la ablación del clítoris, o clitoridectomía, consiste en la extirpación cruenta del clítoris, la cual, en los países africanos suele ser llevada a cabo mediante instrumentos rudimentarios, o incluso por arrancamiento mediante un imperdible, la mayoria de las veces por las propias madres o matriarcas de las clanes. la infibulación es el cosido y cerramiento casi total de los labios mayores y menores de la vulva con diversos materiales: fibras vegetales, alambre o hilo de pescar...
en muchas culturas africanas se considera el clítoris como un resto indeseable de la personalidad masculina que ha de ser eliminado del cuerpo femenino los países africanos islámicos acuden a a la interpretación de algunos versículos del corán. muchos “hombres sabios” han especificado con todo detalle, desde la conveniencia moral hasta las circunstancias mecánicas de la intervención. el encargado de la operación puede ser el barbero que podría emplear la misma herramienta para esterilizar al ganado o para arreglar un par de sandalias, que para cortar un clítoris..
las consecuencias de esta operación son infecciones y hemorragias, que terminan bastantes veces con la muerte. a largo plazo también puede provocar una retracción defectuosa de la piel que ocasiona una manera peculiar de andar (pasos cortos y rodillas juntas) también provoca la incapacidad física de experimentar sensación placentera derivada del contacto sexual.
de hecho, esta es una de las razones de la mutilación. conseguir que las mujeres se mantengan en su papel de “puras” a base de impedirles la sensación de placer. esto no es cierto del todo. las terminaciones de los nervios que van al clítoris no son arrancadas en su totalidad, y algunas zonas de piel pueden tener la propiedad de ser excitadas sexualmente. no siempre es así. hay casos en que las terminaciones nerviosas se hacen dolorosas, y transmiten únicamente sensaciones desagradables. esto sucedía (y sucede, no creais que los hombres se libran de la barbárie) también con los eunucos de los harenes, los cuales eran sometidos a la emasculación (corte del pene y de los testículos). algunos de ellos continuaban teniendo sensibilidad sexual en las zonas circundantes al orificio por el que orinaban. habida cuenta de que la orientación sexual no depende totalmente de la testosterona (hormona masculina) muchos eunucos, heterosexuales en sus gustos, se entendían con algunas mujeres de los herenes, a las que daban placer, no con su inexistente pene, sino con los dedos y la lengua que dios les había dado.
para muchas culturas de África y oriente, la ablación de clítoris es una práctica habitual y, además, muy bien vista. los aspectos sociales que ha producido este fenómeno son curiosos, el peculiar modo de caminar de una mujer infibulada llega a ser considerado como un elemento estético y es deliberadamente exagerado como podría serlo el contoneo de caderas de una mujer occidental. la mujer que no haya sufrido la mutilación posee pocas posibilidades de casarse o, al menos de lograr una integración social completa. este hecho es asumido por las propias mujeres como una característica normal de su entorno y aceptado como la vía adecuada para insertarse en la sociedad.
cuando una ong intenta proteger a estas chicas les crea un conflicto impresionante. desde el punto de vista cultural, tanto sus padres como muchas de ellas consideran que impedir la ablación es una vergüenza, un descrédito en su comunidad (de hecho, en su pueblo, las condenaría al ostracismo y al repudio) y una condenación eterna para su alma.
todas estas cosas no se arreglan más que con pedagogía, paciencia, comprensión, negociación y tres o cuatro generaciones.
esta práctica salvaje pone de manifiesto cómo la libertad religiosa debe terminar allí donde empiezan otras libertades más esenciales. o allí donde empieza la propiedad de otro, en este caso el cuerpo de las víctimas.
occidente debe esforzarse para erradicar esta y todas las demás formas de mutilación ritual impuestas por las religiones. esto incluye una presión política y económica contra los estados que amparan esta práctica, y también la denegación del permiso de viaje a las menores llevadas por sus familias a esos países para practicar la ablación. cuando alcancen la mayoría de edad serán libres de hacer con su cuerpo lo que deseen, pero con un poco de suerte habrán tenido antes la oportunidad de informarse mejor y quizá de conocer mejor sus cuerpos y comprender a qué van a renunciar si se someten a la estirpación del clítoris.
este asunto ilustra también cómo el misticismo religioso, por su carácter ignorante y oscurantista, relega la razón y la ciencia a un segundo plano y pretende condicionar el comportamiento individual de millones de personas y familias. desde occidente tenemos el deber solidario de ayudar a determinadas zonas del mundo a salir de esa situación de excesivo poder social, cultural y político de las jerarquías religiosas y de exagerada influencia de sus enseñanzas. Éstas sólo son legítimas dentro de un marco de relativismo que respete al individuo y su soberanía personal, sobre las que ha de construirse la legislación aplicable a todos.
y ahora, sigamos viendo la tele, tomando un café expresso italiano, con “el mundo” leyendo por encima para no asustarnos demasiado..