daba unas gotas de agua al recibir cada día la sagrada comunión. Y desde septiembre de 1927 el párroco Naber ni siquiera le dio ya esas gotas. Desde esa fecha hasta el final de su vida, es decir, a lo largo de 35 años, Teresa Neumann se mantuvo sin ningún alimento ni bebida alguna. Su única alimentación fue la sagrada comunión. ( op.cit. pág 39) Al mismo tiempo cesaron las evacuaciones por completo a partir de 1930, limitándose antes a algo de agua cada 15 días y cada 2 ó 3 meses alguna secreción intestinal entre grandes dolores. Como su propio biógrafo afirma en la página 43, en Teresa se cumplen al pie de la letra las palabras de Jesús: Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida, ya que durante 35 años se alimentó únicamente de la Sagrada Comunión. De esto existían numerosos y fidedignos testigos que no tenían por qué mentir. Incluso en 1927 fue sometida, con su consentimiento, a un rigurosísimo control médico: durante 15 días ( tiempo máximo que se consideraba podía aguantar una persona sin beber) un grupo de cuatro enfermeras se turnaron de dos en dos para vigilarla con la mayor atención. Durante ese tiempo no tomó ningún alimento, sólido o líquido: El peso, que al comienzo de la inspección era de 55 kg., descendió tras la pasión del viernes ( Teresa experimentaba cada viernes en su propia carne la pasión de Cristo) una vez a 51 kg. y el viernes siguiente a 52,5, recuperando después el peso normal de 55 kg. sin tomar alimento ni líquido alguno.