A punto del colapso.

Siempre fui una persona despreocupada y muy fuerte mentalmente, los baches los he conseguido superar sin ningún problema más que los naturales o lógicos. Fui para muchos una persona de apoyo y el que siempre les sacaba de sus problemas, jamás necesite ningún tipo de ayuda, hacía deporte y tenía una salud de hierro.

A mediados del covid es cuando las cosas se empezaron a torcer, en el trabajo entró un nuevo jefe, este era un manipulador y una asquerosidad de persona, además de un inútil. Tras 8 meses aproximadamente así una de las personas que consideraba de mis mejores amigos resulto ser también una basura, pese a que yo siempre he tenido una conducta moderada hacia él porque era una persona especial (en el sentido de que se ofendía por tonterías o las decía) la amistad se fue al traste por un comentario que le dije en tono sarcástico pero el quiso escalarlo al extremo de la humillación.

Me fui de semana santa a Madrid con mis mejores amigos y al volver mi relación laboral acabó por triquiñuelas del nuevo jefe.

Todo esto estando yo en Alemania, donde prácticamente no tenía soporte de nadie y no tenía amigos de verdad, en la relación de mi mujer yo siempre he sido el fuerte emocionalmente y el que ha tirado de ella. Sumando que llevaba años queriendo volver a España y ahora de golpe tenía la oportunidad de hacerlo, así que añadiendo a los problemas anteriores otro punto de presión, decidí volver a España, porque era ahora o nunca.

Pasaron las semanas y estas se resumieron a beber una botella de whisky cada dos días entera, fumar maria (cosa que nunca hacía), beber muchas bebidas energéticas, jugar a juegos y dejar de lado el deporte. El cóctel perfecto para el colapso pero que mientras caes en el sumidero, no eres consciente de ello.

Entonces llego la que yo llamo LA NOCHE, una noche tras fumar apoyado en el balcón de madrugada mirando las estrellas, rumiando pensamientos decidí irme a dormir. Después de unas horas despertaría de un susto y el corazón a mil.

Pensaba que me estaba muriendo, el corazón me bailaba, estaba mareado, no podía ver con claridad, estaba a 200 ppm, no podía controlar mi respiración. Mi mujer llamó a una ambulancia y me llevaron a urgencias, me diagnosticaron ataque de pánico. Jamás había perdido el control de mi cuerpo así, me asusté mucho y empezó la vorágine hacía el caos.

A partir de ahí, estar solo en casa era un infierno y no paraba de darle vueltas al coco con que me iba a morir, cuando mi mujer se iba a trabajar, me daban ataques de pánico aleatorios, de diferente gravedad, los ligeros solo me obligaban a ponerme la ropa de calle e ir a andar a un lugar donde hubiese gente porque si me daba algo que al menos alguien pudiese llamar a una ambulancia. Los graves me dejaban inhabilitado en el sofá intentando controlar mi respiración y el mareo, con las pulsaciones por las nubes. Dejé de golpe el alcohol y la cafeína.

Me sentía inútil, un lastre para los que quería, sentía que ya no valía para nada y jamás volvería a ser normal, que se me había ido la flapa para siempre, que hasta ahí había llegado.

Intenté ir al médico en Alemania, por seguro, privado y público. Todos una santa mierda, lo único que me hicieron fue un holter y tardaron alrededor de 3 meses, cosa que alimentó aún más mi problema, dado que yo no conseguía encontrar una explicación lógica a lo que me estaba sucediendo y tras la naturaleza de mi profesión soy una persona que aplica la lógica para todo, y no conseguía encontrarla así que la bola se hizo enorme.

Empezó a darme pánico ir al supermercado -por si me pasaba ahí, entonces decidí afrontar el problema, sin ninguna ayuda más que la de mi mujer que fue un punto de apoyo clave, estoy seguro que si ella no hubiese estado ahí ahora mismo no estaría escribiendo esto.

Me expuse a lo que me daba pánico gradualmente, sufriendo como un campeón me decía que era cosa de la cabeza, que no me pasaba nada, que debía superarlo y lo iba a hacer. Empecé los tramites para volver a España, todo el papeleo que fue extremadamente difícil y volví a casa de mi padre unos meses antes que mi mujer y ahí tome otra mala decisión, ir al psiquiatra.

El psiquiatra no hizo nada más que recetarme rivotril (ansiolítico) y brintellix (antidepresivo). Es cierto que la ansiedad se redujo pero salieron nuevos problemas, empecé a sufrir extrasístoles auriculares (benignas diagnosticadas por 2 cardiólogos), de 1 a 10 en un día, al principio me asustaba, ahora ya forman parte de mi día a día, estoy tan acostumbrado que me dan y las ignoro.

A los 6 meses decidí dejarlas porque los efectos negativos eran peor que los beneficios y no se los recomiendo a nadie a no ser que necesite los antidepresivos para vivir normal.

Actualmente desde noviembre de 2022 han sucedido las siguientes cosas positivas:

• Mi mujer vino y desde entonces la relación es sólida de cojones.
• Entré en un piso que me encanta, grande 110m2, me hice una habitación gaming guapisima y tengo una habitación gimnasio con todo el equipamiento (banco press banca-sentadillas, barra dominadas solida, máquina de cardio, mancuernas...), mi sueño hecho realidad prácticamente.
• Encontré un nuevo trabajo en el que cobro incluso más que en Alemania, 5 minutos andando del piso, los compis son geniales, tengo mucho estrés por el curro pero compensa todo lo demás.
• Vivo al lado de mi padre que es una persona maravillosa.
• Tomo alcohol de manera casual o en eventos.

De negativas me queda:

• Dolor en el pecho lado izquierdo (pinchazos) habituales.
• Las putas extrasístoles que no consigo que se vayan.
• Algún que otro ataque de pánico cuando me quedo solo, pero muy llevaderos comparados a los otros.